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De La Rioja, de Navarra, de Aragón, del País Vasco, de Galicia, de Madrid... El Festival Holika ha desatado la locura entre los jóvenes de la zona norte del país, que desde primeras horas de la mañana de ayer se hicieron notar en el ... corazón de Calahorra. Era jueves y la ciudad celebraba su habitual mercadillo, a donde muchos de los 'holikers' alojados en el camping del festival acudían para acopiarse de hamacas para acomodarse mejor en la acampada.
Pero lo primero era cargar pilas para afrontar las primeras horas de conciertos que les deparaba la tarde. Un desayuno en los bares cercanos al recinto de festival o acercarse hasta un supermercado fueron las opciones más secundadas. «Muchas estanterías de Mercadona han quedado arrasadas», comentaba entre risas una de las habituales al mercadillo semanal de Calahorra, después de pasarse por el súper.
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Las ganas por inaugurar el festival eran máximas. Especialmente entre los jóvenes de Calahorra, que cerca de la una del mediodía ya hacían fila para no tener que esperar en los accesos. «Venimos a pasarlo fenomenal. Estábamos deseando de que hicieran algo para los jóvenes en Calahorra», decía María, quien llevaba la voz cantante de su grupo de amigas antes de la apertura de puertas.
Unos metros más lejos, en el photocall habilitado frente a la catedral, Oiane Arena, también de Calahorra, presumía igualmente de contar en su ciudad con un evento musical de estas dimensiones junto a dos amigas de Lodosa. «Estoy muy contenta de que algo así se haga en mi ciudad, con artistas que me gustan muchísimo como Trueno», señalaba con una sonrisa de oreja a oreja.
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Pasadas las cuatro de la tarde se abrían las puertas de la zona de conciertos y comenzaba el reparto de pulseras tras cruzar la primera barrera de seguridad. Para muchos, el entrar al festival costó casi una eternidad debido a las acumulaciones de personas que se formaba en los tornos de entrada y a los que era difícil dar salida con agilidad. De hecho, hay imágenes de una larga fila de jóvenes en la calle Mediavilla desde la catedral hasta el cruce con la avenida de La Rioja. Llegaron entonces los abucheos. Sobre todo porque Juan Magán, el artista que inauguraba el festival, estaba ya en el escenario y todavía había muchísima gente fuera. Sin embargo, una vez en el recinto, se olvidaban las largas esperas.
Para algunas, como Salma Errami, de Ausejo, Holika era un regalo. Y además llegaba en su 18 cumpleaños. «No hay mejor forma que celebrarlo y además la entrada me la ha regalado mi hermana», decía cerca del escenario, luciendo una banda de cumpleañera.
«Después de tantos años sin fiestas por el COVID, reunir a tanta gente, con tanto buen rollo y con tantos artistas buenos, aquí en La Rioja, es una pasada», intervenía su hermana Tatiana, que a la vez sacaba pecho por el terruño. «La Rioja está infravalorada y está bien que tenga la atención que se merece con cosas como ésta», añadía.
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Isabel Álvarez
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De Aldeanueva de Ebro, a un paso del festival, llegaron Rosa e Inés. Era su primer Holika. «Al de Cortes no pudimos ir porque éramos menores de edad, pero ahora ya tenemos la mayoría y venimos con muchas ganas», recalcaban.
Pablo, aterrizado desde Zaragoza, era también debutante. «Es el primero al que vengo, pero mi novia ya estuvo en el de Cortes», comentaba este mañico, con entrada solo para los conciertos de este jueves para «ver sobre todo a WADE» de madrugada.
Los jóvenes menores de edad puedan acceder a los conciertos con una autorización firmada por un familiar responsable o en compañía de un adulto. Era el caso de Cristina Urzanqui de Calahorra. Mientras uno de sus hijos menor no paraba de saltar con su grupo de amigos, ella disfrutaba del concierto con varias amigas, sin quitarles el ojo. «Tengo tres hijos. Uno de ellos está trabajando con la organización y yo he venido con el pequeño. Este ambiente la verdad que da vida», valoraba sobre un festival que ha marcado Calahorra.
Con una media de 17.500 personas en cada uno de los tres días de conciertos, Calahorra necesitaba dotarse de un despliegue de seguridad sin precedentes. Así, además de la plantilla de la Policía Local y los voluntarios de Protección Civil, más de 700 agentes (públicos y privados) están al frente del festival. En concreto, 470 guardias civiles, muchos de ellos especializados en eventos masivos, y unos 250 guardias de seguridad contratados por la organización controlan tanto los accesos al recinto, como la entrada de sustancias y bebidas. La Guardia Civil, que se apoyó de perros detectores de drogas, montó además un dispositivo con agentes a caballo para la entrada a la zona de conciertos. También en el acceso principal se habilitó un hospital de campaña con personal sanitario, junto con las tres ambulancias aportadas por la empresa organizadora.
Ante la magnitud del evento, en el propio recinto se puso en marcha por la tarde el Centro de Coordinación (CECOR) de La Rioja, desde el que se seguía el desarrollo de las primeras horas del festival por parte de responsables de la Guardia Civil, Policía Local, el parque de bomberos del CEIS de Calahorra, Cruz Roja y Protección Civil. Allí, también, la alcaldesa de Calahorra, Elisa Garrido, hacía el seguimiento de cómo los miles de jóvenes congregados en el entorno de la catedral iban accediendo a la zona habilitada para los conciertos.
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