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La máquina entró en la tarde de ayer y comenzó a morder el edificio de las oficinas. Era el inicio del derribo de las instalaciones de Calzados Fal, el primer paso para borrar del espacio físico y de la visión las llamas que las consumieron en la madrugada del pasado 1 de diciembre.
Habían pasado diez días desde que el Ayuntamiento de Arnedo declarara el inmueble como ruina inminente, dando así su permiso para iniciar la demolición y desescombro. Daba 72 horas. Pero primero, y ante la presencia en la cubierta colapsada de fibrocemento (anterior a 2002), era necesario y requerido el informe del plan de desamiantado para que los Servicios de Salud Laboral autorizaran el inicio del derribo. Ese informe llegó el lunes y daba autorización para comenzar la demolición por las dos naves contiguas entre las cuatro que forman el conglomerado de Fal en el polígono industrial El Raposal arnedano.
Todos vigilantes por la presencia del amianto, el informe indica que las mediciones apuntan que la carbonilla presente en las naves contiguas no supera los parámetros de riesgo necesarios para precisar un derribo especial, tal y como informaban fuentes de la consejería de Economía, Innovación, Empresa y Trabajo Autónomo del Gobierno de La Rioja ayer a este periódico. Desde esa situación, la empresa pudo comenzar ayer el derribo estándar del edificio de oficinas, que protagonizaba la cabecera de la nave de 14.000 metros cuadrados. El mismo tratamiento tendrá la nave trasera de la mano de una empresa de derribos y excavaciones de la zona.
Por detrás de esa fachada inicial queda el grueso de las dos naves centrales, en las que prácticamente en su totalidad quedaron las cubiertas colapsadas bajo la intensidad del fuego de aquella desgraciada mañana. En su demolición sí que tendrá que intervenir una firma incluida en el Registro de Empresas con Riesgo de Amianto (RERA), tal y como apuntaron las fuentes de la consejería.
Esas primeras mordidas de la máquina son los primeros trabajos de un derribo que empresa y administraciones prevén durará unos dos meses. Esa labor atrajo a curiosos que pasaban por El Raposal. Pero se encontraron frente a la factoría indicaciones de prohibido pasar por su acera o carril bici. Y desde la vía que conduce al cementerio, carteles advirtiendo del peligro de la zona y de no asomarse por la presencia de amianto en la cubierta. Por ello, el Ayuntamiento instó a evitar atravesar la zona.
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