Al pisar la plaza de España alfareña, su majestuosidad atrapa la mirada. La enormidad de su fachada de ladrillo aplantillado, la altura espigada de sus torres, los detalles del barroco aragonés despiertan asombro para el que debuta con su mirada ante el monumento nacional de ... Alfaro desde 1976.
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Es el gran atractivo de Alfaro, unido a su poblada colonia de cigüeñas. Pero la parroquia quiere darle un impulso más. Erigirla en destino obligatorio al definir una visita de más de tres horas al templo que después repercuta en el resto de la localidad. Para ello, planea descubrir y asombrar a propios y visitantes mostrando un San Miguel desconocido para la mayoría: el pasillo por el interior del entramado de sus bóvedas y bajo los 3.000 metros cuadrados de cubiertas.
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El interior del templo es ya uno de los lugares más visitados de Alfaro con tesoros como el baldaquino coronado por el San Miguel Arcángel de Gregorio Fernández, el coro del escultor Mateo de Rubalcaba de Nájera, su verja de hierro forjado de Sebastián de Medina, sus cuadros, capillas... Pero el visitante siempre admira su altura, su espacio. Y la parroquia quiere llevarle más allá de su techo hasta ahora visto.
La exposición La Rioja Tierra Abierta en 2011 ya acondicionó para las visitas la subida a la torre del reloj. Las guiadas –llamadas 'Alfaro al vuelo'– recorren el conjuratorio que traza su fachada, admiran sus vistas y se adentran en el primer tramo entre cubiertas, conociendo la historia de la fachada original del templo: un error en los cálculos provocó grietas y amenaza de colapso, tuvieron que redefinirse y alargar sus planos para dimensionar cargas. La visita se queda ahí, en la primera fachada escudriñando el horizonte entre el pasillo de las bóvedas. Hasta ahora.
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Aprovechando la previsión de obras futuras para acometer el ataque de las humedades, la parroquia quiere acondicionar a través de pasarelas metálicas para las visitas turísticas todo el trazado bajo la cubierta, sobre las bóvedas, sobre las capillas, alrededor de la majestuosa cúpula central. Y con iluminación para visitas nocturnas. Además, resignada hoy a guardar los pasos de Semana Santa del polvo, aspira a convertir la sacristía en un museo que muestre los tesoros artísticos e históricos del templo construido desde mediados del siglo XVI y a lo largo de cien años.
«Ya que vamos a meternos en obras contra las humedades, queremos hacer ese proyecto que no es excesivamente costoso y puede tener una repercusión turística a su gran valor artístico y sus muchas posibilidades, ayudados por los guías voluntarios», explica el párroco Carlos V. Esteban.
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Para hacer posible descubrir un San Miguel desconocido, la parroquia está haciendo números para solicitar un convenio a tres bandas junto al Gobierno de La Rioja y el Ayuntamiento de Alfaro. El director general de Turismo, Ramiro Gil, ya las ha visitado y cuenta el párroco que se quedó prendado. Las asociaciones Amigos de la Historia de Alfaro y Amigos de San Miguel están apoyando la propuesta con firmeza.
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