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Fermín Apezteguia
Lunes, 8 de noviembre 2021
La radiología ha cambiado de forma radical la manera de ejercer la medicina. Hasta hace poco más de cien años, averiguar que un dolor de tripas ocultaba en realidad un caso de apendicitis era cuestión de la pericia y habilidad del médico. De eso que ... los profesionales de la salud llaman ojo clínico. Hoy, en cambio, una placa o una imagen obtenida con una de esas potentes máquinas que manejan los radiólogos permite obtener un diagnóstico certero en cuestión de minutos. Es más, más del 90% de las decisiones de diagnóstico que se toman hoy en día en un hospital se adoptan teniendo en cuenta la opinión del equipo de radiología. Y, sin embargo, apenas se les conoce.
«La mayoría de la gente no tiene muy claro que es un radiólogo o a qué se dedica porque tenemos muy poco contacto con el paciente», explica el especialista Jesús Pueyo, responsable de Coordinación Institucional en la Sociedad Española de Radiología Médica SERAM. «Es más fácil identificar a los especialistas que se dedican a hacer mamografías, porque trabajan directamente con el paciente, pero la mayoría de nosotros –detalla el experto– realizamos pruebas cuyos resultados se entregan directamente a otro médico». De su mano y de la de su compañero Gorka Bastarrika, director del servicio de radiología de la Clínica Universidad de Navarra, EL CORREO recorre el pasado, presente y futuro de una especialidad sin la que sería imposible entender la medicina actual. Hoy celebra su Día Mundial.
La radiología nació en Alemania el 18 de noviembre de 1895. Ese día, el físico Wilhem Conrad Roentgen descubrió los rayos X mientras realizaba experimentos con un generador eléctrico y un montón de tubos de ensayo. Había descubierto un haz de luz capaz de atravesar la materia y que podría resultar, como así sucedió, fantástico para el diagnóstico de enfermedades. Sólo seis años después, en 1901, el científico alemán recibió el primer Premio Nobel de Física. «Ese fue el gran salto de la especialidad. A partir de ahí los avances se han ido sucediendo uno tras otro sin parar», explica Bastarrika.
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Los niños nacidos en la década de los 60 son, quizás, los más conscientes del salto dado por la especialidad. A todos ellos, cuando eran críos, cualquier catarro un poco fuerte les servía para pasar por aquellas viejas máquinas de rayos X, entonces modernísimas, que el médico de cabecera lucía en su consulta privada. «Entonces te ponías malo, te ingresaban en el hospital y después de una semana de análisis te decían lo que tenías. Ahora, vas a urgencias y con una ecografía y un TAC (resonancia magnética) te vas a tu casa con tu diagnóstico esa misma noche», describe de forma gráfica el portavoz de la SERAM.
La radiología no sólo ha permitido ganar tiempo en el diagnóstico, lo que en muchos casos supone ganar vida, sino que ha servido, además, para conocer con una mayor profundidad el auténtico impacto de la enfermedad que se diagnostica. Esas placas que parecen todas iguales a los ojos del profano, en realidad no lo son.
«No sólo hemos ganado tiempo, sino también profundidad de conocimiento», argumenta Pueyo. Esas imágenes que parecen simples fotos contienen cada vez más información sobre el estado de salud del paciente. Hasta el punto según puntualiza Bastarrika que, con frecuencia, el radiólogo descubre que la enfermedad que busca el médico que solicita la prueba es otra en realidad. La especialidad, desde el primitivo equipo de rayos X de Roentgen, no ha hecho más que crecer a un ritmo frenético.
Los radiólogos, de hecho, hace ya tiempo que no se dedican sólo a realizar exploraciones. También operan pacientes mediante técnicas mínimamente invasivas que se practican en las llamadas salas de intervencionismo. Mediante pequeñas incisiones en la piel –sin ningún tipo de cirugía abierta– son capaces de guiar el instrumental quirúrgico hasta el punto de la lesión y restaurarlo. Es lo que se denomina cirugía percutánea y según detalla Bastarrika, permite intervenir en el hígado, descongestionar una vía biliar o restaurar una arteria rota por un derrame cerebral.
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El desarrollo vivido por la especialidad en el último siglo, especialmente en las últimas décadas, explica por qué el creciente peso de los radiólogos en los hospitales. No sólo más del 90% de las decisiones de diagnóstico se sostienen en sus informes, sino que no hay ya, o es muy raro, el equipo de trabajo multidisciplinar que no cuente con un experto de la especialidad.
¿Cómo son capaces de ver en esas imágenes cada vez más complejas detalles que ni siquiera otros compañeros médicos ven? «En esta especialidad no te puedes acomodar. Hay que seguir estudiando todos los días», responde el portavoz de la SERAM Jesús Pueyo. «Yo tampoco entiendo como el fontanero que viene a mi casa lo arregla todo... ¡Pero lo hace!», bromea el experto.
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