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Luis Alfonso Gámez
Viernes, 4 de febrero 2022, 17:57
Dos investigadores de la Universidad del País Vasco, José Ignacio García Plazaola e Irati Arzac, permanecerán mes y medio en isla Linvingston, la Antártida, estudiando las plantas que crecen en los alrededores de la base española Juan Carlos I. «Queremos ver cómo de bien toleran ... la desecación, la congelación y la radiación ultravioleta», explica el científico, profesor de Fisiología Vegetal.
Arzac y García Plazaola forman parte de la 35ª campaña antártica española. Se encuentran ahora mismo en Punta Arenas (Chile), pasando una cuarentena cuyo objetivo principal es evitar que el coronavirus se extienda al continente helado. Llegarán el miércoles a isla Livingston, donde estarán hasta el 22 de marzo. «La llaman la Antártida tropical porque no hace el frío extremo del centro del continente. La temperatura oscila entre los cero y los cuatro grados, pero hace mucho viento y está casi siempre nublado».
Los biólogos vascos participan en la expedición como integrantes del proyecto Eremita, en el que colaboran con colegas de las universidades de La Rioja, Baleares y La Laguna. Investigan cómo responden las plantas a los factores ambientales adversos, lo que ellos llaman estreses ambientales. «Es un proyecto de 2018, cuando el mundo era muy diferente y se podía viajar. Teníamos la intención de haber ido al Himalaya, donde crecen plantas a 6.200 metros de altura, el desierto de Atacama y la Antártida», recuerda García Plazaola, que ya estuvo en la Antártida en 2018. Pero estalló la pandemia, los planes iniciales se fueron al garete y ahora solo tienen hasta diciembre para hacer lo que puedan. «En un mundo ideal, nos darían una prórroga».
Los investigadores del proyecto Eremita buscan lo que hace que algunas especies vegetales prosperen en ambientes extremos donde, por ejemplo, ven comprometida la actividad fotosintética. En isla Livingston, los biólogos de la UPV/EHU explorarán el terreno en un radio de 2 o 3 kilómetros alrededor de la base Juan Carlos I para caracterizar las especies que allí crecen.
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«No se trata solo de coleccionismo, de saber por saber. Entender cómo unas especies vegetales crecen en los entornos más desfavorables puede ayudarnos a saber cómo las plantas cultivables pueden responder a ambientes adversos. Vamos a las Olimpiadas de las plantas y entender la fisiología de las mejores atletas nos sirve para entender el funcionamiento del resto y puede servirnos para conseguir que un cultivo se adapte a unas condiciones determinadas o saber cómo va a responder a un cambio ambiental», dice García Plazaola.
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