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El ser humano ha estado en seis ocasiones en la Luna. La primera ocurrió en julio de 1969, cuando Neil Armstrong y Buzz Aldrin pasearon por el satélite terrestre. En tres años frenéticos, hasta 1972, tuvieron lugar las cinco restantes, siempre protagonizadas por astronautas estadounidenses ... en el marco del programa 'Apolo'. En una de ellas incluso jugaron al golf y en otra condujeron un rover, una especie de coche espacial. Si se le suman las misiones no tripuladas, el número de alunizajes con éxito supera la veintena. Sin embargo, el plan para regresar más de 50 años después ha tenido que ser aplazado hasta 2026.
Por paradójico que parezca con todos estos antecedentes, aterrizar en la Luna no es tan fácil. La última muestra la dio hace unos días la sonda japonesa SLIM. El artilugio, llamado «francotirador lunar» porque estaba diseñado para aterrizar con una precisión desconocida hasta ahora, tocó tierra de tal forma que sus paneles solares no podían alimentarse de la energía del astro rey y tuvo que ser desconectada para evitar que se le acabase la batería. Un éxito por ser el quinto país en lograrlo tras la URSS, Estados Unidos, China e India, pero menos. Antes, la misión estadounidense 'Peregrine' ni siquiera pudo intentarlo al detectarse una fuga de combustible pocas horas después de despegar. En agosto del año pasado, la sonda rusa 'Luna 25' se estrelló por un fallo en el sistema de frenado. Y en abril, otro dispositivo nipón corrió la misma suerte debido a un error al medir la distancia que restaba para la superficie. En lo que va de siglo, solo China -en tres ocasiones- e India han logrado alunizar. En conjunto la tasa de éxito se sitúa en torno al 50%.
Son varias las razones que hacen de los alunizajes una maniobra especialmente complicada, según José Sánchez Martínez, responsable de coordinación del programa de exploración Humana y Robótica de la Agencia Espacial Europea (ESA). Una primera es «la ausencia de atmósfera y una gravedad que es la sexta parte de la existente en la Tierra. Debido a esto el proceso de descenso y aterrizaje no puede utilizar paracaídas para frenar y depende de sistemas de propulsión para frenar hasta la velocidad de descenso y guiado hasta el lugar elegido», explica el experto. Una segunda razón es que debido a la distancia entre la Luna y la Tierra, las órdenes tardan unos tres segundos en llegar, demasiado para una operación que necesita de una precisión extrema. Esto hace que «la secuencia de descenso y aterrizaje debe ser autónoma, incluyendo los sistemas de medición y procesado de datos de altura y selección del lugar de aterrizaje. Cualquier fallo o desviación en esta secuencia puede resultar en un alunizaje catastrófico». Tampoco ayuda la accidentada superficie del satélite, «caracterizada por cráteres e irregularidades».
El experto expone también una diferencia fundamental entre las misiones de hace cinco décadas y las actuales. Estas últimas «son de empresas comerciales que han desarrollado sus equipos de formas novedosas y los están probando por primera vez. Así, las últimas misiones lunares robóticas que estamos viendo de operadores comerciales tienen una tolerancia mayor al riesgo en función de los costes de desarrollo y producción».
Y es que las imágenes de Alan Shepard o de David Scott jugando al golf y conduciendo respectivamente pueden dar lugar a engaño. «Las misiones rusas y americanas de hace 50 años fueron precedidas de intentos fallidos en los que esas agencias adquirieron las capacidades necesarias», recuerda el especialista de la ESA. La Unión Soviética fue la primera en lograr situar una nave en la Luna. Lo logró en 1966 con la sonda 'Luna 9'. Antes le habían precedido una docena de intentos fallidos. Lo mismo puede decirse de Estados Unidos. El programa 'Ranger' no tuvo éxito hasta la séptima misión a pesar de que eran artilugios diseñados para estrellarse. El alunizaje suave lo lograron a la primera con el 'Surveyor 1', pero fallaron dos de los seis que lanzaron a continuación. Por eso «es impresionante que China haya conseguido alunizar en su primer intento».
Hay que añadir otro factor de dificultad. Un estudio publicado en la revista 'Planetary Science Journal' ha detectado que son «posibles terremotos lunares poco profundos en la región del polo sur lunar». Como los que ocurren en nuestro planeta, pueden dañar edificios y otras estructuras, pero en lugar de durar unos pocos segundos o minutos, se prolongan durante horas. El polo sur lunar es precisamente el lugar elegido por la misión 'Artemisa' para el regreso del ser humano a la Luna.
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