El motivo por el que el jabón acaba hasta con el coronavirus

Lavarse las manos es fundamental para eliminar la suciedad y evitar la trasmisión de algunas enfermedades. Por ejemplo, muchas pandemias. Pero el lavado solo es eficaz si se utiliza jabón. Un poco de jabón común, diluido en agua, es suficiente para eliminar la suciedad y romper muchos tipos de virus y bacterias o matar a éstas. Aquí se incluye, por ejemplo, el coronavirus SARS-CoV-19. ¿Veamos por qué el jabón tiene este extraordinario poder?.

El jabón se obtiene, por medio de un proceso que se llama saponificación, a partir de una mezcla de grasa o aceite, agua y un álcali o sal básica. Su fabricación se inició, por casualidad, unos 2400 años antes de Cristo en Babilonia y/o en el antiguo Egipto. La receta básica no ha cambiado desde hace miles de años. Muchos recordamos cuando en España se fabricaba en las casas, en los años posteriores a la guerra civil. El jabón está compuesto por unas moléculas cuya estructura se parece a un alfiler. Tienen una cabeza hidrófila que se enlaza fácilmente con el agua y una cola hidrófoba que rechaza el agua y prefiere unirse a las grasas o aceites. En el agua las moléculas de jabón se reagrupan formando una esfera. Las cabezas se sitúan formando la superficie de la esfera y las colas como si fueran sus radios. A esta estructura se le llama micela y en su centro encierra las partículas de suciedad que desprendió de la piel. Grasas, aceites, restos de un virus...

Ya sabemos lo que hace el jabón con la suciedad, desprenderla de la piel y encerrarla en las micelas, las cuales, al estar rodeadas de cabezas hidrófobas, son arrastradas por el agua. Ahora, nos queda saber como rompe el jabón los virus y las bacterias. Nos fijaremos en el coronavirus. Es una esfera que tiene en su interior el material genético. La membrana de la esfera está formada por moléculas oleosas de lípidos repletas de proteínas. Las colas hidrófobas de las moléculas de jabón, se adhieren a los lípidos de la membrana del virus y la abren. El virus queda fragmentado y cada fragmento, o grupo de fragmentos, se sitúa en el centro de las micelas, las cuales, son arrastradas por el agua. Los desinfectantes, con al menos el 60% de alcohol, también desestabilizan las membranas pero no tienen el poder de arrastre del jabón. ¿Qué pasa con los virus y bacterias resistentes al jabón y a los desinfectantes?.

En este caso no hay ruptura o muerte. Sin embargo, con un lavado vigoroso con jabón pueden desprenderse de la piel y ser arrastrados por el agua. Eso no se consigue con el desinfectante. Es una prueba más de la gran efectividad del jabón. Esta efectividad la vio el excelente médico español J. Trueta que, entre la primera y la segunda guerra mundial, puso a punto un famoso método quirúrgico que evitaba las gangrenas en las heridas de guerra. En dicho método, que evitó muchísimas amputaciones y muertes, el primer paso es el lavado de la herida con agua y jabón. Algo que debemos hacer cuando, por ejemplo, en una caída se produce una raspadura.

En la medicina del siglo XXI, la que empieza a contar con la cirugía robótica, la terapia genética, el uso de aparatos complejísimos que ayudan al diagnóstico, etc. parece increíble que el uso del jabón, fabricado con los métodos de hace 2000 años, sigue siendo el método más eficaz para evitar las infecciones y para preservarnos de bastantes enfermedades. Muchas de ellas de tipo pandémico.

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