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Los nuevos tiempos de la carrera espacial, con empresas privadas llevando la iniciativa que antes correspondía a las agencias espaciales de Estados Unidos o Rusia, han hecho que los cohetes enviados al espacio transporten cargas que nadie esperaría. Es lo que ha ocurrido con la ... 'Peregrine 1', que ha despegado este lunes desde Cabo Cañaveral y sobre la que los técnicos están tratando de recuperar el control tras sufrir «una anomalía» en el sistema de propulsión que puede amenazar su éxito. Junto a algunos instrumentos científicos para allanar el camino al regreso del ser humano a la Luna en 2025 -habrá que ver si esta fecha no es demasiado optimista-, la misión transporta también una caja de zapatos construido por la Universidad Carnegie Mellon, un bitcoin físico y las cenizas de 70 humanos y muestras de ADN, incluidos los del creador de Star Trek, Gene Roddenberry, el legendario autor y científico de ciencia ficción Arthur C. Clarke, los expresidentes estadounidenses George Washington, Dwight D. Eisenhower y John F. Kennedy, y un perro.
Este cargamento de cenizas ha provocado la indignación de los navajo, la tribu indígena más grande Estados Unidos. Unos 300.000 individuos viven repartidos entre los estados de Arizona, Nuevo México, Utah y Colorado. Para ellos es una «profanación». «Es crucial enfatizar que la Luna ocupa una posición sagrada en muchas culturas indígenas, incluida la nuestra», escribió Buu Nygren, presidente de la Nación Navajo, en una carta remitida a la NASA el pasado 21 de diciembre. «El acto de depositar restos humanos y otros materiales, que podrían percibirse como descartes en cualquier otro lugar, en nuestro satélite equivale a la profanación de este espacio sagrado», continuó.
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En la misiva, el representante de los indígenas instaba a retrasar el lanzamiento hasta que se abordasen sus peticiones. En su respuesta, la agencia espacial estadounidense se escudó en el carácter privado de la misión. «No tenemos el marco para decirles qué cosas pueden y qué cosas no pueden volar. El proceso de aprobación no pasa por la NASA para misiones comerciales», señaló Chris Culbert, el gerente del programa Servicios de Carga Útil Lunar Comercial -CLPS, por sus siglas en inglés- de la NASA. La 'Peregine' es el primer lanzamiento de la CLPS, una especie de subcontrata de la agencia espacial con empresas privadas.
Las dos empresas que han llevado la polémica carga al espacio son Celestis y Elysium Space. La respuesta del director ejecutivo y cofundador de la primera no deja lugar a duda alguna sobre su posición. «Nadie, ni ninguna religión, es dueño de la Luna y, si se tuvieran en cuenta las creencias de la multitud de religiones del mundo, es muy probable que nunca se aprobara ninguna misión», señaló. Fundada en 1994, hasta el momento ha llevado a cabo 17 de estos transportes más allá de nuestro planeta. Los precios oscilan entre los 2.995 dólares del viaje de ida al espacio y regreso a la Tierra y los 12.995 dólares para llevarlos hasta la Luna.
Elysium Space es más reciente. Nació en 2013. Así se venden en su web. «Imagine un monumento eterno donde familiares y amigos puedan conmemorar a sus seres queridos fallecidos en cualquier momento y lugar. En lugar de mirar hacia la tierra, podemos levantar la vista hacia las maravillas eternas del cielo nocturno, sabiendo que nuestros seres queridos siempre están con nosotros». A cambio de unos 2.500 dólares , los interesados reciben un kit con una cápsula personalizada donde deben introducir las cenizas de su ser querido. Esta será depositada en una nave espacial para llevarlas al espacio. Empezaron a hacerlo en 2015.
No ha sido esta la primera vez que los navajo ponen el grito en el cielo por esta cuestión. En 1998, las cenizas del exgeólogo y científico planetario Eugene Shoemaker fueran enviadas a la Luna. El entonces líder de los navajo denunció que suponía una grave insensibilidad hacia sus creencias. La NASA se disculpó y prometió consultar con las tribus. De poco ha servido, como tampoco el memorando suscrito en 2021 por la administración de Biden, que se comprometió a consultar a la tribu sobre asuntos que le afecten. Las reclamaciones de los navajo tuvieron más suerte en 2014, cuando recibieron más de 500 millones de dólares del Gobierno federal por el «mal usos de sus tierras y recursos», la mayor indemnización en la historia del país.
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