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Si el calendario se cumple –algo que en el campo espacial no siempre ocurre–, en los próximos días volarán al espacio dos de los cohetes más grandes jamás construidos. De un lado, el New Glenn espera despegar por primera vez este lunes; de otro, la ... Starship, que encabeza este ranking de gigantes, afronta su séptima prueba de vuelo «dentro de tres o cuatro días». Ambos debían haber despegado este viernes. Detrás de estos dos gigantes se encuentran los dos hombres más ricos del mundo, Jeff Bezos, el fundador de Amazon, y Elon Musk, fundador de Tesla y propietario de X/Twitter. Según Forbes, entre ambos acumulan más de 600.000 millones de dólares, 237.000 el primero y 424.000 millones el segundo.
El verborreico Musk ha llegado a decir de Bezos que «no ha logrado poner en órbita ni un mondadientes». Para responder, el magnate de la distribución ha dejado de lado la dialéctica para apostar por los recursos judiciales contra algunos de los contratos otorgados por la Nasa a su rival para el programa de regreso a la Luna y por los daños medioambientales que causa la Starship.
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La competencia espacial entre los dos megamillonarios empezó hace más de 20 años. El primer golpe lo dio Bezos, que fundó Blue Origin, su empresa espacial, el 8 de septiembre del año 2000. Musk puso la primera piedra de Space X el 14 de marzo de 2002. Desde ese primer 'round', la trayectoria de ambas compañías no admite comparación. Space X prácticamente monopoliza el acceso de Estados Unidos a órbita y acapara buena parte de todos los cohetes que se lanzan al espacio. Sin ir más lejos, de los 258 despegues registrados el año pasado, 134, el 52%, estuvieron protagonizados por los cohetes de la familia Falcon, el artilugio más fiable del polémico millonario.
Uno de sus mejores golpes llegó cuando Obama decidió que Estados Unidos no podía seguir dependiendo de Moscú para llegar a la Estación Espacial Internacional tras el fin de los transbordadores espaciales. El Gobierno otorgó dos contratos a Space X y Boeing para que construyeran naves capaces de llegar a la ISS. La primera lo hizo en 2020; la segunda, a duras penas, el año pasado y dejando atrapados a los dos astronautas que transportó por los interminables problemas técnicos de la Starliner, la nave de los mil y un achaques. El resultado es el monopolio en este área de Space X.
La trayectoria de Blue Origin no ha sido tan fulgurante. Su cohete más utilizado hasta ahora ha sido el New Shepard –el nombre homenajea a Alan Shepard, el primer astronauta estadounidense–, un artilugio en el que el propio Bezos voló al espacio. Tras cuatro años de retrasos, está previsto que el New Glenn –el nombre recuerda a John Glenn, otro legendario astronauta de la Nasa– despegue no antes de este lunes tras impedir las condiciones en el Atlántico que lo hiciera este mismo viernes. El New Glenn es un cohete de 98 metros de altura que aspira a hacer competencia real al imperio espacial de Musk.
Como casi todos los cohetes de nueva generación, una de sus características fundamentales es que es reutilizable. En su caso, la primera etapa, la propulsora, está diseñada para un mínimo de 25 misiones. Con ello se consigue un notable ahorro de gasto en un sector que exige enormes inversiones de dinero. Bezos ha llegado a asegurar que Blue Origin será más grande que Amazon. Entre sus proyectos, una red de satélites llamados Kuiper para competir con los Starlink de Musk.
El New Glenn está impulsado por siete motores BE-4 , «el motor de combustión por etapas rico en oxígeno y el gas natural licuado más potente que jamás haya volado», subraya Blue Origin. La segunda etapa cuenta con dos propulsores de oxígeno líquido.
Por su parte, la Starship afronta, en teoría a principios de la semana que viene, su séptima prueba. Con un plan de vuelo similar al sexto ensayo, el gigante del espacio crece en su nueva versión hasta los 124 metros. Se intentará de nuevo 'cazar' al vuelo la parte propulsora con el 'Mechazilla', las enormes garras robóticas diseñadas para acelerar el tiempo entre lanzamiento y lanzamiento al colocar el 'booster' de nuevo en la rampa de despegue. Esta complicada maniobra se llevó a cabo con éxito en el quinto vuelo pero no se pudo realizar en el sexto por un problema técnico. Trump, presente por invitación de Musk, que se ha convertido en su mano derecha, no pudo ser testigo de la espectacular captura.
Está por ver cómo influye en esta rivalidad entre megarricos la decisión de Trump de situar a Jared Isaacman al frente de la Nasa. Isaacman es otro millonario contagiado por la fiebre espacial que protagonizó el año pasado el primer paseo espacial de la historia. En esta aventura contó con el respaldo de Musk, del que es amigo.
Musk y Bezos también están enfrentados por el futuro de la humanidad fuera de nuestro planeta. El primero apuesta por colonizar Marte y ha anunciado que pretende construir colonias en el Planeta Rojo en 2050. Para ello, planea lanzar cinco de sus Starships sin tripulación el año que viene y con astronautas a bordo en 2028. Bezos tiene una visión contrapuesta. En lugar de asentarse en los planetas, su apuesta son las estaciones espaciales gigantes. «Las superficies planetarias son demasiado pequeñas a menos que las conviertas en estaciones espaciales gigantes», ha afirmado en alguna ocasión. La explicación es que «tienen muchas ventajas sobre las superficies planetarias. Se pueden girar para conseguir una gravedad terrestre normal. Puedes ponerlas donde quieras».
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