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Un grupo de astronautas come en la Estación Espacial Internacional.

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Un grupo de astronautas come en la Estación Espacial Internacional. NASA
Ciencia | Espacio

Una lechuga para fortalecer los huesos de los astronautas

Un grupo de investigadores de la Universidad de California crea una verdura transgénica para que los viajeros a Marte mantengan su masa ósea «comiendo ensaladas»

Miércoles, 23 de marzo 2022, 00:35

Volar por el espacio puede parecer bonito, pero no es bueno para la salud cuando el viaje es largo. Como comprobaron los cosmonautas rusos, que se especializaron en experimentar con larguísimas estancias en órbita en las estaciones Salyut y Mir –con el récord todavía en manos de Valeri Poliakov, 14 meses–, la microgravedad produce pérdida de masa muscular y de masa ósea, a razón de un 1% por mes. Lo primero se previene haciendo ejercicio, pero lo segundo es un problema más complicado. Existen fármacos, pero estos se convierten a su vez en un serio problema de logística cuando lo que se quiere es ir a Marte. ¿Dónde se meten todas las jeringuillas y ampollas con el medicamento para 10 meses de ida, 12 de estancia en el planeta y otros 10 de vuelta? Un grupo de investigadores de la Universidad de California en Davis ha presentado una solución en el encuentro de primavera de la American Chemical Society (ACS), en San Diego, Estados Unidos. Es una lechuga transgénica que produce una hormona que fortalece los huesos. Se podrá cultivar en el espacio y ya en Marte, y su ingesta prevendrá que los astronautas sufran osteoporosis.

«Los astronautas podrán llevar semillas transgénicas, que son muy pequeñas –unos cuantos miles caben en un frasco del tamaño de tu pulgar– y cultivarlas como si fueran lechugas normales», dice Somen Nandi, biólogo molecular y miembro del equipo investigador.

En la Estación Espacial Internacional (EEI) se ha comprobado que se pueden cultivar lechugas y comerlas en el espacio sin mayores dificultades. Teniendo esto en cuenta y con el apoyo de la NASA, los investigadores de la Universidad de California se propusieron desarrollar una lechuga transgénica que llevara el compuesto PTH de modo que este pudiera tomarse por vía oral.

El nuevo alimento espacial. Foto: Kevin Yates
Imagen - El nuevo alimento espacial. Foto: Kevin Yates

Los científicos introdujeron el gen que codifica la hormona indicada en la lechuga mediante una bacteria que se usa para transferir genes a las plantas. Los resultados preliminares indican que, «por término medio, las plantas expresan entre 10 y 12 miligramos de la hormona peptídica modificada por kilo de lechuga fresca». Según los investigadores, esto significa que los astronautas necesitarían comer unos 380 gramos de lechuga al día para obtener una dosis suficiente de la hormona. Una «ensalada bastante grande», admiten. Ahora el objetivo es 'mejorar' la planta obtenida para que no sea necesario disponer de enormes cantidades del alimento ni atiborrarse para obtener el efecto deseado. Además de comprobar su inocuidad, como se hace con todo alimento transgénico. Porque la idea es que esta verdura acabe teniendo aplicaciones en la Tierra, usando su cultivo y consumo para prevenir la osteoporosis en regiones con recursos limitados.

De raciones militares a menús de alta cocina

Esta lechuga será el último eslabón en una larga cadena de alimentos espaciales cuyo principio está en los primeros tiempos de la carrera espacial, cuando Estados Unidos y la UniónSoviética medían sus fuerzas en órbita, con la conquista de la Luna como gran meta. Entonces se optó por lo que había más a mano. Los primeros astronautas, que venían de las fuerzas aéreas, tanto soviéticas como estadounidenses, comían raciones militares de campaña.

Pero pronto se hizo evidente que era necesario disponer de comida adaptada al espacio. Tenía que ser nutritiva pero también fácilmente digerible en microgravedad sin que causase problemas de reflujo o gases. Nadie quiere ventosidades ni vómitos en una cápsula cerrada. Además, tenía que ser fácil de almacenar y no tenía que generar demasiados residuos. Se optó por varios modelos de comida deshidratada o procesada en forma de pasta. Son clásicas las imágenes de los astronautas americanos y cosmonautas soviéticos en los años 60 y 70 sorbiendo de lo que parecen ser tubos de leche condensada.

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A medida que los vuelos se hicieron más largos, se fue imponiendo el principio de que comer es más que nutrirse. Empezaron a desarrollarse alimentos con forma y sabor de 'comida de verdad', sobre todo porque estaciones orbitales como la última Salyut soviética, en la que se hicieron los primeros experimentos de cultivos de plantas en órbita, o la estadounidense Skylab ya tenían espacio suficiente como para disponer de pequeñas neveras, algo parecido a cocinas y áreas para comer.

Hoy las cosas han cambiado mucho. Los astronautas comen frutas y verduras bien conservadas. Hay platos variados y tienen a su alcance versiones espaciales de comida italiana, japonesa, china, francesa... Y en ocasiones especiales hasta de menús elaborados por chefs de altura, como Alain Ducasse.

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