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Muy polvoriento y ventoso. «Como el Oeste de una película de Sergio Leone», dice Ricardo Hueso. Así es el cráter Jezero que exploran el todoterreno Perseverance y el helicóptero Ingenuity desde el 18 de febrero del año pasado. «Me puedo imaginar a un pistolero marciano ... saliendo de la nube de polvo en este paisaje desolado», añade el astrofísico ante una foto tomada por el laboratorio móvil de la NASA que bien podría corresponder al desierto de Atacama (Chile).
Un equipo internacional de investigadores publica hoy en 'Science Advances' el primer estudio en profundidad de la atmósfera de Jezero a partir de datos recogidos por Perseverance. En el trabajo, portada de la revista, han participado Hueso y otros tres miembros del Grupo de Ciencias Planetarias de la Universidad del País Vasco: Agustín Sánchez Lavega, Asier Munguira y Teresa del Río-Gaztelurrutia. Los autores han empleado datos de la estación medioambiental MEDA –un instrumento construido en el Centro de Astrobiología (CAB) de Madrid–, las cámaras e incluso los micrófonos del todoterreno.
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«La atmósfera de Marte es unas 150 veces menos densa que la terrestre. Eso hace que el polvo en suspensión determine cómo se comporta, incluido cómo se calienta y enfría», explica Hueso en su despacho de la Escuela de Ingeniería de Bilbao. En el planeta rojo, se levanta mucho más polvo que en la Tierra. «Fenómenos como la calima son mucho más frecuentes y hay grandes tormentas de polvo que cambian por completo el aspecto del planeta».
«Jezero es el lugar de Marte meteorológicamente más activo que hemos visitado», dice Hueso. Un cráter con fuertes vientos racheados donde los remolinos de polvo –'dust devils' en inglés– «son extremadamente frecuentes e intensos». Del tamaño de un utilitario, Perseverance ha grabado panorámicas «con el polvo arrastrado por el viento como en un wéstern espacial» y 'dust devils' interactuando. «Estamos viendo remolinos de polvo en tanta abundancia que los vemos girar unos sobre otros. Pueden alcanzar los cien metros de diámetro y se mueven a entre 3 y 5 metros por segundo, pero sus vientos giran a entre 20 y 25 metros por segundo. Esto es importante porque, si piensas en poner una plataforma en la superficie de Marte, tiene que sobrevivir a esos vientos». Durante los primeros 216 días de misión, se registró una media de al menos uno al día en las inmediaciones del todoterreno de la NASA.
El Grupo de Ciencias Planetarias de las UPV/EHU está participando en estudios para evaluar los riesgos meteorológicos a los que se enfrentará la misión de Retorno de Muestras de Marte (MSR, por sus siglas en inglés). A finales de esta década, aterrizará en Jezero un todoterreno de la ESA para recoger las muestras de roca y arena que está tomando Perseverance, meterlas en un pequeño cohete y que este las traslade hasta órbita marciana, donde las recibirá una nave europea que las traerá a la Tierra. La NASA y la ESA confían en que, cuando se analicen en los mejores laboratorios del planeta, esos trozos de Marte puedan responder a la pregunta de si alguna vez hubo marcianos.
El polvo marciano es muy fino y una amenaza para las futuras misiones tripuladas y las actuales robóticas. «Puede cubrir los paneles solares y meterse entre circuitos que no estén bien protegidos». Lo primero es lo que le ha pasado a Insight, el laboratorio geológico de la NASA que aterrizó en Elysium Planitia en noviembre de 2018. Sus paneles están prácticamente cubiertos de polvo y por eso se está apagando poco a poco, como otras sondas anteriores. Si Insight hubiera aterrizado donde Perseverance, habría durado menos. A pesar de encontrarse en un ambiente más hostil que el de su predecesor, Perseverance juega con ventaja: funciona con propulsión nuclear.
La NASA eligió Jezero como destino del todoterreno porque ese cráter de impacto, de 45 kilómetros de diámetro, albergó en el pasado un lago. Marte es hoy un mundo frío y seco, hostil para la vida tal como la conocemos. Pero hace 3.500 millones de años era cálido y húmedo, tenía ríos, lagos y mares, y hubo una oportunidad para la aparición de la vida. Rastros fósiles de esa vida pasada es lo que busca Perseverance.
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LUIS ALFONSO GÁMEZ IGNACIO SÁNCHEZ Sara I. Belled
«Como en Marte no hay una capa de ozono que sirva de escudo, la radiación ultravioleta llega hasta la superficie y la esteriliza», explica el astrofísico vasco. De ahí que los astrobiólogos no esperen encontrar microbios marcianos a cielo abierto, pero confíen en que puedan haberse refugiado bajo tierra, en cavidades con agua líquida. Si algún microbio ha sobrevivido en el planeta, estará en el subsuelo, que será previsiblemente donde se establezcan los primeros asentamientos humanos para protegerse de la mortal radiación ultravioleta.
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