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Si a Odiseo -el Ulises de los romanos- le costó diez años regresar a la isla de Ítaca tras la guerra de Troya, a Estados Unidos le ha costado 52 años volver a la Luna. Lo ha conseguido gracias a la sonda bautizada como el ... héroe griego, que ha aterrizado en torno a las 00.24 horas sobre la superficie lunar. El alunizaje es histórico también por otra razón: es la primera ocasión en que lo logra una empresa privada, un signo de la nueva carrera espacial en la que las compañías han tomado el relevo de los países en la conquista del espacio. «Odiseo tiene nueva casa», lo celebró en redes sociales Initiavite Machines, la empresa norteamericana fundada en 2013 que ha construido el artilugio. «Esta hazaña es un gran paso adelante para toda la humanidad», dijo Bill Nelson, administrador de la NASA, recordando las históricas palabras de Neil Armstrong.
“Odysseus has a new home” https://t.co/oVgLobxH8T
— Intuitive Machines (@Int_Machines) February 22, 2024
La nave llegó a la órbita lunar el miércoles y desde entonces ha permanecido a 92 kilómetros de distancia de la superficie. Poco más de una hora antes de la hora prevista del alunizaje a las 00.24 horas -inicialmente debía ser a las 23.30, se adelantó una hora y finalmente se atrasó hasta pasada la media noche tras decirse que describiera otra órbita en torno a la Luna- el aterrizador inició la larga maniobra de aterrizaje. En sucesivas fases fue modificando su posición hasta comenzar un descenso que le llevó a tocar suelo en las inmediaciones del macizo de Malapert, a unos 300 kilómetros del polo sur, una zona poco conocida y donde se espera que aterrice en 2026 la misión que devolverá al ser humano al satélite terrestre. La confirmación del éxito se hizo esperar unos minutos, los que tardó en restablecerse la comunicación con 'Odiseo'.
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Construido por la mencionada empresa norteamericana Intuitive Machines, 'Odiseo' es un aterrizador de la serie Nova-C que pesa casi dos toneladas, alcanza los cuatro metros de altura y tiene una forma hexagonal rematada con seis patas. Para impulsarse, cuenta con un propulsor alimentado por oxígeno y metano en estado líquido que ha tenido que encender en dos ocasiones para corregir su trayectoria hasta la Luna. A bordo lleva cinco cargas de la NASA además de otras de carácter comercial como una cámara que permitirá grabar un vídeo del alunizaje o una urna con esculturas lunares de Jeff Koons, el creador de 'Puppy', el cachorro gigante que 'cuida' del Guggenheim. Permanecerá en funcionamiento durante una semana. En ese tiempo realizará estudios sobre radioastronomía y las interacciones del clima espacial con la superficie lunar, además de probar el sistema de aterrizaje y de comunicaciones. Pasado este tiempo, llegará la noche lunar y la sonda dejará de estar operativa.
La misión forma parte del programa Commercial Lunar Payload Services (CLPS) en el que la agencia espacial norteamericana subcontrata el lanzamiento y el módulo de aterrizaje a empresas privadas para abaratar costes. En concreto, Intuitive Machines recibirá 118 millones de dólares y tiene ya en agenda otras dos misiones, una a finales de este año y otra, en 2025.
La iniciativa privada ha tomado el relevo de las grandes potencias en la carrera espacial. Este giro comenzó en 2014, cuando Obama decidió que Estados Unidos no podía depender de Rusia para poder trasladar a sus astronautas a la Estación Espacial Internacional una vez que había puesto fin a los transbordadores espaciales en 2011. Eso abrió la puerta a empresas como Space X, de Elon Musk, o Blue Origin, de Jeff Bezos, el fundador de Amazon. Y de Intuitive Machines. «Hoy por primera vez en la historia de la humanidad, una empresa comercial y americana ha lanzado y liderado el viaje hasta allí. Y hoy es un día que muestra el poder y la promesa de las asociaciones comerciales de la NASA», subrayó el mandamás de la agencia espacial estadounidense.
Hasta la fecha, todos los intentos habían fracasado: la israelí Beresheet en 2019, la nipona 'Hakuto-R' en 2023 y la también norteamericana 'Peregrine' este pasado mes de enero. Pese a que el ser humano ha pisado en seis misiones diferentes la Luna e incluso se ha jugado al golf sobre su superficie, la tasa de éxito de los alunizajes es inferior al 50%. Entre las razones están que el satélite terrestre no tiene una atmósfera como la Tierra y su gravedad es un sexto de la de esta. Esto hace que no puedan utilizarse paracaídas y las naves dependan de sus propulsores para detener la caída. Además, la maniobra se tiene que realizar de forma autónoma por el retraso con el que llegarían las instrucciones desde nuestro planeta. Y otro factor es la accidentada superficie lunar.
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