El sombrío futuro del sector primario

Tradicionalmente, el 15 de mayo, día de San Isidro, era una fecha que se festejaba en toda la comunidad autónoma riojana. La jornada que honraba al patrón de los labradores era un día grande, en un territorio donde la actividad agrícola y ganadera estaba generalizada (de un modo más o menos profesional) y las rentas agrarias tenían un importante peso en la economía general.

Hoy en día, aunque el peso del sector primario y la industria agroalimentaria (íntimamente ligada a él) mantienen su fuerza en las cifras macroeconómicas regionales, los motivos para la celebración parecen haber desaparecido porque esos números cada vez son más reducidos y el sector ve seriamente comprometido su futuro.

En el año 2020, España –como casi todos los países del mundo– se vio inmersa en una grave crisis provocada por el estallido de la pandemia. El año 2021 comenzó la recuperación. El sector agrario riojano no se vio tan salpicado por las consecuencias de la pandemia como otros sectores, pero tampoco hubo un proceso de recuperación tan pronunciado como en otros ámbitos cuando se recuperó la normalidad.

Pero el año 2022 sí que ha castigado al campo riojano con crudeza. La guerra de Ucrania, que ha servido de coartada para el alza exponencial de los precios de los insumos, mermó sustancialmente las rentas agrarias y ahora la persistente sequía amenaza seriamente con que la inversión realizada al inicio de la campaña se vea anulada por una cosecha que, en muchos cultivos, puede llegar a ser inexistente.

En ese marco, el sector actualmente se enfrenta a retos que sigue exigiendo inversiones ahora al alcance de pocos: el cambio climático, la utilización correcta y eficiente de recursos, la necesidad de constante innovación y la transformación digital son algunos de esos desafíos a los que agricultura y ganadería deben enfrentarse para mantener una competitividad y productividad en un ámbito en el que La Rioja figura en la parte más alta de los ránkings nacionales.

Pese a ello, la crisis del sector puede arrastrar a una crisis generalizada en una región donde la dependencia del sector primario es absoluta en términos económicos y de empleo.

En el año 2020 –últimos datos que figuran en las estadísticas ministeriales–, La Rioja dedicaba a superficie de cultivo 156.609 hectáreas (aumentando en 19 ha. las del año anterior), de las cuales 107.200 se dedicaban a secano, y el resto a cultivos de regadío.

Prácticamente un tercio de la superficie riojana se dedica a uso agrícola (31,6%), frente al 12,2% que ocupan los prados y pastizales, el 46,2 de superficie forestal y el 10,2% de otras superficies.

La producción agraria riojana es mayoritariamente vegetal (79,8 %), de ella el 71,9 % corresponde a vegetales frescos (27,5 %), uva (23,1 %), vino (7,9 %), fruta fresca (6,7 %) y cereales (6,6 %).

Ese tercio de la superficie riojana da trabajo tanto directamente en el campo como a través de la industria agroalimentaria a 20.972 personas, lo que supone un 15,5 % de las cifras de empleo de la comunidad autónoma, aunque es significativo, según datos del Observatorio sobre el sector agroalimentario de las regiones españolas 2021, que el empleo en el sector tanto en Cantabria (-7,7 %) como en La Rioja (-5,3 %) es el que más se resiente del país en 2021.

Si la comparación se extiende desde 2013 a 2021, las cifras resultan igual de alarmantes. El sector agroalimentario perdió el 5,9% del empleo.

La industria agroalimentaria riojana concentra el 34,1 % del empleo y se sitúa algo por detrás del sector primario (36,5 %) y por encima de la industria de la alimentación y bebidas (29,4 %).

El VAB (Valor Añadido Bruto) que la agroalimentación tiene en el VAB total de la comunidad autónoma es el más alto de España. En La Rioja, el sector agroalimentario alcanza el 18,8& del VAB total de la región, con un desglose de un 7,5% correspondiente a la industria de alimentación y bebidas, un 7% correspondiente al campo propiamente dicho (agricultura y ganadería) y un 4,3% procedente de la comercialización.

En un análisis más individualizado, se observa que La Rioja, en el ránking del peso de la industria de alimentación y bebidas en el VAB total de la economía regional, figura en el primer lugar, porque ese 7,5% no se alcanza en ninguna otra comunidad, merced al peso –principalmente– que tiene tanto el vino como las conservas en la comunidad autónoma.

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