Borrar
Crónicas de un Pueblo
Los corresponsales

Crónicas de un Pueblo

Son la imagen y la voz de Diario LA RIOJA allí donde están y quienes abren nuestras páginas a la realidad e inquietudes de los vecinos; reflejan la vida cotidiana de un lugar que van hilvanando hasta convertirlo en un perfecto retrato social de nuestra época

Maite Mayayo

Logroño

Domingo, 21 de enero 2024, 08:47

Los principios deontológicos alumbrados en aquel 'Prospecto' fundacional del 14 de enero de 1889 siguen constituyendo 135 años después santo y seña de esta casa. Y nuestros corresponsales se han impregnado en un proceso osmótico de este añejo editorial que se perpetúa en el tiempo sin perder un ápice de validez. Como aquellos de antaño a los que sucedieron, sólo la pasión y el amor por la tierra que pisan puede explicar la naturaleza de un esforzado trabajo, cuya recompensa (como acertadamente describe María Caro desde Haro) se resume en «la inmensa satisfacción de narrar la vida de un pueblo, de las personas que lo habitan y entre las que, al final, el corresponsal solo es uno más».

Atrás quedaron los tiempos de aquellos próceres del pueblo que sólo en virtud de su posición social se convertían en altavoces de lo que en su entorno ocurría. El médico, el secretario, el maestro, el cura... han sido sustituidos por profesionales del periodismo hace ya unas cuantas décadas. Lo mismo que las máquinas de escribir y el envío de los textos por fax o su dictado por teléfono, y las máquinas de fotos réflex («las de carrete», como recuerda Sanda Sainz), que dieron paso a la grabadora, al ordenador y a la cámara digital. Con estos mimbres de nueva generación desembarcó Isabel Álvarez en nuestra 'familia' hace ya tres lustros. «La tecnología me lo puso fácil desde el principio», afirma. «Alucinaba cuando me contaban cómo hasta hacía poco tiempo se enviaban fotos y crónicas a través del autobús de línea». Ella alucinaba, otros sin embargo, lo vivieron en primera persona, como Sanda Sainz, destacado en la comarca de Cervera, y Javier Albo, en la de Santo Domingo de la Calzada. «No hablamos de la prehistoria. Esto ocurría hace 25 años», aseguran los protagonistas.

Eran tiempos en los que los carretes de doce fotos o menos se enviaban en el autobús. «Cruzábamos los dedos para que llegaran a Logroño, lo que no siempre ocurría», rememora Albo. Y aquí, en Logroño, otros echábamos a correr desde la Redacción de Vara de Rey hasta la vieja estación para interceptar al chófer que nos debía entregar el ansiado sobre. Si fallaba la puntualidad, el conductor se marchaba.

El mundo digital aún estaba en pañales. Cuando la dictadura del clic se instaló en nuestras vidas llegaron las cámaras digitales (las primeras pesadas y con escasa resolución), los programas de edición 'on line', los ordenadores de usuario único, el wifi, el WhatsApp y, finalmente, los móviles de última generación que permiten enviar los datos en el acto (texto, fotos y vídeos). Hoy, los lectores pueden empaparse de la noticia casi en el mismo momento en que esta se produce. Pasó a la historia aquel redactor de mesa que trataba de desentrañar un jeroglífico en papel manuscrito llegado de un remoto pueblo o la imagen del que pegado al auricular en una contorsión casi imposible tecleaba lo que el interlocutor dictaba al otro lado.

Y todo cambió. ¿Todo? La esencia no. «Veo a Diario LA RIOJA como un espejo de nuestra tierra», confiesa Ernesto Pascual. «Pero un espejo con doble reflejo. Por un lado, sus páginas muestran la realidad de nuestros pueblos y gentes. Vamos a los lugares para poner nuestra mirada, fotografías y palabras al servicio de contar lo que ocurre día a día a lo largo de toda La Rioja. Nos debemos a mostrar a los nuestros lo que hacen los nuestros».

«Pero, por otro lado, –continúa el corresponsal en Arnedo y Alfaro– esas páginas están al servicio recíproco también de los ciudadanos para que reflejen en primera persona sus realidades, sus quejas, sus demandas, sus inquietudes y sus retos. Y, en especial, para que sus voces lleguen a las Administraciones que han de mejorar sus vidas. Estamos a disposición plena de la inquietud y de los anhelos de nuestros vecinos. Diario LA RIOJA mira a los riojanos para mostrar lo que son y hacen y los riojanos miran a Diario LA RIOJA para que sus páginas sean la voz de sus demandas».

Sólo Diario LA RIOJA mantiene una red de corresponsalías en nuestra comunidad autónoma formada por profesionales del periodismo que en cada comarca se convierten en la voz y los ojos de nuestro periódico. Una distinción que nos hace únicos.

Cuando toda la familia se convierte en periodista

«Los tacones, hace tiempo que los deseché del armario. Siempre hay que estar preparados. Transitar por una carretera para acercarte lo más posible a un camión accidentado con unas sandalias de cuña, a 38 grados, es inviable. Nada que ver con unas bambas o unas Victoria, que además sefabrican aquí al lado», ríe Isabel Álvarez, quien desvela que toda su familia ya es periodista. «Utilizo mil veces a mi madre para posar de espaldas en las fotos de ambiente y a todos les digo que hagan una foto con el móvil cuando vean que algo puede ser noticiable. Periodistas, en mi casa, hemos acabado siendo todos».

Es un privilegio, confiesa Isabel Álvarez, que echa mano de su memoria: «Una vez alguien me preguntó por qué no intentaba buscar trabajo en Madrid o Barcelona, en las cadenas de televisión nacional o con las estrellas de la radio. '¿Pero qué vas a escribir todos los días de una ciudad pequeña como Calahorra?', me interrogó. Pues bien, hoy puedo decir, después de quince años, que nunca me he quedado sin temas. Siempre he tenido historias que contar. Es más, he estado en primera línea en más de una noticia y en acontecimientos más propios de Madrid o Barcelona que de una pequeña urbe de 25.000 habitantes. Un atentado de ETA, el terrible asesinato de dos agentes de la Guardia Civil, la explosión de una planta de biodiésel… Y si hubiese terminado la carrera de Periodismo un año antes, quizá hasta hubiera tenido la oportunidad de narrar la alegría desbordante de aquel Gordo de la Lotería de Navidad. 'Lo que no pase aquí, no pasa en ningún sitio…', me gusta decir. Así que, ¿para qué irme a Madrid cuando la noticia la tengo a la puerta de casa?».

«El hecho de conocer a los protagonistas de forma inevitable, de ofrecerles tu confianza y que ellos a su vez confíen en ti aporta una nueva dimensión a la información», asegura María Caro. «Saben que sus problemas al final, en la mayoría de los casos, se convierten en los tuyos, porque los vives, es algo que aporta una sensación indescriptible, de estar luchando por la gente que te rodea. Poco a poco va tomando un cariz de compromiso que te llena profesional y personalmente cuando consigues solucionar problemas», añade desde Haro.

Para María Caro, «dar voz a personas es algo propio de los pequeños núcleos de población. Cuando estás involucrado directamente con las personas, ellas confían en ti, te cuentan sus cosas. Es información de primera mano que tienes la oportunidad de anteponer a la versión oficial». 

«No debe haber otro interés –agrega Ernesto Pascual–. Vemos, plasmamos y contamos lo que les pasa a los riojanos con los que convivimos. Lo que nos pasa. Es la fortuna de trabajar en un medio regional, alejado del enconamiento y militarismo de la mayoría de los medios nacionales». 

Porque aquí tratamos «sobre las cosas de andar por casa». «Agradezco –dice Isabel Álvarez– cuando alguien piensa en mí para denunciar que su calle no tiene alumbrado público, pedir más limpieza o sacar a la luz las vergüenzas de un casco antiguo al que se le ha dado la espalda». Esa es la función social que debe tener un periódico.

Nuestros corresponsales son conscientes de que su presente formará parte del futuro de la comunidad en la que están inscritos. Y su compromiso es férreo: «Soy consciente de que en el futuro lo que escriba será una fuente para las futuras generaciones. Siento la responsabilidad de ser notaria del día a día de mi ciudad y no puedo fallar a los que vienen detrás», considera Isabel Álvarez.

Este periódico es testigo de su tiempo. «He de confesar –indica Ernesto Pascual– que me encanta invertir horas en el archivo de la biblioteca de Alfaro y, desde hace unos meses, en la hemeroteca de larioja.com asomándome a lo que ocurrió un día como hoy hace 25, 50, 60, 135 años… Me fascina abrir un mes cualquiera de un año cualquiera y recorrerlo entero empapándome de las noticias que lo protagonizaron. Consciente de esa trascendencia temporal, escribo mis noticias sintiendo que las van a leer los lectores de hoy en papel o en la web, pero que llegarán como una suerte de enciclopedia a riojanos de dentro de lustros y décadas que querrán recordar, estudiar o comprobar qué ocurrió en estos tiempos».

«Me gusta mucho comentar las noticias con los vecinos siempre que se haga con respeto», indica Javier Albo, hombre de larga trayectoria en el periódico, lo que le permite aglutinar un buen puñado de anécdotas. «De todo este tiempo, acumulo infinidad, unas buenas y otras no tanto. Como aquella encerrona, en 2004, mientras cubría una manifestación contra la moción de censura en Ezcaray, villa de la que debí salir escoltado por la Guardia Civil. Por contra, gratamente recuerdo la alegría y felicidad de tantos vecinos cuando tocó la lotería de Navidad a los trabajadores de Basati, muy distinto de los días en los que, un tiempo después, cubrí el cierre de la empresa. Noticias malas, malísimas, lo han sido todos los sucesos con víctimas».   

Lo peor, sin duda, es la muerte. Como describe Sanda Sainz: «Lo dramático de la situación obliga a tener todavía más tacto en momentos en los que destaca la urgencia de contar lo ocurrido con veracidad. Nunca desaparece la sensación de angustia de esos instantes». 

La benjamina de esta familia ha sido Ainhoa Pablo, quien durante un año ha cubierto la comarca najerina y en este tiempo conoció ciertos sinsabores. «La noticia que más me ha impactado fueron las inundaciones del 21 de junio, que sobre todo afectaron a Huércanos y a Uruñuela. Aunque por la noche ya se podía ver el alcance de lo ocurrido por los vídeos que los vecinos compartieron en redes, llegar al día siguiente a las localidades y ver todo el panorama fue muy impactante. Ver a los vecinos todavía achicando agua, limpiando barro y tratando de salvar lo máximo posible sin poder parar a ayudar a cada uno de ellos fue algo duro de ver y más aún de contar».

A veces surgen curiosidades, como en Santo Domingo de la Calzada, donde un ejemplar de Diario LA RIOJA viaja encerrado en la caja que los priores de la cofradía del Santo se traspasan con cada relevo anual. «La pena –señala Javier Albo– es que no estaré cuando se abra, en el año 2109. Para entonces, seguramente la tecnología haya engullido a la figura del corresponsal, que ha evolucionado en este, casi, cuarto de siglo de una manera vertiginosa, tanto, que yo mismo me sorprendo de aquellos rudimentarios inicios».

«Donde realmente gozo –concluye Isabel Álvarez– es con lo que veo en la calle, con la madre del colegio de mi hijo que se abre para contarme cómo ha conseguido traer a La Rioja una medicina que ha salvado a su padre o la historia de la familia de mi restaurante preferido que consiguió poner a Calahorra en el mapa gastronómico». «Me pedía hace poco un consejo una alumna de Periodismo de la Universidad de Navarra. No sé si le servirá o será acertado pero creo que es más importante saber parar, mirar y escuchar primero antes de escribir». Cierto.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

larioja Crónicas de un Pueblo