Los hijos de donantes de esperma, en lucha «¡Es absolutamente irresponsable traer gente al mundo de esta forma!»
Varios jóvenes gestados con donación de gametos han creado una plataforma para abolir el anonimato de los padres biológicos. Reclaman la transparencia que existe en buena parte de los países europeos. Estas son sus razones.
Viernes, 05 de Mayo 2023, 13:02h
Tiempo de lectura: 8 min
Hace tres años, después de mucha terapia, me atreví a decirle a mi madre que quería saber quién es ese señor», cuenta María Sellés, de 32 años e hija de una madre soltera. 'Ese señor' es el donante anónimo de semen que hizo posible su concepción. «Mi padre biológico», matiza rotunda. La ley no respalda a María en la búsqueda de su origen biológico –a no ser que su salud esté en riesgo–, pero ella se ha puesto manos a la obra. Inició su rastreo sometiéndose a los test de ADN que ofrecen empresas como My Heritage y Ancestry. «Identifiqué a un primo tercero de ese señor, que ha sido el match más cercano que he tenido. Le escribí, pero no contestó».
María quiere hallar a su progenitor, saber de dónde procede la mitad de su carga genética; pero quiere también una reforma legal que ponga fin al anonimato del donante, aunque este cambio no se aplique de forma retroactiva. Para luchar por el derecho a conocer sus orígenes, ha creado, junto con otros jóvenes, la Asociación de Hijos e Hijas de Donantes (AHID).
En nuestro país, el cinco por ciento de los nacidos anualmente lo hacen por el sistema de donación de gametos
De momento, son 18 los nacidos por donación de gametos que están en contacto en España a través de AHID. «No tengo padre ni lo quiero –matiza María–. Al igual que mis compañeros, no busco a un padre: sino nuestros orígenes. Hablamos de dignidad, de derechos humanos, de poder elegir». María quiere que España siga la estela de una buena parte de los países europeos –Portugal, Reino Unido, Alemania, Finlandia, Noruega, Suecia, Suiza, Austria, Países Bajos, Francia…– y acabe con el anonimato en las donaciones de gametos.
Estas son legislaciones que, al haber dejado atrás el anonimato, ponen el foco en el derecho del hijo, siguiendo así la norma del Parlamento Europeo que afirma «en el caso de los gametos, los Estados miembros podrán suspender el anonimato para respetar el derecho de los hijos a conocer la identidad de sus progenitores genéticos». En España, hablamos de cerca de un cinco por ciento de los nacidos anualmente. «Se habla de los derechos de esas personas (nacidos de donaciones de gametos)… Y yo pregunto: ¿dónde están los derechos de todos los que estamos aquí, ahora, involucrados en esto? –cuestiona el presidente de la Sociedad Española de Fertilidad, Juan José Espinós–. ¿Dónde está el derecho a la intimidad que tiene la pareja en el caso de que no quisiera decírselo a nadie? ¿Dónde está el derecho a la intimidad del donante?», afirma Espinós, al tiempo que prevé una caída «drástica» de las donaciones. «Las consecuencias las tienes claras, ¿no? Las mujeres no van a poder conseguir su objetivo, su sueño», concluye.
«Si se elimina el secreto, caerán las donaciones y muchas mujeres no lograrán su sueño», dicen desde la Sociedad Española de Fertilidad
Quizá la respuesta a estos interrogantes esté en el artículo 2 de la Ley Orgánica de Protección Jurídica del Menor, que versa sobre su 'interés superior': «En caso de que no puedan respetarse todos los intereses legítimos concurrentes, deberá primar el interés superior del menor sobre cualquier otro». El Comité de Bioética de España incide en la misma idea. En un estudio de 54 páginas, este órgano adscrito al Ministerio de Sanidad considera «adecuada» una reforma legal del artículo 5.5 de la Ley de Reproducción Humana Asistida que elimine el actual anonimato.
Mientras, para tratar de evitar casos tan dramáticos como el del holandés Jonathan Jacob Meijer, de 41 años, que podría haber engendrado alrededor de 550 hijos biológicos, en 2021 se puso en marcha el Sistema de Información en Reproducción Humana Asistida (SIRHA).
Uno de sus objetivos es «identificar cada donación con un código único europeo que garantizará la trazabilidad y el control de las donaciones y sus resultados», se explica en la web de la Moncloa. En él estarán concentrados tres registros complementarios: el de Donantes, el de Actividad y Resultados, y el de Centros y Servicios de Reproducción Humana Asistida «La plataforma está casi acabada y está a punto de salir un real decreto que incorporará al SIRHA el Registro de Actividad, en el que los centros declaran todos los ciclos realizados», revela Espinós.
Con o sin registro, la realidad es que los nacidos por donaciones de gametos saben que lo más probable es que tengan 'medio hermanos'. En Instagram hay perfiles dedicados a mostrar el encuentro de estos diblings, un acrónimo en inglés de 'hermano donante' (donor sibling), término creado para referirse a los concebidos por un mismo donante. «A nuestros padres biológicos queremos verles la cara, y ya está –comenta María Sellés–. Pero por los hermanos tenemos mucho más interés».
En la clínica donde inseminaron a su madre le han informado de que hubo cinco embarazos a partir del mismo donante. «Uno de ellos soy yo –concluye–. Así que faltan cuatro».
Gestados con donación de gametos
María Sellés. 32 años.
Siempre ha sabido que había sido concebida con semen de donante
A María su madre nunca le ocultó que había sido concebida con el semen de un donante. Pero eso no la ha librado de sentir «rabia y enfado». «De pequeña siempre tuve curiosidad por conocer a ese señor, pero como a mi alrededor se veía todo tan natural, tan normal, por no hacerle daño a mi madre, no me atrevía a contar que me sentía mal». Estos sentimientos se han intensificado a medida que se ha dado cuenta de las dimensiones del gran negocio de la reproducción asistida: «Nuestras informaciones están en manos de clínicas, que mueven millones. Hacen negocio y deciden ellos por nosotros. Hay que abolir el anonimato y la mercantilización en las donaciones, disfrazadas de altruismo».
«Me molesta la irresponsabilidad absoluta de traer gente al mundo de esta forma»
María se indigna, además, con los discursos que deshumanizan al donante. «Dicen que 'eso no es amor, que la genética no importa’... Oiga, no tengo que comerme las definiciones de familia que a los demás les convenga. No digo que la genética sea más importante que el amor; las dos cosas son importantes y yo debería de tener acceso a ambas». De hecho, María se refiere al donante como su 'padre biológico' a modo de reivindicación. «'Padre biológico' suena mucho más denso que 'donante', que es frío y se usa para deshumanizar, para que las parejas receptoras estén más tranquilas: 'Es una célula, no es una persona'». A su padre biológico se lo imagina en el momento de la donación como un veinteañero que necesitaba un dinerillo para unas cervezas. «Me molesta la irresponsabilidad absoluta de traer gente al mundo de esta forma. Cero consecuencias para él, pero las consecuencias me las como yo».
Miquel Roura. 41 años.
Supo la verdad a los 15 años, tras morir su padre de una enfermedad degenerativa
El padre de Miquel murió a los 39 años. Él tenía 9 y había acompañado su deterioro: cómo iba perdiendo su capacidad motriz, su habla... Sus tíos también fallecieron a esa edad de la misma enfermedad neurodegenerativa. A los 15 años, muy asustado, le preguntó a su madre si le pasaría lo mismo. Ante su desesperación, le contó la verdad: había sido concebido con el semen de un donante anónimo. «Lo primero que sentí fue alivio. Pude respirar. Fue como si saliera el Sol», recuerda. Esta sensación, poco a poco, fue reemplazada por otra nada agradable. «De estar en un cajón oscuro, encerrado con llave –describe–. Como que se han olvidado de mí; como que para una parte importante de mí no existo; una sensación de aislamiento».
«Es inhumano, vulnera mis derechos. Encontrar a mi padre biológico me sanaría»
Yendo a terapia identificó lo que le impedía estar bien. «Era algo a lo que no quería mirar; quería ignorar que esa parte existía en mí; que eso no me influía». Pero le influye y por eso busca encontrar a su tercer progenitor: «Uno me puso el nombre y se implicó en mi crianza; otro ha hecho la función de padre y lo amo con locura; y luego está mi padre biológico, que está en el origen de mi vida, pero no sabe que existo. Es inhumano, vulnera mis derechos». Miquel se ha hecho el test de ADN de My Heritage y llegó a un probable primo hermano del donante. «Le escribí para que me ayudara, pero él lo rechazó por la cuestión del anonimato. Encontrarlo sería un acto que me sanaría». Pero no solo eso: «Si el pediatra de mis hijos me pregunta si cabe la posibilidad de que hubiera en mi familia el caso de una enfermedad específica, me gustaría enviar un mensaje a mi familia biológica paterna y preguntarles».
Zuriñe. 40 años.
Desde pequeñita creía que era adoptada porque no se parecía a sus padres
«Mi madre fue una de las primeras en hacerse una inseminación, en 1982. No tuvo que pagar nada. Se la hizo en el hospital de Cruces, en Bilbao. Gracias a eso nací yo, porque mi padre no podía tener hijos». Esto que Zuriñe cuenta ahora no lo supo hasta los 23 años, un año después de la muerte de su padre por una enfermedad degenerativa. «Pensaba que podía ser portadora de la misma enfermedad, así que sentí alivio al saber que no era su hija biológica». Algo que ya sospechaba: «Desde pequeñita pensaba que era adoptada y se lo preguntaba a mis padres porque no me parecía a ninguno de los dos. Mi madre me enseñaba sus fotos de embarazada, pero me daba igual.
«Quisiera conocer su cara, con que me mandara una foto suya de joven me bastaría»
Pensaba que era como en las telenovelas, que se había metido una barriga de mentira. Mis padres iban toreando esta situación porque en aquella época la esterilidad de los hombres estaba muy mal vista. Ellos no querían contarlo y los propios médicos les desaconsejaban hacerlo». Y, desde que ha conocido la verdad, «también quisiera saber cuántas personas vienen de ese mismo donante». Pero lo que más la inquieta es saber si se parece físicamente a él. «No creo que quiera que lo conozca, pero si me facilitara fotos de cuando era joven ya me bastaría». Zuriñe lo busca; ha hecho el test de ADN de My Heritage y ha escrito a Cruces. Le han contestado que es probable que el historial de su madre haya sido destruido. «Me dijeron que, de justificarse un peligro para mi salud, investigarían más a fondo en el millón y medio de historias antiguas microfilmadas. Mi sentimiento es de impotencia. No tengo información del cincuenta por ciento de mi carga genética, no sé si en su familia hay alzhéimer, riesgo de cáncer…».
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