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Arturo Checa
Domingo, 13 de agosto 2023, 00:31
Un joven encapuchado acaricia una calavera entre sus manos bajo la sombra de la Puerta de los Apóstoles de la Catedral de Valencia. Un lugar sacro en el que se corta la cabeza a los nobles medievales condenados por delitos. El hombre exhibe el cráneo ... entre un grupo de unas 15 personas. «¡Miedo, crímenes, fantasmas, brujas!», gritan los allí presentes. Los ojos del encapuchado refulgen bajo su parapeto. Una turista japonesa pasea despacio por una achicharrada Plaza de la Virgen, protegida bajo una sombrilla multicolor hasta las ocho de la tarde. Mira entre espantada y divertida al enfervorizado grupo.
«Esto era como el Netflix de la Edad Media, a la gente le encantaba». El encapuchado suelta el primer chiste de humor negro de la ruta. Se llama Alejandro Alapont, tiene 36 años y es el cicerone del 'freetour' de la senda de la 'Valencia Macabra', que arranca justo en la puerta de la Catedral en la que eran ejecutados los antiguos potentados valencianos. «Decapitados, porque eso en tres segundos está listo, duele mucho menos que la horca o la hoguera, reservado a la plebe, que hasta para morir eran nobles...», vuelve a bromear Alejandro Alapont.
Nada que ver este tour con el tradicional del centro de Valencia, el de los barrios marineros, la ciudad modernista, la Albufera o de los grafitis (muchos obras de arte) que plagan el barrio del Carmen. «Este es diferente, la gente se va con una historia nueva de la ciudad y puedes interpretarlo mucho», explica tras su capucha. La gente da lo que considera, suele ser entre 5 y 20 euros. Turistas nacionales o que entiendan castellano, pues la ruta es sólo en español.
Llega entonces Asunción a apuntarse, de Campanar. Luego una pareja de Barcelona y Vitoria. Tres chicas jóvenes de Madrid. Yhasta una madre con sus dos niños. «¿No da mucho miedo, no?», pregunta compungida la progenitora. Alejandro la tranquiliza. «A ella si acaso la despisto un poco», ríe la madre señalando a la mayor. «Os presento a mi ayudante, Cayetano». Es la calavera. Luego tendrá su explicación. Y empieza la ruta del miedo. El grupo serpentea hasta un inquietante callejón. La calle Angosta del Almudín. «Antes conocida como la calle de las Brujas».
Alejandro baja la voz para recordar que allí hubo un akelarre. Y desgrana la historia de Esperanza Badía, una chica de 14 años que acudió a por un hechizo de amor para su amado Andreu. No funcionó, claro. Y se metió a bruja. La Inquisición le dio cien azotes y la desterró de Valencia. «La verdad que esta calle dio más miedo en los 50, cuando había aquí una oficina de impuestos», vuelve a bromear nuestro encapuchado.
En la plaza de la Almoina el grupo atiende la explicación de cómo fue torturado San Vicente Mártir, el primer patrón de la ciudad. Allí estuvo su cárcel. «Acabo antes diciendo cómo no lo torturaron». Le quebraron los huesos, le azotaron, le abrieron las uñas con garfios de acero, lo pusieron sobre una parrilla y lo arrojaron al mar. Y ni aún así renunció a su fe. «Hasta su verdugo acabó convertido al cristianismo. San Vicente fue el primer 'influencer' de la historia». No es el único ajusticiador con moraleja. En un callejón tras la Lonja, el 'freetour' rememora a Pascual Ten, un verdugo valenciano que fue enviado a Murcia a ejecutar a una mujer. Acabó enamorado de ella. No pudo evitar que ella pasara por el cadalso. Él colgó la capucha, arrepentido.
No muy lejos bullen de turistas las terrazas de la conocida como 'plaza redonda' (en realidad, del Clot). Los guiris devoran con admiración paellas que más bien parecen de cartón piedra. En el centro del coso Alejandro da rienda suelta a la historia del barbero del diablo de la calle Manyans. «Si tenía un mal día, te afeitaba y degollaba. Se dice que tenía una novia carnicera que hacía unas empanadillas de carne conocidas en toda Valencia. Si os ha entrado hambre de pasar por las terrazas os puedo recomendar el sitio...», y desata la carcajada generalizada de los macabros viajeros.
Queda tiempo para el fantasma del Palacio de Valeriola, «el chaval ajusticiado por matar a su padre, porque no tembló al abrazar el cadáver, eso le condenó». O el crimen del Gobernador Viejo, Ramón de Boil, «como la Mano del Rey de Juego de Tronos». A manos del amante de su señora. «Podía buscar a Shakira y Bizarrap o hacer esto». Y por fin vuelve Cayetano. Ripoll de apellido, la última víctima de la Inquisición en España. Un profesor que sólo creía en Dios y no en la Virgen ni Jesucristo. Acaba la ruta macabra y el grupo aplaude. Callejea entre sombras, junto a la plaza del Mercado. Allí donde se alzó siniestra la horca de Valencia.
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