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Rosalía marca tendencia sin duda. Lo hizo con las uñas extralargas y barrocas y ahora le han tocado a las fundas dentales decorativas. Para su último disco, 'Motomami', se colocó una especie de joya dorada en forma de corazón entre las dos paleta (antes ya ... había llevado fundas metálicas). Meses después fue otra cantante, Katy Perry, quien la copió de manera mucho más exagerada para su último videoclip, 'Dark Horse'. Desde entonces, muchos jóvenes de la Generación Z han decidido ponerse apliques en la boca. Son un accesorio más.
Aunque parece lo último de lo último, es una moda de raperos de los ochenta. Era la época de la joyería bling-bling y de estilo 'gangsta'. Se considera que el pionero fue Eddie Plein, un empresario que cambió la cara del hip hop y que lucía unas llamativas parrillas de oro en su boca. El escritor y cineasta Lyle Lindgren, autor de su biografía, 'Mouth Full of Golds', cuenta que se le ocurrió durante un viaje a Surinam (antigua Guayana holandesa) en 1983, después de que le rompieran la dentadura. Luego, le siguieron otros músicos como Big Daddy Kane, Outkast, Ludacris…
En realidad, cuentan los expertos, tampoco fue una idea original de ellos, sino que seguía la tradición que iniciaron los mayas. Los miembros de esta civilización mesoamericana se perforaban los dientes para incrustar jades, turquesas y otras piedras preciosas. Además, estos injertos se hacían independientemente de la clase social o el género y con un tipo de pegamento que no echara a perder las piezas con los años, tal y como recogen varios estudios de la Universidad Autónoma de Yucatán.
Esto que hacían los mayas es precisamente lo que no recomiendan en absoluto los dentistas. «Cuando se colocan este tipo de adornos hay que evitar que afecten al esmalte», advierte Óscar Castro, presidente del Consejo General de Dentistas en España,. Es decir, el diente no hay que tocarlo, deben adaptarse a él. «Estamos ante una parte viva de nuestro cuerpo: tiene vasos sanguíneos, nervios…». Todo lo que vayamos a ponernos tiene que ir por encima, nada de raspar, hacernos agujeritos o hendiduras ni mover las piezas. «Hace un tiempo también se puso de moda en Japón apiñarse los dientes cuando precisamente es una de las cosas que más tratamos de corregir en consulta», recuerda.
Como moda cíclica que es, regresa de vez en cuando aunque con matices. Ahora lo que se llevan son fundas dentales (o 'grillz') en oro, plata y con incrustaciones o apliques de joyas muy llamativas en los dientes (llamadas 'toothgems'). En los noventa, por ejemplo, se preferían lo diamantes (en su mayoría falsos) o las piedras de Swarovski. En ambos casos, podemos encontrar los productos en un amplio abanico de precios y mercados. Sin embargo, los odontólogos piden mucha precaución . «Hay que hacérselo con profesionales».
Comprar este tipo de complementos en Aliexpress o Amazon tiene sus riesgos. Lo más seguro son las tiendas especializadas, como Grillz Madriz, que nació como el hobby de un protésico dental con taller propio y ahora es su ocupación principal. El equipo está formado por Jorge Sánchez, que es el encargado de las parrillas, y por Fabián Sánchez, diseñador 3D que se ocupa de la joyería personalizada. «Es un proceso artesanal, elaborado a mano y exclusivo para cada cliente», remarcan.
Cuentan con kits para hacer moldes de la dentadura de sus clientes por unos 38 euros. «Son tres muestras y es importante hacerlas las tres», señalan. A partir de ahí elaboran las fundas «totalmente personalizadas». «En dos o tres semanas el cliente ya puede tenerlas en su boca».
El proceso de ajuste es muy importante, según el Consejo General de Dentistas en España. Las fundas o gemas tienen que sentar como un guante. «No se debe limar los dientes para que queden bien. Es muy peligroso», alerta Castro.
Este profesional tiene también otro consejo para quienes quieren unirse a esta moda : «Que los elementos sean temporales, removibles y que no afecten al diente». Las fundas, por tanto, tienen que ponerse y quitarse con facilidad. «No se deben usar durante muchas horas seguidas», precisa. «¡Ni dormir con ellos!», ahondan Jorge y Fabián Sánchez.
- ¿Y por qué solo podemos llevarlas unas pocas horas? Con los alineadores dentales se recomiendan justo lo contrario.
- Porque favorecen que se acumule la placa bacteriana si no se lleva una higiene adecuada. También pueden producirnos gingivitis. No debemos olvidar que la boca es la entrada principal de muchos agentes infecciosos. Además, si fueran permanente, al no dejar ver el diente, tampoco somos conscientes de si tenemos, por ejemplo, una caries, lo que en el peor de los casos nos puede llevar a perder la pieza.
Otro asunto a tener en cuenta es el tipo de material que se usa. Los metales pueden darnos alergia, por lo que hay que tener mucha precaución y acudir a lugares donde tengan experiencia con materiales adecuados, es decir, «biocompatibles». «Ojo también con el tipo de pegamento», prosigue Castro.
Si hemos superado todo esto y ya tenemos un adorno en nuestra boca, el dentista nos advierte que tenemos que ser extremadamente cuidadosos a la hora de lavarnos la dentadura. Ante la más mínima molestia o sensibilidad, hay que acudir al odontólogo.
- ¿Les interfiere a la hora de trabajar?
- Sí, claro. Por ejemplo, si quisiéramos poner brackets, sería imposible.
Fundas y 'grillz' se pueden encontrar por precios irrisorios en Amazon o Aliexpress. Sin embargo, si queremos hacerlo bien y no arriesgarnos, lo suyo es acudir a tiendas profesionales, bien físicas u 'online', especializadas. En Grillz Madriz, por ejemplo, trabajan «protésicos, joyeros y diseñadores». El coste varía en función de lo que encargamos y de cada sitio, claro. No es lo mismo una funda dorada que una de oro. Esta última, que cubre varios dientes, puede costar a partir de 220 y si incluye diamantes de verdad, el precio de partida está en 780. La alternativa 'low cost' es el cromo cobalto: lo más baratos se hacen desde 100 euros. Cuando solo es una joya o una funda de una pieza en concreto, el coste baja mucho. El precio medio ronda los 120-150 euros.
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