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Quizá deberíamos empezar a pensar que somos algo masoquistas o, simplemente, unos ilusos sin remedio... porque llega el nuevo año y, otra vez (¿en serio?) volvemos a plantearnos una lista de propósitos a cumplir. Además, un repasito rápido a este catálogo de objetivos nos permite comprobar que, salvo alguna novedad, las metas son las mismas del año anterior, esas que en algún momento dejamos abandonadas (a veces el 2 de enero). ¿Y volvemos otra vez a planteárnoslas? Es difícil comprender que año tras año y fracaso tras fracaso sigamos en las mismas. Al menos, no somos los únicos que hemos caído en este bucle, es algo muy común. Y los estudios lo avalan con cifras. Según una investigación la Universidad de Scranton, en Pensilvania, el 92% de las personas que se proponen metas en año nuevo fracasa. Pero lo más desolador no es esa enorme proporción de fallos, sino la falta real de voluntad: una encuesta de la Universidad de Stanford, en California, ha revelado que el 40% de los propósitos se abandona muy rápido, en las primeras semanas. Con estos números tan poco esperanzadores, ¿por qué seguimos haciendo la lista en estas fechas? «¡Porque nos hace sentir bien!», resume el psicólogo José Ramón Ubieto. «El ser humano tiene dos motores: el cuerpo, que 'pide' cosas que le gustan (comida, sexo, juerga, colgar fotos en Instagram...) y la ilusión de control y dominio, los ideales (ser más guapo, más fuerte, más sano, más creativo) que nos llevan a pensar que podemos dominar a esa 'fiera' que es el cuerpo. Y en este momento del año nos centramos mucho en este segundo motor, en soñar que podemos hacer nuestra voluntad», explica Ubieto. ¿Soñar? Qué perspectiva tan pesimista... «Ya lo decía Freud, que los ideales están para que fracasen», destaca. Menudo jarro de agua fría. Entonces, ¿no debemos tener esos ideales, esos objetivos que tanto nos motivan? «¡Hay que tenerlos, pero solo como referencia! Y siempre sabiendo que igual no se cumplen o que, como mucho, nos vamos a acercar a ese horizonte, pero rara vez vamos a llegar», matiza.
Sobre todo, porque –y no queremos ser aguafiestas– no todo el mundo está preparado para mantenerse firme en sus propósitos, biológicamente hablando. Así lo explica el psicólogo Enrique Huete: «Hay personas que puntúan muy alto en perseverancia y otras que no. Y esto es algo genético en buena medida, aunque luego se modula con el entorno». Por eso, «un factor de control externo nos va a facilitar mucho las cosas. Si recibimos el 'feed-back' de otra persona tenemos muchas más posibilidades de éxito y de no decaer en los momentos de debilidad o cuando surjan problemas a lo largo del camino, que los habrá».Para él, aprender de los errores de otros años e intentar los propósitos de este con distintos métodos y ese control externo es la fórmula que mejor nos va a resultar. «Si decimos 'quiero adelgazar 10 kilos', 'quiero hacer ejercicio', 'empiezo en 2023 sin falta' y nos quedamos en ese 'pensamiento mágico', es decir, sin determinar cómo lo vamos a hacer... el fracaso es casi seguro. Y cuantos más fracasos acumulamos, nuestro nivel de activación es menor y menos posibilidades hay de éxito», insiste. Esto es porque nuestro cerebro guarda más memoria de esos intentos fallidos de lo que creemos. Y de la batalla interna que hubo antes de nuestra 'derrota'. El neurocientífico Diego Redolar describe esta guerra cerebral: «Cuando nos planteamos un propósito para el nuevo año se ponen a luchar dos partes de nuestro cerebro, la ventromedial, ligada a las emociones, y la dorsolateral, más vinculada al razonamiento. Y debemos echarle un cable a nuestra parte racional forzándonos a pensar en los recursos reales y el tiempo que tendremos para cumplir ese objetivo concreto». Más que nada para equilibrar la parte emocional, que en el arranque del año está hiperactivada por la emoción de poder cambiar las cosas, de 'controlar' el futuro. A continuación, vamos a repasar por qué hemos fallado en nuestros propósitos de 2022 (los clásicos) y que podemos hacer para que no nos ocurre lo mismo en este 2023.
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Es el gran deseo de todos los años, por eso «los gimnasios están llenos en enero y van vaciándose a medida que pasan los meses», destaca Ubieto. ¿Cómo podemos hacer para mantener el objetivo en el tiempo y no tirarnos en el sofá? «El factor externo», recuerda Huete. Un entrenador personal o, si nos resulta caro (quizá sea más caro pagar un gym al que nunca vas), apuntarse a hacer alguna actividad con un amigo o conocido. El compromiso nos lo pondrá difícil si queremos dejarlo. Otro tip para aumentar las posibilidades de éxito: organiza la agenda y deja un espacio para encajar tu tiempo de ejercicio. Y, por último, «ser consciente de las limitaciones», recuerda Ubieto, quien insiste en que «más vale poco que nada». No nos pidamos, en principio cosas muy ambiciosas, porque el cerebro entra en ansiedad y... abandona.
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Otro 'hit' de los primeros de enero. Si ya hemos 'fallado' en este propósito antes, debemos saber que posiblemente ha sido porque no nos hemos fijado un objetivo claro (tantos kilos en tantos meses...) ni planificando unos cambios graduales (para que el cerebro no se rebele y nos boicotee por el agobio al que le sometemos ante un cambio). «Hay que gestionar bien el proceso para que no nos pueda la ansiedad», subraya Huete, quien indica que, «cuanto más concretemos el comportamiento de antemano, mejor». Improvisar no da resultado. Por ejemplo, podemos empezar por beber más agua y comer sentados, sin picotear. Y luego ir haciendo más cambios (menos cañas, reducir raciones...). Otro ejemplo, el 'voy a dejar de comer pan' debemos cambiarlo por 'solo tomaré dos rebanadas al día». «Entre el objetivo y la meta debemos planificar toda la acción, concretar», dice Huete, quien cree que la ayuda de un profesional por si somos de los que puntúan bajo en perseverancia incrementa las posibilidades de éxito.
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Este propósito era antes de los del final de la lista, pero ha remontado con la subida del coste de la vida. Como en el resto de objetivos, no vale con lanzar la frase e ir a salto de mata. Debemos hacernos un plan. En Internet hay cientos de hojas de ruta para ahorrar. «Es importante darse cuenta de antemano que va a haber piedras en el camino», dice Huete. Y anticiparse a ellas es un antídoto para no tropezar, ya que los imprevistos generan estrés y el estrés suele resolverse abandonando.
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Agéndalo. Que parece raro, pero es efectivo. Francesc Núñez Mosteo, profesor de Estudios de Artes y Humanidades de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), lo aconseja: «De la misma manera que hacemos con los asuntos de trabajo, debemos permitirnos gestionar bien nuestro tiempo de ocio». Si hace falta, establecer días para visitar a los padres, abuelos o hermanos. Y tener plan B: si no puedes, al menos llama por teléfono. «Disponemos de 24 horas al día, 24 fichas... y la mayoría las gastamos en comer, dormir, trabajar, así que las pocas de 'libre disposición' que nos quedan debemos en invertirlas en algo que tenga valor para nosotros». ¿Son nuestros seres queridos? Pues vamos a encajar esas fichas e incluso a hablar con esas personas para adquirir el compromiso.
Aún estamos a tiempo. Vamos a ponernos manos a la obra para ver si ya desde el principio encarrilamos bien los propósitos de 2023. La psicóloga Mónica Dosil propone una actividad inicial para marcarnos el camino. «Yo lo hago en casa e implico a mi hijo y a otros amigos. Se trata de coger rotuladores de colores, pegatinas con formas... y hacer un tablón donde ponemos las cosas que creemos que mejorarían nuestra vida y cuándo y cómo podemos hacerlas. Cada cual hace el suyo y cuenta sus motivos. Sirve para pasar un buen rato. Luego lo pasamos a limpio y lo colocamos en un lugar bien visible de la casa». Aunque tiene algo de juego, démonos cuenta que hacer el tablón ante otras personas genera un compromiso. El hecho de ver que va a suponernos un beneficio es un acicate para nosotros y, al tener que incluir la planificación del tiempo, ya tenemos el camino allanado para lograrlo. «Hay un dicho tradicional chino que asegura que 'la tinta más débil es mejor que la memoria más fuerte'. Para todo objetivo en la vida yo siempre creo en el poder del lápiz y el papel». Poner las cosas por escrito ordena las ideas y lanza al cerebro el mensaje de que ya estamos haciendo (físicamente) algo para conseguirlo.
– ¿Alguna vez ha conseguido cumplir objetivos así?
– ¡Sí! Por ejemplo, escribir un libro, lograr llegar a cierto número de seguidores en redes sociales... Muchas cosas.
Eso sí, lanza una advertencia. «Lo que quieres conseguir tienes que quererlo de verdad y hacer un plan concreto para que el contexto ayude. Si no, te desautorizas a ti mismo y cuando ocurre esto las posibilidades de éxito son nulas».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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