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Da un poco de miedo cuando un hijo anuncia que quiere ser influencer, youtuber, tiktoker o instagramer... Pero cada vez es más habitual. Las encuestas así lo demuestran. Suelen aspirar a estos trabajos porque han crecido en las redes sociales y admiran a los influencers ... que siguen, y también porque les atrae la aparente poca dificultad de estas profesiones y los altos ingresos de las 'estrellas' de Internet. Los expertos coinciden en que sí son profesiones consolidadas, pero hay que conocer su realidad y sus riesgos... y proteger a los menores.
Los últimos estudios dejan muy claro por dónde van las preferencias de las nuevas generaciones. En el último informe de Adecco entre menores de 16 años la profesión de youtuber ha entrado en el top 5 –en concreto, en cuarto lugar–, una opción que escala puntos en cada nueva edición.
Otro estudio de la firma Remitly recogió los trabajos más buscados por los jóvenes de todo el mundo. En España, tres de cada cuatro búsquedas fueron para informarse de la profesión de influencer. «Lo vemos a diario en el instituto, cada vez son más los chavales que quieren dedicarse a ser youtubers e influencers y es complicado orientarles para que opten por el Bachillerato, la FP y convencerles de que de esas profesiones solo pueden vivir unos pocos. Hace años nos pasaba algo parecido con lo de que todos querían ser futbolistas...», comenta Celia del Soto, profesora de Secundaria y orientadora educativa.
«Para ellos es más sencillo 'seguir' en Instagram a un influencer que les muestre o enseñe algo a través de imágenes, vídeos, breves palabras, porque les exige menos esfuerzo que los aprendizajes por medios tradicionales. Enseñan algo, son divertidos y no cuesta trabajo seguir su ritmo. Los influencers se convierten así en sus maestros, en sus referentes, nosotros no tenemos ni una mínima parte de su influencia en ellos», añade la docente. Y aspiran a imitarles porque resultan populares, exitosos y, aparentemente, ganan grandes cantidades de dinero. A la vez, pierden peso entre sus preferencias carreras que exigen estudio como Medicina, Derecho, Ingeniería...
Los expertos aseguran que es una profesión que crece, pero incapaz de absorber tantas vocaciones. «Cada vez más youtubers pueden vivir de este trabajo y son más cotizados, porque los planes de marketing de las empresas los tienen en cuenta como uno de los principales canales donde pueden hacerse publicidad. Sus opiniones y valoraciones generan más credibilidad que en otros soportes porque comparten un lenguaje con sus seguidores, que los ven como un amigo y, a la vez, eso les genera más confianza que un anunciante», señala Oscar Cumí, experto en marketing de influencers. Explica que la mayoría de los consumidores a los que llegan son millennials que no ven la tele y a los que la publicidad tradicional no les llega.
Dinero, se mueve. Como ejemplo, Mister Beat, un influencer estadounidense muy popular entre los jóvenes que gana más de 50 millones al año. Además, se ha creado una red de negocios alrededor: «Agencias de representantes, personas que ayudan a hacer crecer el canal, que gestionan los ingresos o la agenda».
Los expertos alertan de que uno de los problemas es la entrada de los menores en este negocio, tanto como espectadores de los influencers–la oferta es inmensa y los mensajes que transmiten están poco controlados– como de protagonistas de vídeos. En España hay ejemplos de menores que triunfan en YouTube, como 'Las Ratitas' –20 millones de suscriptores–, o MikelTube: niños con sus padres que enseñan juguetes, videojuegos, cocinan, hacen manualidades...
De hecho, algunos niños influencers ganan más dinero que los futbolistas.Pero la imagen de triunfador de este 'oficio' del futuro tiene una cara B. «Detrás de estos canales de YouTube, perfiles de Instagram o Tik Tok hay trabajos minuciosamente cuidados con niños que dedican de cinco a seis horas semanales a la grabación de los vídeos y son utilizados por las marcas para vender sus productos. Y ahí es donde entra en juego el negocio y la indefensión de los menores», apunta Laura Cuesta, experta en cibercomunicación. De hecho hay países como Francia que preparan una ley por la que cualquiera que grabe vídeos de menores de 16 años con el fin de monetizarlos, incluidos los padres, necesitará el permiso de una autoridad administrativa. «La actividad tendrá que ser declarada y, además, deberá ser limitada y compatible con los horarios escolares», apunta Cuesta.
Consejos
Gustos Preguntarle qué es lo que le gusta de esa red social y qué tipo de contenido quiere crear: un canal de videojuegos, deportes, vídeos sobre alguna de sus aficiones… orienta Laura Cuesta.
Ver vídeos con ellos Hablar de quiénes son sus referentes y ver sus vídeos con ellos. Es importante saber qué les atrae de estos perfiles: el éxito, la fama, los comentarios, los contenidos...
Críticas Hay que indicar los riesgos como las críticas, la falta de privacidad, la cantidad de tiempo dedicada y una huella digital que es muy difícil borrar. Y han de saber que todo éxito es efímero. No se sabe siquiera si en el futuro seguirá existiendo YouTube, por lo que deben entender que formarse en imprescindible.
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