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'Somos lo que comemos'. Es una frase que escuchamos a menudo cuando alguien se refiere a la necesidad de alimentarse mejor. La verdad es que su autor, el filósofo alemán Ludwig Feuerbach, no la esbozó en relación con la nutrición. Cuando la escribió, allá ... por 1850 tenía más que ver con la necesidad de alimentar al pueblo antes de darle discursos. Pero lo cierto es que también somos lo que nos metemos en la boca para saciar el hambre... y para cuidarnos.
Hemos aprendido que hay que volver a comer como nuestras abuelas para estar sanos y a leer las etiquetas de lo que compramos para evitar azúcares de más. Y ahora lo estamos llevando un paso más allá: al ámbito de las mascotas. ¿Quien alimenta a su perro con las sobras hoy en día? «Te diría que comen incluso mejor que nosotros», bromea Marta Herrada, veterinaria especialista en nutrición de pequeños animales.
Una de las últimas tendencias en este campo juega con el hecho de volver a la comida primitiva de estas especies. Es lo que se llama dieta BARF, que son las siglas de Biologically Appropriate Raw Food, que en castellano quiere decir alimentación cruda biológicamente adecuada. De lo que se trata es de dar a nuestras mascotas «productos crudos, sin procesar y apropiados para ellos», explica Sandra Moya, cofundadora de CRU, una empresa catalana especializada en este tipo de alimentación. Es algo así como el 'realfooding' de los perros.
La dieta BARF tiene ya unos cuantos años, aunque no ha sido hasta hace un par cuando se ha empezado a popularizar en España. La empezó a desarrollar en los años 80 un veterinario australiano llamado Ian Billinghurst al investigar la relación entre las enfermedades de sus pacientes y lo que comían. Su libro 'Dale a tu perro un hueso' marcó el pistoletazo de salida de esta tendencia. «En realidad, Bilinghurst no se la inventó, ya existía. Se trata de administrarles la dieta para la que están diseñados», aclara Moya. Es como nuestra vuelta a las legumbres, esenciales en las cocinas de antaño y que luego abandonamos. ¿Y en qué consiste exactamente esto? En darles una mezcla de carne, huesos, vísceras, fruta y verdura en diferentes proporciones para cubrir todas sus necesidades. Todo en crudo, eso sí, y con el asesoramiento de un experto para saber qué y cuánto necesitan, precisa Moya.
Los defensores de la dieta BARF aseguran que es adecuada para todo tipo de perros y gatos, incluso aquellos que tienen alguna patología, aunque siempre bajo supervisión. «Los beneficios se notan en seguida. A los cuatro días ya puedes ver que tu mascota tienen más energía y menos gases», apunta Moya, cuya empresa cuenta con asesoramiento de veterinarios y nutricionistas. Y con el paso de las semanas «les brilla más el pelo, desarrollan menos sarro en los dientes, mejoran su composición corporal y aumenta los niveles de hidratación, lo que redcuce el estrés del hígado y los riñones», prosigue.
Ahora bien, no a todo el mundo le convence esta práctica. Una gran parte de los veterinarios la miran con recelo. «Nosotros no la aconsejamos», precisa Marta Herrada. La razón fundamental es que se manipulan alimentos crudos que puede desarrollar bacterias peligrosas para la salud del animal y de sus dueños. «La carne que compramos para nuestro consumo o el de nuestra mascota tiene patógenos. Si la cocinamos, se eliminan. Si no pasa por ese proceso, pueden multiplicarse», apunta. Y no se trata solo de que el animal pueda desarrollar alguna enfermedad, sino de que puede contagiársela a los humanos.
«Está totalmente desaconsejado seguir esta dieta en casas con niños, ancianos o personas inmunodeprimidas», detalla su colega Manuel Lázaro, vocal del Colegio de Veterinarios de Madrid, que asegura que si se lleva a cabo, –sobre todo si se hace todo en casa– hay que extremar la higiene, algo a lo que no todo el mundo esta acostumbrado: «Hay que desinfectar muy bien las superficies donde manipulamos los alimentos y donde comen nuestras mascotas». «Nosotros no comemos un 'steak tartar' en cualquier sitio, ¿verdad? Pues esto es igual», añade.
Lo que sí reconocen ambos profesionales es que este tipo de dieta puede producir cierto bienestar al animal. «Se digiere mejor que la croqueta clásica», dice Herrera. «Y es más palatable», apoya Lázaro. Pero sobre lo que tienen dudas es sobre si realmente 'cura' enfermedades, como defienden algunos dueños. «La evidencia científica sobre este asunto es escasa. Son solo experiencias personales. Y hay que ser muy conscientes de los riesgos que asumimos al llevarla a cabo», coinciden.
Proporciones La dieta BARF consiste en darle a nuestra mascota una mezcla de huesos, carne, vísceras, verduras y frutas. Es importante saber en qué proporción para que sea completa y equilibrada y eso depende de cada animal. Cuidado con los huesos, han de procesarse m
Manipulación Al manipular alimentos crudos hay que ser muy escrupulosos para evitar la proliferación de bacterias. Simpre es mejor congelar antes de consumir y aún así hay riesgo.
Limpieza En estas condiciones, limpiar y desinfectar las superficies de trabajo y consumo es vital por el bienestar del animal y de los dueños. No hay que olvidarse del comedero:debe fregarse tras cada uso y mejor si es de loza o desechable.
Prohibido Si en casa hay niños, ancianos o personas inmunodeprimidas no debería practicarse la dieta BARF, aconsejan los veterinarios.
cho más de lo que comen nuestras mascotas que antes», explica Manuel Lázaro, veterinario experto en pequeños animales. Por eso, mucha gente mira al milímetro lo que le da a su mascota y lee sobre la manera más adecuada de alimentarlo. Sin embargo, como ocurre a la hora de ponernos a dieta para bajar de peso, hay que estar ojo avizor para no caer en las «dietas milagro», apunta el profesional.
Alimentar bien a un animal supone cubrir todas sus necesidades diarias con productos equilibrados de calidad. Y eso no excluye a los piensos, tengan la forma que tengan. Por ley todos los que compramos en tiendas especializadas contienen los nutrientes necesarios. «Lo que hay que hacer es buscar uno bueno y completo», aconseja la también veterinaria Marta Herrada, especializada en nutrición. «Y escuchar a los que saben. Es más difícil alimentar mal con algo casero que con algo comercial», resume Lázaro.
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