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Avalancha de despedidas de soltero... ¿en busca de (otras) emociones fuertes?

Avalancha de despedidas de soltero... ¿en busca de (otras) emociones fuertes?

Tras la pandemia han aumentado este tipo de celebraciones, un negocio que mueve millones y busca renovarse

Viernes, 23 de septiembre 2022, 18:14

El desmadre, cuando se aplaza, tiende a crecer. Es una verdad universal. Y eso es lo que ha pasado con las despedidas de soltero y soltera ahora que la pandemia ya va de capa caída y no frena los planes de boda. Los futuros contrayentes y sus invitados tienen muchas ganas de fiesta y de despedirse de la soltería (propia o ajena) por todo lo alto, a poder ser haciendo planes exóticos y atrevidos que se conviertan en un episodio memorable de sus vidas. El año pasado, según datos del INE, contrajeron matrimonio en España 147.823 parejas, un 63% más que en el ejercicio anterior. Así que las despedidas están viviendo una época dorada, al menos en lo que a cantidad y variedad -cada vez hay más alternativas- se refiere. De hecho, nuestro país se ha convertido para los extrajeros en la meca de las despedidas, un negocio que mueve, según algunas estimaciones, más de 300.000 millones de euros al año. ¿Están más de moda que nunca?

Sí y no. Los teóricos aseguran que este tipo de celebraciones están en decadencia. Así lo afirma Bloomberg, que es algo así como la biblia de las tendencias de mercado y los negocios punteros. La compañía estadounidense de asesoría financiera e información bursátil -supuestamente, 'el ojo que todo lo ve antes y mejor'- ha vaticinado «la muerte de la despedida de soltero y soltera tal y como la conocemos». Consideran que las nuevas generaciones se casan mucho más tarde que antes y que ya llegan al matrimonio con muchas juergas locas a sus espaldas, por lo que las despedidas tradicionales de 'strippers' y alcohol a espuertas no les suponen ninguna emoción, así que optan por planes con amigos, algunos muy lujosos... Según datos de Wavemaker -agencia especializada en marketing y hábitos de gasto que asesora a marcas nacionales e internacionales-, el 43% de los españoles que se casaron en el último año son de clase social media/alta y alta, el 43,1% son de clase media y el 13,9% son de clase media/baja o baja. Además, se trata de gente con 'experiencia' que no debería perder la cabeza por una juerga al uso: el 97,2% de los españoles que se casaron en el último año vivían ya en pareja y el 75% tenían hijos.

Vamos, que hablamos de un público más 'reposado' que el de antaño y menos dado a las despedidas a salto de mata. De eso se aprovechan las empresas que se dedican a organizar estos eventos, que coinciden en afirmar que las nuevas modalidades (y no la típica cena con 'stripper') están al alza. Esteban Arias, dueño de La Mejor Despedida y con un cuarto de siglo de experiencia en el sector a sus espaldas, ha sido testigo de todos cambios que han experimentado estos eventos: «Ahora la gente se decanta menos por los 'boys' y esas cosas y más por espectáculos de humor, experiencias, irse a una finca con los amigos a hacer algo...». Él está a la última, siempre ideando novedades para despedidas que agraden a los clientes. «Si no, estás muerto», asegura.

Por ejemplo, este año ha puesto en marcha algunas actividades para grupos inspiradas en la serie 'El Juego del Calamar'. «También hay actividades clásicas, como las pruebas de 'Humor amarillo', que siguen siendo de las más demandadas», añade Arias. Según cuenta, las cosas han cambiado mucho. «Ahora hay menos desmadre y la gente es más formal. Antes... Otra cosa que ha cambiado es que ahora chicos y chicas demandan prácticamente lo mismo, casi no hay diferencia», indica Arias, quien presume de que su empresa, una de las punteras de la capital española, ofrece planes para todos los bolsillos. En el mercado conviven desde opciones sencillas a 'packs' que incluyen viajes y alojamiento con un montón de servicios incluidos... «Es que, si se juntan 15 o 20 con poder adquisitivo, tiran la casa por la ventana».

Huyendo de la 'stripper'

Para quienes organizan una despedida -generalmente, algún amigo o amiga del novio o la novia- hay un abanico de alternativas enorme, desde los 20 euros (tampoco es lo habitual) hasta 100 o 200 si se van de fin de semana. «Nosotros tenemos 300 o 400 planes distintos, totalmente a medida», señala Enrique Camba, responsable de Despidalia, otra de las grandes empresas del país, con sede en Barcelona. «Todos quieren que su despedida sea única, que no se parezca a la de nadie», apunta Camba, quien reconoce que, como empresario, ha tenido que cambiar el chip y, por ejemplo, no centrarse mucho en la parte erótica, que disgusta a mucha gente: «Recuerdo un chico que vio a la 'stripper' y se marchó corriendo porque había especificado a sus amigos que no quería eso».

También ha tenido que idear planes que no sean exclusivamente de noche -«una tarde en un spa o en un taller de baile de 'Dirty Dancing', una fiesta con chapuzón en un barco»- y ofrecer cosas que hace años habrían parecido insólitas, como despedidas mixtas, con novio y novia. Entre las novedades más exitosas está ir con las amigas a un taller de dibujo donde el modelo masculino está desnudo. Vaya churros les saldrán a las chavalas si no tienen mucha vena artística, ¿no? «¿Churros? Sí, sí... Pero se lo pasan genial», aclara. ¿Más tendencias que estén triunfando? «La de los monólogos personalizados. Se lleva al novio o a la novia a un espectáculo con un monologuista que sabe cosas de él -alguna amistad se las ha contado antes- y se lleva la sorpresa cuando ve que los chistes van sobre su vida».

El aluvión de despedidas ha sido bien recibido por estos negocios, claro, aunque no tanto por asociones vecinales y parte del sector hostelero de algunas ciudades -Logroño, Málaga...- que se han convertido en epicentros de estas juergas que muchas veces se desbocan. También es cierto que los desmanes son más propios de las despedidas 'caseras', las que no están organizadas por profesionales.

¿Tiene todo esto una explicación antropológica?

Humillación, la clave

Las despedidas 'caseras', las que organizan los amigos sin ayuda de profesionales, tratan de emular las iniciativas de las empresas. ¿O es al revés? La raíz en ambos casos es la misma: pasarlo bien y dejar algunas escenas para el recuerdo. O para olvidar. Lo que ahora se lleva más que nunca es hacer 'pruebas' o juegos. Esto, antropológicamente, tiene una explicación: las despedidas de soltero hunden sus raíces en los llamados rituales de tránsito (de un estadio vital a otro). Antaño la vida de casado era un enorme cambio: suponía abandonar el hogar de los padres, abandonar la idea de ligar, disponerse a procrear... Ahora, evidentemente, no es así. Pero de aquello queda lo de someter a los cónyuges a pruebas para demostrar su arrojo y su valía de cara a la nueva etapa. Estos son algunos de los rasgos comunes de las 'pruebas'.

  1. El ridículo, algo aceptado

El novio o la novia asumen que van a hacer el ridículo sometiéndose a los dictados de los invitados y disfrazándose de modo grotesco (con complementos genitales muchas veces). El caso es que haya vergüenza. También se les pide que hagan cosas como abordar a desconocidos para rogarles que bailen o les den un euro... Si no, pierden. Y, normalmente, el castigo es beber o hacer algo bochornoso.

  1. Uniforme de fiesta, el poder de la tribu

Los participantes suelen ir con complementos comunes o camisetas diseñadas ex profeso.

  1. Juegos de la verdad para pasar apuros

Al novio o a la novia tratan de ponérselo difícil no solo estéticamente. También en otros terrenos. Muchos juegos de las despedidas se basan en el de 'beso, verdad o consecuencia' -adopta distintos nombres según la zona-, donde hay preguntas comprometidas que responder, besos que dar o algo ridículo que hacer. Se basa en el principio de humillación consentida (antaño el epicentro de los apuros era el momento erótico), que los invitados disfrutan de lo lindo.

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