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Hace unos días, la doctora Lucía Galán ('Lucía, mi pediatra') preguntaba a sus casi 800.000 seguidores en redes sociales por las rarezas de sus adolescentes y, entre las numerosas respuestas, había una que se repetía con cierta frecuencia para disgusto de la mayoría de ... madres y padres: su querencia por el chándal. «Estoy harta. No se lo saca de encima, no quiere ponerse nada más», «la niña se cree que ir arreglada a los sitios es ir en chándal», «voy por la calle con Rosalía», «repeinado, pero siempre con ropa de deporte. No puedo más»..., comentaban con cierta resignación los adultos.
Es una conversación habitual en los corrillos de padres, que no terminan de entender la alergia de sus hijos a cualquier prenda que no sea una sudadera, un pantalón deportivo o unas zapatillas... de marca. «Les desconcierta que esos niños a los que han vestido monísimos durante toda su infancia luzcan ahora con una estética tan alejada de lo que ellos consideran ir bien vestidos. Les cuesta entenderlo, porque muchos de ellos todavía asocian el uso del chándal con el mal gusto. Les parece de 'chonis' y 'canis'», razona Ana Jiménez Zarco, experta en tendencias de consumo y profesora de Estudios de Economía de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
No cabe duda de que esta popular combinación de prendas deportivas, creada hace más de ocho décadas por la firma francesa Le Coq Sportif con la idea de convertir esta indumentaria en el 'traje de los domingos', vive una época dorada después de años de maltrato. Basta con darse una vuelta por cualquier instituto o centro comercial para comprobarlo. Adolescentes de toda clase con sudaderas enormes, pantalones cómodos, mallas, camisetas por encima del ombligo, mucho complemento y zapatillas de marca. Cada uno en su estilo (más o menos pijo, 'reguetonero', 'surfer', rapero, 'fashionista', 'cani' o de gimnasio), pero todos con un denominador común: la ropa deportiva.
¿Por qué triunfa esta estética entre los jóvenes de ahora? La tendencia 'chandalera', rebautizada como 'athleisure' –una mezcla de los términos en inglés 'athletic' (deportivo) y 'leisure' (ocio)–, «lleva casi una década entre nosotros, pero la pandemia ha redefinido nuestros códigos sobre estilo y comodidad. Probablemente, las generaciones más jóvenes, como es el caso de la Z, buscan con esta forma de vestir una manera de contraponerse a este mundo en crisis, pandemias e incertidumbres en el que han crecido. El rechazo a los códigos establecidos es propio de la juventud, pero este momento resulta especialmente interesante. El chándal y la ropa deportiva es claramente un símbolo de la nueva imagen que nos quieren transmitir estas generaciones», argumenta Eduardo Sánchez, director del Instituto Europeo de Diseño (IED) de Madrid.
Además de la incuestionable comodidad de estas prendas, otra de las razones de peso que avala el triunfo de la tendencia 'athleisure' entre los más jóvenes es la forma de vestir de sus referentes. Cantantes, actrices, deportistas e 'influencers' en general visten a diario con prendas deportivas, cada uno en su estilo: por la calle, en aeropuertos, restaurantes, de compras... incluso en estrenos y eventos más formales. «Y los adolescentes les copian. Replican la estética de sus ídolos y hoy en día el 'rollo chandalero' es el que triunfa», añade Ana Jiménez.
Chándal, sí, pero no cualquiera ni de cualquier precio. «Cuando hablamos de ropa deportiva no nos referimos al clásico dos piezas de mercadillo. Nada que ver. La sudadera del niño probablemente sea más cara que mucha de la ropa de su madre», advierte la experta en tendencias.
Según explica Sánchez, «el chándal ha seguido el mismo camino que hemos visto en otras tendencias que han pasado de la calle a las pasarelas y de ahí a las capas más altas de la sociedad. La colaboración de Adidas con Gucci o Balenciaga es un claro ejemplo de un producto de lujo orientado a niños 'bien'. El mercado sabe reinventarse y hacer llegar la tendencia a todas sus capas».
Además de la ropa deportiva, «las nuevas generaciones (millenial y, especialmente, la Z) han elegido las zapatillas como el nuevo objeto de deseo y símbolo de estatus. La comodidad ha llegado a nuestro día a día y las marcas han sabido conjugarla con la estética para darnos un objeto de consumo como las deportivas», explica Eduardo Sánchez, director del Instituto Europeo de Diseño de Madrid. «Todas las firmas, desde las de bajo coste hasta las más exclusivas, se han subido al carro de esta moda que, lejos de ir desapareciendo, se afianza cada nueva temporada, no solo en el ámbito puramente deportivo, sino también de calle, con modelos que ya son considerados verdaderos iconos», añade la experta en tendencias Ana Jiménez Zarco. Los datos de ventas del sector son espectaculares y no paran de crecer: se espera que para 2030 la facturación supere los 145.000 millones de euros.
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