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J. Castillo
Miércoles, 22 de enero 2025, 00:24
Los intentos de estafa a través de llamadas telefónicas están recrudeciéndose. Pese a la última legislación al respecto, millones de españoles siguen recibiendo comunicaciones no deseadas a horas intempestivas; camufladas bajo numeraciones de teléfonos móviles que varían de un intento a otro (los delincuentes ... saben que ya no hacemos caso a los números fijos).
Seguramente usted haya recibido alguna de estas llamadas en las últimas semanas: una locución informa sobre una oportunidad laboral en Amazon o TikTok, instándonos a proporcionar nuestros datos para apelar al proceso de selección. No hay que ser un lumbreras para detectar que se trata de un fraude.
Cuestión distinta son aquellas llamadas que descolgamos para descubrir que el interlocutor da la callada por respuesta, aprovechando nuestro «¿Sí?» (grabación mediante) para darnos de alta en servicios de suscripción sin nuestro consentimiento real. Con todo, el timo que más predomina según las autoridades es el referido como 'Wangiri'.
'Wangiri' proviene del término nipón 'wankiri', lo que podría traducirse como 'llamada y corte'. Se remonta a 2010 y también se basa en un sistema automatizado de llamadas telefónicas a números aleatorios. La diferencia radica en que la comunicación se cuelga al segundo o tercer tono, de forma que rece como llamada perdida en el teléfono de la potencial víctima.
Dado que siempre hay alguien esperando una llamada de un familiar, su centro de salud o una empresa de mensajería, la probabilidad de que el receptor devuelva la llamada es relativamente alta. Especialmente en el caso de personas de edad avanzada, quienes muchas veces llaman a esos números misteriosos por mera curiosidad o cómo método para aliviar su soledad. ¿El resultado? Una serie de abultados cargos en la factura de su operador, ya que hablamos de numeraciones de tarificación especial provenientes del extranjero.
En este sentido, Movistar aconseja interiorizar los prefijos de los países desde los que se registran un mayor número de llamadas fraudulentas. A saber: Albania (+355), Bosnia (+387), Costa de Marfil (+225), Estonia (+372), Ghana (+233), India (+91), Mali (+223), Marruecos (+212), Nigeria (+234), Papúa Nueva Guinea (+675), Túnez (+216), Samoa Occidental (+685), Sierra Leona (+231), Sri Lanka (+94), Uganda (+256) y República Centroafricana (+236).
Si no tenemos a ningún familiar residiendo en estas regiones o interés alguno en las mismas, el consejo es desentendernos de la llamada. Si la devolvemos lo más probable es que nos topemos con una locución diseñada para mantenernos más de quince minutos al auricular, mientras el coste no deja de subir.
La Policía Nacional también ha insistido recientemente en no devolver llamadas provenientes de números desconocidos (especialmente si albergan los prefijos internacionales enumerados). Debemos pensar que si se trata de algo urgente, o nos está contactando un conocido, lo más normal es que vuelva a probar suerte durante el resto de la jornada. Los sistemas automatizados rara vez encadenan intentos a un mismo número: cuentan con millones en sus bases de datos para seguir operando.
A lo anterior, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado añaden las siguientes recomendaciones:
• Introducir el número de marras en un buscador para identificarlo como potencialmente peligroso: existen numerosas webs dedicadas a recoger alertas de otros usuarios, además de aplicaciones que nos informan directamente sobre la naturaleza de los números que llaman.
• Bloquear y denunciar: Tras cerciorarnos de que el número es fraudulento, lo mejor es bloquearlo en la aplicación 'teléfono' de nuestro móvil (según el modelo, suele resultar tan sencillo como mantener pulsado sobre el remitente y seleccionar la opción al efecto). Aunque más engorroso, también se aconseja denunciar el intento de estafa ante las autoridades, de forma que se investigue a sus responsables y, en última instancia, no puedan volver a delinquir.
En caso de que lleguemos a devolver la llamada y atendamos a cualquier grabación, igualmente, debemos cuidarnos de proporcionar ningún dato personal (nombre completo, dirección, cuentas de correo electrónico, claves de banca online...). De lo contrario, además del sobrecoste en la factura podríamos terminar enfrentándonos a perjuicios mayores: transacciones sin nuestro consentimiento, robo de datos e incluso intentos de extorsión.
Además, si coincide que la locución se hace pasar por una empresa a la que hayamos adquirido o contratado algún producto o servicio, frente a ultimátums o mensajes alarmantes, lo mejor es colgar y ponernos en contacto de motu proprio con el teléfono oficial de atención al cliente que figure en la web de la compañía. Así ratificaremos nuestras sospechas de un intento de estafa.
Finalmente, los expertos en ciberseguridad advierten de grabaciones en las que se pide agregar cierto número a aplicaciones de mensajería instantánea como WhatsApp: desconfiar vuelve a ser la norma.
Una variante del 'Wangiri' tradicional consiste en una locución donde se nos notifica un mensaje pendiente de escuchar en nuestro buzón de voz: «Para escucharlo, envía un SMS con la palabra 'BUZÓN' al número XXX». Si lo hacemos recibiremos un segundo mensaje indicando que se ha producido un error. ¿La realidad? Acabamos de suscribirnos sin saberlo a un servicio de telefonía premium. Por supuesto, la mejor forma de no picar es recordar el número de buzón de voz de nuestra operadora y no intentar acceder a éste por ninguna otra vía.
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