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Solange Vázquez
Sábado, 1 de julio 2023, 00:13
Tenemos miedo... y con razón, porque de un tiempo a esta parte no hay actividad en que la Inteligencia Artificial no parezca superarnos a los humanos. Dicen que hasta puede escribir reportajes, también puede diagnosticar enfermedades, jugar al ajedrez, optimizar decisiones empresariales, realizar muchos trabajos ... hasta ahora desempeñados por personas... Pero, si esto sigue así, ¿qué va a quedar entonces para los seres de carne y hueso? ¿Entramos en pánico ya o mejor nos sacudimos un poco los temores repasando en qué seguimos siendo mejores que la inteligencia artificial (IA)?
«Hasta ahora, las máquinas han demostrado ser eficaces en tareas estructuradas y repetitivas. Y en el terreno de las 'soft skills' (habilidades sociales adaptadas a las circunstancias y criterios morales) hemos visto avances recientes: 'chatbots' que pueden 'aprender' a interpretar el tono emocional de un mensaje de texto y responder de manera adecuada, herramientas de análisis de sentimientos que 'comprenden' y clasifican emociones en los datos de las redes sociales... ¡Pero no dejan de ser simulaciones!», recuerda Isabel Aranda, psicóloga de TherapyChat.
Estas son las competencias intrínsecamente humanas que, de momento, la inteligencia artificial no ha conseguido 'copiar' con buenos resultados. Y los expertos consideran que lo inteligente es fomentarlas, primero, para distinguirnos cada vez más de las máquinas y, en segundo lugar, para gestionar esta enorme revolución tecnológica que se nos echa encima con eso tan humano que se llama cautela.
La IA no es capaz de entender las emociones. Aunque puede aprender a fingirlas –de momento con poco éxito– existen ya algunas experiencias preocupantes. «Se ha dado el caso de una persona que se ha suicidado tras estar 'hablando' con un 'chatbot'», alerta Aranda. Al parecer, la 'máquina' proporcionaba información muy apocalíptica sobre el cambio climático ¿Con mala intención? No, sólo usaba los datos que tenía disponibles, pero como todos sabemos, confiar ciegamente en los datos puede ser un error si no van acompañados de un análisis personal y una interpretación.
«La inteligencia artificial no sabe aplicar la información en relación al contexto.Y no entiende las repercusiones de sus soluciones, simplemente busca la salida, sea correcta o no. Y esto es peligrosísimo. Por ejemplo, durante la pandemia de covid, con todas las noticias dramáticas que surgían día a día, el ser humano se dijo 'vamos a relativizar, tomaremos medidas, confinamientos, búsqueda de vacunas...', pero la solución de una Inteligencia Artificial, que piensa en términos absolutos, sería la vía rápida: dejar que se erradique la humanidad y ya está, problema resuelto», señala Aranda.
Con otras grandes cuestiones planetarias, como el calentamiento global, ya han hecho la prueba con el mismo resultado: la 'máquina' no tiene espíritu de lucha ni miedo y, al analizar los datos ingentes que tiene y ver la cosa fea..., solución: dejar que el problema siga su curso y la humanidad se erradique. Carece de espíritu crítico.
Los humanos podemos soñar, imaginar, crear de la nada. La inteligencia artificial, no. Es muy rápida y nos 'gana' en procesamiento rápido de datos e incluso ha resuelto problemas matemáticos inasequibles para los mejores expertos el mundo, pero ojo, necesita que le suministren información previa. Juega con lo que tiene.
¿Entender algo inmediatamente sin un razonamiento consciente? Esto es la intuición y la IA no la tiene.«La intuición es un pensamiento inconsciente, rápido y relacionado.Y la Inteligencia Artificial es rápida, sí, más que nosotros, pero le resulta imposible contextualizar», apunta Aranda. Por eso, la adaptabilidad es otra de sus carencias. Aunque ojo, parece que es capaz de aprender por sí sola algunas cosas. Pacientes con problemas psicológicos se han puesto en manos de un 'chatbot' en una sesión clínica y la 'máquina' ha ofrecido el mismo diagnóstico que un psicólogo (humano).
De unos años a esta parte, en las selecciones de personal se pide 'capacidad de liderazgo', lo que implica gestionar equipos, motivar e inspirar a otros. Esta capacidad es una asignatura pendiente para la IA, ya que requiere empatía y habilidades sociales. Así que, al menos día de hoy, una inteligencia artificial sería un mal jefe.
Según la psicóloga Isabel Aranda, el hecho de que el 'toque humano' sea insustituible en algunos casos, no quiere decir que la inteligencia artificial no sea útil en el campo de las 'soft skills'. De hecho, es eficaz para identificar áreas de mejora mediante el análisis de patrones de comportamiento, ayuda a entender mejor las emociones y los comportamientos mediante el análisis de patrones en nuestras interacciones digitales, los 'chatbots' de desarrollo personal y las plataformas de aprendizaje en línea pueden ofrecer estrategias para manejar el estrés... «Bien usada, la IA puede ser una herramienta valiosa para complementar y potenciar nuestras capacidades humanas», destaca.
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