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Los intentos de estafa a personas de edad avanzada no dejan de sucederse. Sin ir más lejos, hace unos meses la Policía Nacional detuvo a 54 personas presuntamente implicadas en una organización criminal. Se les acusó de sustraer 2,5 millones de euros a 84 ... ancianos, previo contacto telefónico haciéndose pasar por agentes de sus respectivas entidades bancarias.
La irrupción de los teléfonos inteligentes ha exacerbado la situación: algunos mayores los reciben como obsequio de sus familiares; para que puedan contactarles cómodamente a través de aplicaciones de mensajería como WhatsApp. Sin embargo, no tienen la formación necesaria para manejarlos con soltura o identificar posibles amenazas en materia de ciberseguridad.
A esta brecha digital se suman la propensión al engaño y la manipulación de quienes buscan voces amigas en cualquier parte (por encontrarse solas la mayor parte del tiempo). Esto hace que presten atención a mensajes o llamadas provenientes de desconocidos, sin reparar en la posibilidad de una treta perfectamente calculada. Véase el caso de las hermanas de Morata de Tajuña, endeudadas (y posteriormente asesinadas) por una engañifa romántica perpetrada a través de las redes sociales.
Conviene, por ende, estar al tanto de los tipos de estafa relativos a las nuevas tecnologías más frecuentes en la tercera edad. Uno de los más efectivos es aquel en el que un hijo o nieto contacta a la víctima para comunicarle una situación de emergencia, lo que desemboca en una petición monetaria. Por ejemplo, el anciano puede recibir un mensaje de texto desde un número desconocido (el delincuente se hace pasar por un familiar que asegura haber sido víctima de un robo) en el que se le pide cierta cantidad para adquirir un terminal nuevo o billetes de avión que le permitan volver a casa desde el extranjero.
También son habituales los mensajes de texto (SMS) supuestamente enviados por la Seguridad Social, la Agencia Tributaria o una entidad bancaria: advierten sobre descubiertos en la cuenta, problemas de cobertura sanitaria o la recepción de una sanción que debe ser abonada con urgencia. Para ello incluyen un enlace web que los menos duchos terminan consultando, donde a menudo se les pide introducir información bancaria. ¿El resultado? El descuento de sumas importantes en la cuenta corriente.
Los ancianos tampoco suelen ser conscientes de que los perfiles en redes sociales resultan comprometidos con relativa frecuencia. Esto nos lleva a estafas como la mentada de Morata de Tajuña, en la que un apuesto galán dedicó meses a intercambiar mensajes con su víctima para prometerle un encuentro (supeditado a pagos periódicos, con las excusas más inverosímiles) que nunca llegaría. Lo más común, sin embargo, es que los ciberdelincuentes se hagan con el control de la cuenta de Facebook (por poner un ejemplo) de un hijo o nieto, escribiendo al abuelo de turno para pedirle un 'favor' de coste elevado.
Igualmente, conviene estar alerta frente a las llamadas provenientes de supuestos técnicos informáticos o de Hacienda, quienes consiguen el teléfono del mayor después de que éste proporcione sus datos sin saberlo, al registrarse en sitios web poco confiables: intentarán engatusarle con la excusa de haber detectado un virus en su teléfono o una oportunidad de inversión irrechazable.
La Oficina de Seguridad del Internauta (OSI), perteneciente al Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE), comparte algunos consejos de utilidad respecto a la protección de los mayores en el uso de dispositivos inteligentes:
• Concienciarlos sobre estafas tan habituales como la suplantación ('phishing') o las páginas web repletas de contenido malicioso.
• Pedirles que no compartan su información personal, bancaria o contraseñas por ningún medio; tan siquiera si se lo solicita un familiar directo a través de mensajes o correos electrónicos. En estos casos, deben contactar directamente con el allegado en cuestión vía telefónica, para confirmar que no están siendo víctimas de un engaño.
• Animarles a desconfiar de cualquier oferta milagrosa que pueda planteárseles mediante ventanas emergentes, mensajes o llamadas telefónicas; hablemos de rebajas en artículos llamativos o de amistades surgidas de la nada. Socializar con desconocidos en Internet, especialmente si insinúan intereses románticos, conlleva un alto riesgo.
• Aleccionarles sobre el peligro de descargar archivos o pinchar en enlaces sospechosos.
• Instalarles un programa antivirus y programarlo para que ejecute rastreos de seguridad periódicos.
• Mantener el sistema operativo y las aplicaciones de su móvil actualizados a la última versión disponible (lo que podemos hacer cada vez que los visitemos).
• Activarles sistemas de autenticación de doble factor en aquellos sitios que lo permitan y estar presentes cuando necesiten registrarse en cualquier web, hacer una compra online o realizar un trámite telemático con las instituciones.
Tampoco está de más, recuerdan los expertos de la OSI, compartirles titulares sobre estafas a mayores. Así serán conscientes de las últimas tretas y podrán adelantarse en caso de que alguien intente usarlas en su contra. En resumidas cuentas, todo el conocimiento que podamos prestarles sobre ciberseguridad disminuirá las posibilidades de que se vean envueltos en una situación desagradable.
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