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Cada vez somos mejores en crear nosotros mismos el problema y luego emprender la búsqueda de soluciones (aunque solemos ser bastante más brillantes en lo primero que en lo segundo). Un ejemplo de lo más reciente: como 'respuesta' a los empachos de pantallas, han surgido ... las paradas de descanso digitales ('digital rest stops'), un concepto al que ha dado carta de naturaleza un artículo de 'The Washington Post' de la periodista Taylor Lorenz, donde pone sobre la mesa la aparición de estos 'refugios' en redes, webs y plataformas, que 'saltan' cuando llevamos mucho rato enganchados. ¿Su utilidad? Advertirnos de que nuestro cerebro precisa un descanso. Generalmente, son imágenes relajantes (estáticas o en movimiento), de paisajes o de motivos que aportan serenidad (flores, vida submarina, animalitos monos), acompañados de música suave y de un pequeño texto donde, educadamente, te 'invitan' a dejar de navegar y a hacer un alto.
Y aunque lo plantean como una recompensa, como el descanso del guerrero, no todos los usuarios se lo toman bien. Tal y como explica Lorenz, este tipo de contenidos, que empezaron a aparecer en Instagram o Tik Tok –su formato lo hace ideal, porque las 'paradas' ocupan toda la pantalla e incorporan sonido– y Twitter –únicamente con fotos– no obtuvieron en un primer momento una buena acogida. De hecho, los amantes de Tik Tok se enfadaron mucho cuando empezaron a aparecerles en pantalla estos 'retiros'. A nadie le gusta que le recuerden que es un yonqui de nada.
Dos expertos valoran, en esta época en la que estamos consumiendo, sobre todo, muchísimos contenidos dramáticos de la guerra de Ucrania, la conveniencia (o no) de utilizar este tipo de recursos –creados por las propias redes o por 'independientes'– para 'limpiar' nuestro cerebro, adicto a los chutes potentes.
«Es un fenómeno tan nuevo que en español ni se ha popularizado el nombre –indica Pavel Sidorenko Bautista, profesor del Máster en Marketing Digital de la UNIR–. Supone una gran paradoja: las redes cada vez hacen propuestas más sobreestimulantes y luego nos animan a parar». Tal y como explica, las estadísticas que manejan los 'influencers' le indican que lo adecuado es hacer contenidos de cuarenta segundos para captar la atención, pero luego el usuario solo consumirá unos siete. Por eso, la norma es que en los primeros tres segundos logren enganchar ofreciendo lo más relevante. «Esta comunicación efímera hace que la red se llene de productos muy condensados de diferente índole y que los consumamos en bucle», afirma. ¿La consecuencia? El cerebro demanda cada vez más y más y dosis más altas de motivación; por lo tanto, llega un momento en que se satura y la retentiva se resiente: imposible quedarnos con todo. «Que te inviten a respirar desde el ámbito digital y te ofrezcan vídeos satisfactorios o material similar de contenidos vacíos para descomprimir... Debemos hacerlo nosotros mismos dejando a un lado los dispositivos», afirma. Y lanza una advertencia: los productos de relajación, si se viralizan, se convierten en algo «monetarizado», como algunas 'apps' para calmarnos que son de pago (solo por entrar y luego por cada paso..., ¡menudo relax!).
«No me creo el compromiso de las redes sociales de ofrecer contenidos para desintoxicar... Es poco sincero, atenta contra su cuenta de resultados. Fueron diseñadas, y así lo han dicho, para enganchar y retroalimentar el ciclo de adicción. Así que me lo creo más si viene de un 'streamer', de una persona independiente», indica Álex Rayón, vicerrector de Relaciones Internacionales y Transformación Digital de la Universidad de Deusto.
A su juicio, está claro que todos necesitamos una vía de escape, «cosas que nos desconecten, que nos llenen». Es un fenómeno que se llama escapismo, descrito por la psicología y que supone una «desinhibición de nuestras responsabilidades y nuestro mundo real». «Y ahí es donde llega el metaverso, universos virtuales donde nos sentimos libres de estas responsabilidades y actuamos sin atadura y nos sentimos cómodos», apunta el experto, quien indica que el metaverso es, al final, otro intento de evasión y de 'limpiar' el cerebro. Aunque cada cual busca el suyo: leer mayor proporción de buenas noticias, ponerse vídeos musicales... La 'receta' para resetear la cabeza es siempre muy personal.
En las redes proliferan desde hace años 'herramientas' para dejar la mente en blanco (o casi). Por ejemplo, vídeos de actividades tontas y repetitivas (como tallado de jabón o moldeado de 'slime') que no precisan reflexión alguna. También escenas naturales y memes para hacernos reír (la risa es un ansiolítico genial). Pero los reyes son los vídeos ASMR (Respuesta Autónoma Sensorial Meridiana), que se valen de sonidos suaves, como los susurros, para provocar una reacción física en el oyente, que se relaja. Se han convertido en una subcultura en YouTube y son usados a menudo para poder conciliar el sueño.
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