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J. Castillo
Miércoles, 16 de octubre 2024, 00:14
Instagram es la red social con mayor impacto negativo en la salud mental de los adolescentes. Así lo concluye el estudio llevado a cabo por la Royal Society for Public Health (RSPH), que sitúa a la plataforma de Meta por delante de Snapchat, Facebook, Twitter ... y YouTube. Este carrusel de fotos y vídeos supone una puerta de acceso a contenidos inapropiados para la edad de muchos usuarios, quienes terminan pasando horas de más deslizando el dedo por un sinfín de publicaciones y, a menudo, mensajes enviados por desconocidos (lo que puede derivar en situaciones de acoso).
El pasado mayo, la propia Comisión Europea abrió una investigación para dilucidar los posibles efectos adversos de Facebook e Instagram entre los adolescentes. Según señaló el comisario de Mercado Interior, Thierry Breton, «se sospecha que Meta no ha hecho lo suficiente para mitigar los riesgos de efectos negativos en la salud física y mental de los jóvenes europeos en sus plataformas».
En respuesta a estas críticas, la compañía de Mark Zuckerberg implementará el año que viene las 'cuentas de adolescente' en Instagram, que llevarán aparejadas una serie de medidas protectoras. Para empezar, dichos perfiles resultarán privados por defecto: los menores tan solo podrán establecer contacto con sus amigos, familiares y allegados, de forma que ningún usuario anónimo pueda escribirles 'motu proprio' con fines malintencionados. Esto se aplica tanto al buzón de mensajes como a los corazones y comentarios inherentes a cada publicación, vías por las que los expertos alertan de la recepción de contenidos eróticos o pornográficos. De hecho, un estudio de UNICEF concluye que el 42% de los adolescentes ha recibido algún mensaje de este tipo a través de cualquiera de sus redes sociales.
Sin embargo, para Ferran Lalueza, profesor de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), esta medida resultará difícilmente efectiva porque «los acosadores no siempre dan la cara». «A menudo utilizan identidades falsas y el adolescente termina incluyéndolos dentro de su círculo de confianza, donde son libres para ejercer su influencia tóxica», apunta.
Lalueza recuerda, además, que los menores suelen contar con varios perfiles distintos, al menos, uno para expresarse libremente con sus amigos y otro más formal, al que tiene acceso su entorno familiar: «Muchas veces el adolescente no se identifica como tal en todas sus cuentas, porque es típico que tengan más de una y no todas son supervisables por sus padres».
Esto último hará que los nuevos protocolos de Instagram respecto a las cuentas de adolescentes resulten fácilmente sorteables, sentencia Silvia Martínez, profesora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC: «Los mecanismos actuales para crear perfiles no resultan fiables porque los nuevos usuarios pueden dar datos falsos. De hecho, los menores pueden fácilmente engañar al sistema y mentir sobre su edad».
Desde Meta aseguran que verificarán las fechas de nacimiento introducidas cotejándolas con los datos que el menor haya introducido en otras plataformas de la empresa, pero la efectividad de esta comprobación está por ver.
Otro gran problema de las redes sociales es la cantidad de horas productivas que nos roban cada día, fruto de su marcado componente adictivo. Según refleja el informe 'Nacer en la era digital: La generación de la IA' –elaborado por la plataforma sobre seguridad online Qustodio–, los menores españoles pasan una media de cuatro horas diarias frente a las pantallas, el doble de lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud. Y las redes sociales se llevan la mayor parte de ese tiempo, con Instagram en segunda posición (después de TikTok) en cuanto al número de minutos consumidos: 71 por día, lo que supone un incremento del 27% respecto a los datos registrados en 2022.
Para intentar paliar este problema, los responsables de Instagram enviarán una notificación al menor cuando haya superado los 60 minutos de conexión, algo que tampoco despierta demasiado optimismo entre expertos como Lazuela: «No perdamos de vista que solo es un aviso. Si el adolescente está realmente enganchado a la red, como es bastante habitual, no tendrá ninguna efectividad. Seguirá navegando y consumiendo contenidos».
Las cuentas para adolescentes de Instagram impedirán, por último, que cualquiera pueda etiquetarles o mencionarles en fotos y vídeos; además de limitar su acceso a contenidos violentos o que puedan afectar negativamente a su autoestima. Unas novedades que para Martínez «caerán en saco roto sin la aprobación de una regulación realmente efectiva por parte de las autoridades y los poderes públicos». Así que una vez más, la mejor 'defensa' es explicar a los chavales los riesgos de un mal uso de las redes.
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