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Iratxe Bernal
Domingo, 9 de julio 2023, 19:01
La casa estará cerrada a cal y canto y usted bien lejos disfrutando de sus vacaciones, pero en ella no todo es quietud. Hay electrodomésticos que, ajenos a su ausencia, siguen consumiendo electricidad como si nada. A final de mes, justo cuando suframos el bajón ... del regreso, la factura nos recordará que hay pequeños gestos que evitan que nuestro contador trabaje en época de descanso.
Ahí donde la ve, ella solita es responsable del 30% del consumo generado por los electrodomésticos, según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE). Con el precio medio de la tarifa regulada registrado entre junio y octubre del año pasado, la OCU calcula que cada día pagamos 0,21 céntimos por tenerla encendida. Son 6,43 euros al mes, un precio por el que quizá nos merezca la pena escuchar la recomendación de los fabricantes, poco partidarios de desenchufarla y correr el riesgo de que el gas refrigerante que usa se desestabilice. Si lo hace, por cierto, al volver a conectarla a la red tardará en recuperar su eficacia anterior.
Si aun así queremos ahorrar, lo ideal es organizar bien las compras y comidas de los días previos a nuestra marcha para asegurarnos de que la dejamos 'pelada' y, por tanto, sin razón para mantenerla encendida. Si lo logramos, es importante limpiar bien el interior para prevenir la proliferación de bacterias e incluso dejar la puerta abierta para evitar malos olores. En función del aparato que tengamos, quizá también sea posible desenchufar únicamente el frigo y dejar funcionando con normalidad el congelador.
Si finalmente optamos por mantener enchufados ambos elementos podemos recurrir al 'modo vacaciones' que incorporan muchos modelos, que no hace otra cosa más que, según el fabricante, desconectar el frigorífico o elevar su temperatura para que necesite menos electricidad. Esto no afecta al congelador, que el IDAE aconseja tener siempre en los -18 grados.
Si nuestra nevera no tiene esta función, podemos ajustar su termostato manualmente. En condiciones normales de uso, el frigo debe mantenerse entre los 3 y los 5 grados –que es la recomendación del IDAE–, pero si lo manipulamos para que gaste menos durante nuestras vacaciones podemos subirlo y dejarlo entre los 10 y los 15. Pero, ojo, porque a menor temperatura menor capacidad de conservación, por lo que tampoco podemos dejar cualquier alimento en su interior si no queremos que, además de estropearse, nos monte una colonia de bacterias.
Horno, lavadora, lavavajillas, microondas, calentador... Una vez hecha la excepción de la nevera, el resto de aparatos que habitualmente tenemos en la cocina pueden desenchufarse tranquilamente. Ya no sólo se trata de frenar el consumo eléctrico de sus temporizadores y relojes, sino que también debemos evitar el riesgo de que sufran averías por posibles subidas de tensión causadas por apagones o tormentas de verano.
Lo malo aquí es que las tomas de corriente no suelen ser muy accesibles, por eso, si nos lo podemos permitir y sabemos exactamente qué mando corresponde a cada electrodoméstico o conjunto de ellos, lo más directo es acudir al cuadro eléctrico y desenchufar de un plumazo, si no todo, al menos sí algunos de los equipos. Si el congelador está vacío, incluso podemos cortar la general.
La famosa lucecita roja puede suponer entre el 7% y el 11% del gasto energético total de la vivienda, lo que ya es cuestionable cuando estamos en casa. Seguro que está pensando en la televisión, el ordenador, el cargador del móvil, el despertador, los equipos de climatización o incluso el cepillo de dientes... Pues que sepa que la OCU estima que los electrodomésticos que más gastan en 'stand-by' son la caldera de gas, los asistentes de voz (tipo Alexa) y el robot aspirador. «Son elementos que habitualmente no desenchufas porque quieres tenerlos inmediatamente disponibles cuando los necesitas, pero en reposo la factura anual de los tres supone 24 euros», explican en la organización de consumidores.
Para evitar este consumo fantasma –y el ya citado riesgo a sobretensiones– lo más práctico es tener este este tipo de aparatos conectados a una regleta, de modo que nos baste con apagar un único interruptor para dejarlos sin corriente.
Si no tenemos dispositivos como cámaras IP de vigilancia, aplicaciones para controlar la iluminación –y despistar a posibles intrusos– o servidores NAS a los que queramos acceder desde nuestro lugar de veraneo tanto para ver su contenido como para colgar vídeos de las vacaciones, lo más recomendable es apagar también el módem y el router para asegurar así la integridad de nuestra red doméstica.
Aunque lo desenchufáramos absolutamente todo, la factura de la luz de ese mes nunca estaría a cero. La culpable es la potencia, un coste que pagamos por estar conectados a la red. El gasto es inevitable, pero dado que pagamos por cada kilovatio del que podemos disponer (hagamos o no uso de ellos) se puede ajustar a las necesidades reales de cada casa. Según la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, más del 70% de los hogares tiene contratada más potencia de la necesaria. Quizá el verano sea una buena época para pararse a pensarlo.
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