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J. Castillo
Viernes, 18 de octubre 2024, 00:16
Según las últimas encuestas, los españoles pasan entre cuatro y cinco horas diarias utilizando su teléfono móvil. Muchas veces absortos en la pantalla de forma exclusiva y otras a la par de actividades como usar la maquinaria del gimnasio, ver la televisión o tomar un ... café con los amigos (las típicas miraditas al móvil mientras te cuentan sus desventuras amorosas o profesionales).
Así las cosas, los smartphones se han convertido en el dispositivo al que más estrés sometemos durante el día, lo que llega a poner a prueba tanto su capacidad de almacenamiento como su rendimiento a largo plazo. Los modelos más económicos comienzan a renquear al cabo del año y medio, mientras que los llamados topes de gama pueden funcionar sin mostrar agotamiento durante dos o tres años.
La obsolescencia programada tiene mucho que ver con esto último: los fabricantes lanzan nuevas funciones para las que los terminales más antiguos no están preparados en términos de especificaciones, obligándonos a cambiar de móvil más pronto que tarde. Claro que también hay muchos usuarios (la mayoría), que desconocedores de los conceptos tecnológicos más básicos terminan conservando sus aparatos mucho más de lo que deberían. Estos son los síntomas inequívocos de que ha llegado el momento de jubilar nuestro teléfono:
1.
Si al pinchar en el icono de cualquier aplicación ésta tarda una eternidad en abrirse, o si la pantalla del teléfono parece no responder (o lo hace segundos después) a cada pulsación, lo más probable es que debamos renovar el terminal. Sobre todo si lo adquirimos hace ya unos años. Antes podemos intentar soluciones como cerrar todas las aplicaciones en segundo plano, reiniciar el teléfono, actualizar su sistema operativo a la última versión disponible o restaurarlo a sus ajustes de fábrica.
Otras señales de alerta son que las aplicaciones se cierren cada dos por tres o que el móvil se caliente y reinicie sin motivo aparente.
2.
Lo habitual es que podamos usar el móvil durante toda la jornada sin necesidad de conectarlo a la corriente (incluso cuando lo usemos de forma compulsiva). De no ser así, puede que su batería esté en las últimas y nos veamos obligados a reemplazarla. Ahora bien, en el caso de modelos muy antiguos o modestos, seguramente nos salga más a cuenta comprar un dispositivo moderno dentro del mismo rango de precio. Porque, ¿de qué sirve un teléfono si se apaga justo cuando estamos esperando una llamada importante?
3.
Los estudios de mercado basados en dispositivos Android demuestran que una inmensa mayoría de usuarios nunca actualiza el sistema operativo de su smartphone; es más, tan siquiera saben qué es eso de 'sistema operativo'. Se trata del conjunto de programas que rigen el aparato y le permiten funcionar, lo que también atañe a las múltiples mejoras y parches de seguridad que los fabricantes lanzan periódicamente. Si no actualizamos el móvil (normalmente a través del apartado 'Actualización del sistema', dentro de 'Ajustes'), lo más probable es que quede a expensas de los ciberdelincuentes o muestre un comportamiento errático.
De este modo, los expertos recomiendan cambiar de móvil cuando ya no sea capaz de recibir la última actualización lanzada por Apple, Xiaomi, Samsung y compañía. Y ojo, porque ciertas aplicaciones dejan de estar disponibles para los modelos más antiguos, como ocurre cada cierto tiempo con WhatsApp.
4.
Si sueles decir aquello de 'mejor con tu móvil, que con el mío no va a verse un pimiento', ha llegado la hora de interesarse por un sistema de cámaras nuevo. Es uno de los componentes que más avanza con el paso del tiempo, por lo que podemos conseguir un smartphone con cámaras mucho mejores por el mismo precio (o menos) de lo que pagamos en su día. Notaremos entonces cómo las fotos ganan en nitidez (incluso con poca luz) y dejaremos de depender de teléfonos ajenos para capturar nuestros recuerdos.
A la hora de consultar las especificaciones, eso sí, recuerda que los megapíxeles no lo son todo: aspectos como el tamaño de esos mismos píxeles o la apertura de los sensores cobran hoy mucha más importancia.
5.
La gestión del almacenamiento en los teléfonos de gama media puede resultar engorrosa: cuando los mensajes de espacio insuficiente nos asaltan cada dos por tres pese a borrar constantemente conversaciones de WhatsApp, aplicaciones, fotos y vídeos, lo mejor sería preguntarse si no deberíamos hacernos con un móvil actual que duplique o triplique la capacidad del nuestro (los 128GB son ya un estándar impepinable). Sí, los servicios de almacenamiento en la nube pueden hacernos ganar tiempo, pero a sobrecoste. Además, los archivos multimedia y las aplicaciones, por su complejidad, requieren cada vez más espacio.
Finalmente, se consideran móviles 'caducos' aquellos para los que ya no encontramos fundas, cables o cargadores compatibles en ningún sitio; y los que presentan desperfectos físicos evidentes: pantallas machacadas, botones que no funcionan, conectores oxidados...
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