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Álvaro Machín
Domingo, 16 de julio 2023, 00:18
Andaba por la Plaza Porticada. Hablando del incendio que asoló Santander en 1941 y, posiblemente, de las esculturas que hay en la fachada de la antigua Caja de Ahorros. Esas que, con los pechos al aire, provocaban hace décadas debates muy –nunca mejor dicho en ... el contexto de la ruta– encendidos. «Y allí, al escucharme, se me plantó delante del grupo un abuelo de unos 90 años diciendo que, si querían saber algo del fuego, le tenían que preguntar a él. Se descamisó y empezó a pedir a todos que le hicieran fotos. Que lo que veían eran cicatrices de unos cristales que le cayeron encima con las llamas».
Lo cuenta Héctor Campo (Torrelavega, 1989). Es guía «oficial» –remarca– y habla con el ritmo de una ametralladora de las películas de guerra. Su voz es la que escuchan los que se apuntan al freetour 'Santander en llamas' –el del incendio– o al 'Santander, novia del mar' –que hila el recorrido con la vida marinera de la ciudad–. En su empresa, Tour Santander, fundada con su socio, Marcos Cicero, ofrecen también el recorrido 'Bajo secreto de sumario', centrado en crímenes y misterio. Pero para ese hay que sacar entrada.
Dice que le encanta lo que hace, aunque fuera la vocación tardía de un geógrafo con máster en Riesgos Laborales y también en Urbanismo. Le gusta tanto que hasta pone buena cara cuando, al acabar un 'free', una pareja le planta un euro como pago. «No te queda otra, aunque por dentro estés pensando que te han fastidiado el día». Y sí, también los hay «que hacen la bomba de humo». Que no dan nada. Pero le compensa. Porque, en general, le va bien y por historias como la del señor de la camisa o la de otro anciano que se paró en el mismo sitio: «Nos contó que su madre le daba collejas de pequeño por mirar las tetas de las estatuas de la pared».
Por aclarar. «En general, pagan y se portan bien». Lo correcto. «De media, entre 5 y 10 euros por persona». Dice que la inflación aprieta, «y se nota», pero también recuerda a un chico norteamericano que le plantó «un billete de 50». Él tiene clara la idea. «Se llama 'freetour', pero no es gratis. El 'free' es porque te apuntas y lo haces por libre. El trabajo lleva una remuneración. Nosotros somos profesionales, tenemos seguro, pagamos autónomos... Si alguien no viene después de apuntarse, se va sin pagar o deja muy poco, podemos incluso perder la comisión que cobran las empresas mediadoras en las que se reserva. Somos un negocio profesional, vivimos de esto, no somos una ONG». Es de los pocos momentos en los que se pone serio.
Y se lo curra. El recorrido del incendio le llevó un año de preparación. Bibliografía especializada, prensa de la época, estudio... «El abuelo de mi novia dejó en herencia un montón de libros de Cantabria. Iban a tirarlos». Así empezó todo. «Tirando del hilo». También con el puntazo que supone haber escuchado testimonios de quienes vivieron la tragedia. Le encanta incorporarlo a las explicaciones. Eso e «interactuar con los turistas, vacilar, buscar la trampa...». Les plantea juegos y dudas. Por ejemplo, si aquel incendio pudo ser provocado. Lo va dejando caer para hacer pensar. «Al final les cuento que no, pero alguno se va convencido de lo contrario porque cada uno entiende lo que entiende». Se trata, en todo caso, de «convertir la historia en una historia». También divirtiéndose. «Un guía, para mí, es un 50% divulgador y un 50% 'showman'».
Con rigor, claro. «He escuchado decir a alguien ante un grupo que el Centro Botín era de Frank Gehry» –si alguien les cuenta eso salgan corriendo, el edifico es de Renzo Piano y el que se lo dice, un cara–. Con el carnet de guía oficial colgado del cuello y con «salidas para todo» ante preguntas complicadas. Por ejemplo, ya que sale a relucir el Centro Botín, «por la familia Botín preguntan mucho». «Sobre todo, gente de fuera. ¡Si mandan más ellos en la ciudad que el Ayuntamiento!», bromea. Son cosas así o pequeñas trifulcas por los productos típicos de cada región. «Que si uno de Sevilla te cuenta que allí también tienen sobaos o uno de otro lado que sus anchoas son mejores que las de Cantabria».
Explica que la covid igualó mucho lo que antes era una gran diferencia entre inviernos y veranos. Que, aunque no es lo mismo, también llenan las rutas los fines de semana de febrero. «En general, nos va bien. Llevamos cinco años y vivimos de ello. Si lo haces bien, con seriedad, y lo trabajas, da para vivir».
–Y tú, ¿haces algún 'freetour' cuando viajas fuera?
–Muchísimos.
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