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El tétanos nos suena más por la vacuna que por la enfermedad. Y menos mal, porque se trata de una patología grave del sistema nervioso causada por las esporas de una bacteria muy común (clostridium tetani), que se encuentra principalmente en la tierra, pero también ... en las heces y en la boca de los animales. Aunque en España apenas se registran casos, el tétanos todavía mata a más de 200.000 personas al año en el mundo, sobre todo recién nacidos y niños pequeños que no están inmunizados. Por eso, cuando nos cortamos con un hierro oxidado, nos hacemos una herida fea o sufrimos una quemadura importante es «fundamental tener constancia de si esa persona está correctamente vacunada o si necesita una nueva dosis para evitar que la toxina de la bacteria contamine su organismo», explica Jaime Jesús Pérez, vocal de la Asociación Española de Vacunología (AEV).
La antitetánica es de las vacunas más antiguas. Sin embargo, todavía genera muchas dudas. ¿Cuántas dosis se necesitan para estar inmunizado? ¿Me la tengo que poner si me pincho con un clavo oxidado? ¿Y si mis vacunas no constan en ningún registro? ¿Es una enfermedad contagiosa? Los expertos responden.
«La antitetánica es una vacuna que forma parte del calendario vacunal desde la década de los 70 y en la actualidad se pone a los 2, 4 y 11 meses, junto con la de la difteria y la tosferina. Cuando el niño cumple 6 años se le inocula una nueva dosis de recuerdo, que se repite a los 14. Con esas cinco inyecciones se considera que una persona está protegida frente al tétanos hasta los 65 años, edad en la que el paciente tiene que volver a vacunarse», especifica el portavoz de la AEV.
¿Qué población está protegida entonces frente al tétanos? «En términos generales se podría decir que el porcentaje es altísimo, salvo en el caso de las personas más mayores. El 'problema' es que muchas veces no consta en ningún registro si el paciente que acude a un centro sanitario con una herida fea tiene la pauta completa de la antitetánica. Y, ante la duda, se pone siempre la vacuna como medida de prevención», añade el experto. En estos casos, se suele inyectar, además, una dosis de gammaglobulina específica antitetánica.
Aunque, como en todo, también se dan excepciones. Hay determinadas circunstancias en las que, a criterio del médico, el paciente puede recibir una nueva dosis pese a estar inmunizado. «Suele ocurrir cuando la herida es muy sucia (accidentes de tráfico, lesiones contra el suelo, quemaduras importantes...) o han pasado más de diez años desde la última vez que el paciente recibió la antitetánica», precisa el doctor Iván Cachorro, internista del Igualatorio Médico Quirúrgico (IMQ).
También para las quemaduras
Según explican en la Asociación Española de Pediatría (AEP), «la antitetánica no es una vacuna viva. Es decir, contiene la toxina que fabrica la bacteria pero desprovista totalmente de su toxicidad. Una vez inoculada, no puede desarrollarse la enfermedad, pero mantiene la capacidad de estimular la producción de defensas contra ella». El tétanos no es una enfermedad contagiosa, «de manera que el hecho de que tu entorno esté vacunado no significa que tú no puedas contraer la enfermedad. De ahí la importancia de la vacunación», coinciden los expertos.
¿Qué tipo de heridas tienen más riesgo de ser la puerta de entrada del tétanos? «Las más peligrosas son las que tienen muchos bordes o presentan mucho tejido desvitalizado, las punzantes en contacto con el suelo o estiércol, las muy contaminadas con trozos de cuerpos extraños, quemaduras, fracturas de huesos con heridas, mordeduras y congelaciones», enumeran en la AEP. Las personas diabéticas, con antecedentes de afecciones inmunodepresoras y usuarias de drogas por vía parenteral también tienen un mayor riesgo de padecer esta patología.
Síntomas
Pese a que en nuestro país apenas se registran una media de diez casos de tétanos al año, «se debe tener muy presente que las complicaciones de esta enfermedad pueden acabar con la vida del paciente», advierte el doctor Iván Cachorro. El tipo más común es el tétanos generalizado. «Cuando nos infectamos, la espora de la toxina invade los nervios próximos a la herida (pérdida de fuerza muscular, espasmos...) y después se extiende hasta alcanzar el sistema nervioso central. Los síntomas empiezan de manera progresiva y, generalmente, empeoran en las siguientes dos semanas. Lo primero que suele ocurrir es que el músculo periorbitario de la boca se contrae y aparece la llamada risa sardónica o risa falsa. Después se 'contagian' los maseteros (el paciente no puede abrir la mandíbula) y la enfermedad se extiende hacia abajo por todo el cuerpo», explica el internista del IMQ.
El avance del tétanos se produce con espasmos repetidos y dolorosos que duran varios minutos, acompañados de fiebre, taquicardias, sudoración, tensión alta, baja... «El cuello y la espalda se arquean, las piernas se extienden y los brazos se flexionan en una postura muy característica de esta patología (opistótonos). La infección también puede afectar al músculo diafragmático. El tétanos no tiene cura y el tratamiento consiste fundamentalmente en garantizar la apertura de la vía aérea del paciente hasta que desaparezcan los efectos de la toxina», precisa el doctor Cachorro.
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