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Es fácil ver un pulmón dañado por el tabaco en una radiografía o que el médico note cuando nos ausculta que respiramos mal o que nuestro corazón no va como debiera. Hay efectos del tabaco que son muy evidentes... y muchas veces nos hacen olvidar ... que esta adicción tiene consecuencias menos visibles, pero que empeoran terriblemente el día a día de los que fuman porque afectan a la mismísima mesa de operaciones que rige nuestra vida: el cerebro, que sufre cambios a causa de las sustancias del tabaco –sobre todo, por la nicotina– que acaban traduciéndose en alteraciones de emociones, de capacidades... Lo que ocurre es que pocas veces se achacan al cigarro. Diego Redolar, investigador y neurocientífico de la Universitat Oberta de Catalunya, y Marta Donoso Anchoriz, psicóloga sanitaria de TherayChat, nos explican cómo el tabaquismo –el martes se celebró el Día Mundial Sin Tabaco – deja huella en el sistema nervioso y en nuestro comportamiento.
El Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de Estados Unidos ha estimado que un fumador se mete al cuerpo, de media, entre uno y dos miligramos de nicotina con cada cigarro. Y esta sustancia lo tiene todo para causar estragos: llega al torrente sanguíneo extremadamente rápido, en unos ocho segundos, además lo hace en niveles altos y penetra en el cerebro. ¿Qué hace allí? La lía parda, como vulgarmente se dice. La 'culpa' la tiene su parecido a la acetilcolina, «una sustancia usada por las neuronas para comunicarse», apunta Redolar. Ese 'parecido' hace que la nicotina se 'una' a unos receptores de la acetilcolina y esto modifica el funcionamiento del sustrato nervioso del refuerzo, una red de neuronas que rige, entre otras cosas, la búsqueda del placer. La consecuencia es doble: se crea un deseo constante por consumir nicotina y nuestro autocontrol se viene abajo... ¡La tormenta perfecta! «Por eso, la adicción al tabaco es muy difícil de revertir», revela el investigador.
En un primer momento –superado el asco de las primeras caladas– el cerebro del fumador se activa y se estimula, pero con el tiempo, al cronificarse el consumo, ese efecto desaparece y da paso a una sensación depresora o relajante en situaciones de estrés. «Al principio genera sensaciones positivas, la gente dice que se siente más enérgica, se concentra mejor... Es la parte engañosa», apunta Marta Donoso.
Y ahí viene el enganche y entra en juego el sistema límbico del cerebro, la parte emocional, «que pide más porque la nicotina aumenta los niveles de dopamina (interviene en procesos de búsqueda de emociones fuertes y placer, aprendizaje, creatividad, regulación del estado de ánimo y el sueño)». De ahí que los fumadores quieran mantener en todo lo alto esta sustancia 'de la felicidad'. El cerebro la demanda para obtener ese bienestar y para evitar «la irritabilidad, el vacío y la ansiedad», apunta la psicóloga.
El tabaco dificulta la creación de nuevas neuronas y hace que las que hay pierdan velocidad a la hora de transmitir información. «Y afecta a la neocorteza, que es donde 'residen' los procesos lógicos. De ahí que haya evidencias de la relación del tabaquismo con las demencias y el deterioro cognitivo», añade Donoso.
Haz una lista de motivos por los que quieres dejar el tabaco y llévala encima. Releéla cuando flaquees. «Es como un amuleto. Y mejor escrita a mano, porque así el cerebro lo asimila mejor. Los motivos deben ser personales y específicos. No vale 'por salud', mejor algo como 'para poder volver a jugar con mis hijos al fútbol el domingo'», propone Marta Donoso.
Escoge un día para dejar de fumar y que esa fecha sea inamovible, pero elígela bien: no lo hagas en una etapa de estrés, con exámenes... La batalla es dura, no hay que sumar 'extras'. «Hazlo cuando te veas con más herramientas para afrontarlo», aconseja la psicóloga. Y prepárate mentalmente los días anteriores pensando que pasarás una época dura antes de mejorar. Anticípate también y prevé cosas como que, por ejemplo, tendrás más hambre (todo consiste en evitar sorpresas que nos boicoteen). Otro consejo para los días previos es hacer desaparecer mecheros, ese tabaco escondido para emergencias... Alejemos tentaciones.
Lucha contra los pensamientos negativos del tipo 'nunca lo lograré', 'volveré a fracasar' por otros como 'esta vez va a ser distinto' y 'lo voy a conseguir'.
Cambia de hábitos para evitar escenarios que nos lleven a querer fumar: bares, fiestas... y arrímate a personas que te apoyen en tu decisión. Si lo precisas, busca ayuda profesional para desactivar tus excusas, entre otras cosas.
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