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Quién no ha sufrido en algún momento de su vida una hemorragia nasal? Un golpe contra una puerta, una caída tonta, una herida que no cicatriza, la calefacción que está a tope, un cambio de presión, la tensión por las nubes... Y ¡zas! Es ver ... caer la sangre y entrar en pánico. «Los sangrados de la nariz suelen tener buen pronóstico y se resuelven sin mayor problema en la mayoría de los casos. Lo que ocurre es que se trata de una zona con muchísimas venitas –que además se pueden romper con cierta facilidad– y la sangre siempre resulta escandalosa», tranquilizan en el área de Salud de la Cruz Roja. De hecho, solo una de cada diez hemorragias nasales se consideran graves. «O bien porque son muy abundantes o porque son repetitivas, con una frecuencia semanal o incluso diaria», precisan en la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL CCC).
Los sangrados se producen normalmente en la parte anterior del tabique (en los orificios de la nariz, para que nos entendamos), de manera brusca y «suelen ceder a los pocos minutos de forma espontánea o con una pequeña compresión», mientras que los registrados en la parte posterior de la cavidad nasal (justo por detrás de la nariz) «son menos comunes y a la vez más peligrosas porque la sangre puede canalizarse a través de la laringe», precisan en la SEORL CCC. Además, «en estos casos la hemorragia es mucho más compleja de cortar», precisa el doctor Iñigo Ucelay Gallastegui, otorrinolaringólogo del IMQ.
Las causas de los sangrados nasales o epistaxis son múltiples y pueden variar en función del grupo de edad. «Los niños, por ejemplo, suelen tener hemorragias nasales por golpes, pero también porque se hurgan la nariz con más frecuencia y se hacen heridas, por congestión, mocos..., mientras que en el caso de los adultos la causa más habitual de los sangrados espontáneos es la hipertensión», precisa el doctor Ucelay.
Las hemorragias nasales repentinas asustan mucho, pero se suelen resolver sin mayor complicación. Además de los golpes y la tensión alta, la nariz también puede sangrar por «cambios bruscos de presión, cualquier tipo de cirugía que implique manipular las fosas nasales (operación de cornetes, endoscopia nasal, sonda nasográstica o tras una intubación nasotraqueal), ambientes secos por la calefacción o el aire acondicionado; inflamaciones nasales motivadas por patologías como la rinitis seca; o cualquier medicamento anticoagulante como puede ser la aspirina», enumeran en la SEORL CCC.
Las mujeres embarazadas también son más propensas a sufrir hemorragias repentinas debido al aumento del flujo sanguíneo nasal como consecuencia de las alteraciones hormonales. «Los sangrados nasales muy repetidos, tanto en frecuencia como en volumen, pueden ser un signo de tumores en las fosas nasales, por lo que en estos casos es importante acudir a un especialista».
«Una de las intervenciones de primeros auxilios donde se cometen más errores son las hemorragias nasales», alertan desde el área de Salud de la Cruz Roja. Cuando una persona, adulto o niño, empieza a sangrar por la nariz, la recomendación general es inclinar su cabeza ligeramente hacia delante –sí, hacia delante–. El objetivo es evitar que trague la sangre y empiece a vomitar, que es lo que podría ocurrir si echa la cabeza hacia atrás.
El siguiente paso es ejercer presión con el dedo corazón e índice –como una pinza– sobre las alas de las fosas nasales durante cinco minutos. El paciente debe respirar por la boca. Si pasado ese tiempo, la hemorragia no cesa, se puede repetir la operación. La mayoría de los sangrados nasales suelen remitir con esta medida. «Aplicar hielo o compresas frías por encima de los huesos de la nariz también puede ayudar a controlar la hemorragia», añaden en la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL CCC).
Otro error que suele cometerse es colocar un algodón o un pañuelo dentro de la nariz a modo de tapón. No se debe hacer nunca «porque corremos el riesgo de que se forme un coágulo». Una vez controlado el sangrado, se aconseja no realizar esfuerzos como sonarse la nariz o hacer ejercicio físico en las siguientes veinticuatro o cuarenta y ocho horas.
¿Cuándo debemos acudir al médico? «Si el sangrado dura más de un cuarto de hora pese a ejercer presión en las fosas nasales o es muy abundante; si la sangre cae a la garganta; si la hemorragia se produce después de recibir un golpe porque puede indicar una fractura de nariz, cráneo o una hemorragia interna; o si el sangrado nasal es muy recurrente», advierten los otorrinolaringólogos.
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