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Bañarse en una piscina es un placer cuando aún sufrimos estos calores, pero, ojo, que el chapuzón refrescante tiene también sus riesgos. Los expertos subrayan las precauciones y hábitos higiénicos que debemos adoptar, especialmente en piscinas comunitarias, para no salir del agua acompañados de una ... infección.
La primera recomendación es básica y mil veces repetida: hay que ducharse antes y después de bañarse –al menos durante un minuto– para retirar de la piel los gérmenes y restos de productos de limpieza. Se trata de una de las normas imprescindibles de salud pública que aún muchos siguen ignorando.
Desde la Sociedad Española de Neumología Pediátrica (SENP) se hace mucho hincapié en el correcto mantenimiento de estas instalaciones y, especialmente, de las piscinas cubiertas y climatizadas. Recuerdan que deben tener una buena ventilación para evitar la concentración de cloraminas en el aire, así como prevenir el riesgo de que proliferen otros tipos de bacterias como la Legionella o la Pseudomonas aeruginosa, que produce otitis y dermatitis.
El doctor Manuel Baca Cots, jefe del servicio de Pediatría del Hospital Quirónsalud Málaga y miembro de Top Doctors, aclara que en las piscinas no hay tal cantidad de cloro como para afectar seriamente a la salud de la mayoría de las personas, aunque sí puede, en ocasiones, enrojecer los ojos o causar mucosidad nasal, tos o algún que otro problema respiratorio a mujeres embarazadas, personas inmunodeprimidas y niños.
«El mayor problema está en aquellas personas con tendencia a dermatitis y alérgicos en general, que tienen más tendencia a poder tener hiperreactividad bronquial en un momento dado o en exposiciones muy prolongadas», advierte el especialista, que subraya que, «aunque un nivel residual y aceptable de cloro es garantía de desinfección, una cantidad excesiva de este compuesto químico o sus derivados puede generar diferentes problemas de salud. Por eso, es fundamental que tenga el nivel correcto de pH», indica el experto.
El especialista en neumología cuenta que la purificación del agua mediante este elemento químico tiene un efecto peligroso al generarse varios subproductos de desinfección, que pueden ser tóxicos. De ahí la importancia de la dosis adecuada.
Desde el punto de vista de la toxicología, se destaca la cloramina, resultante de la reacción química entre los desinfectantes y las partículas orgánicas que contaminan el agua, la mayoría introducidas por los fluidos orgánicos del cuerpo: sudor, saliva, protección solar, cosméticos –como los desodorantes– y, sobre todo, orina. El doctor recuerda un dato que nos retrata en nuestro comportamiento: un 19% de los adultos admite haber hecho pis alguna vez en una piscina. «La reacción química de la orina con el cloro crea una sustancia –tricloroamina– que se ha asociado con el asma y otros problemas respiratorios», explica el médico, que recomienda evitar estar muchas horas en el agua, en especial si la persona percibe que hay en el recinto un olor bastante intenso a cloro.
Lejos de lo que mucha gente cree, «el aroma que asociamos con el de una piscina limpia es, en realidad, el tufo emanado del tricloruro de nitrógeno, claro indicador de que, en el agua, hay orina». De modo que una piscina bien desinfectada no tiene por qué tener un fuerte olor a químico, advierte el especialista.
Por otro lado, y en la línea de garantizar la higiene en las piscinas, los expertos consultados advierten sobre una moda reciente: cada vez es más habitual ver a jóvenes vistiendo un calzoncillo por debajo del bañador. Se trata de una tendencia reciente e importada de la estética surfera que, sin embargo, puede llegar a ser perjudicial.
¿Cuál es el problema? El divulgador sanitario Héctor Castiñeira, conocido como Enfermera Saturada en redes sociales, aclara que esta moda entraña riesgos como reducir la calidad del esperma por el aumento de la temperatura escrotal, a la vez que incrementa el riesgo de infecciones y de rozaduras. «Dado que el calzoncillo tarda mucho más en secarse que un traje de baño, se incrementan la posibilidad de la proliferación tanto de hongos como bacterias».
Utiliza tapones para los oídos así como gorros de baño. Además, se recomienda sacudir la cabeza al salir del agua.
Chanclas y calzado son imprescindibles en las piscinas, los vestuarios y en los baños de los hoteles. Es recomendable no andar descalzo, evitará las verrugas plantares.
Ducharse antes y después La piel debe estar limpia al entrar y salir del agua (en piscinas interiores, exteriores...). Hay que eliminar todos los agentes que queden adheridos.
No abrir los ojos bajo el agua si no se llevan gafas de buceo. Los expertos alertan de la importancia de no rascarse los ojos a la salida de la piscina.
Otitis Suele aparecer unas horas o días después del baño. No suele tener complicaciones pero, si no se cura, podría afectar al oído medio.
Dermatitis alérgica Descamación suave en el pie. Suele producirse por la hiperhidratación de la zona, el calzado cerrado y los pies húmedos.
Conjuntivitis El cloro de las piscinas tiene propiedades irritantes y puede provocar reacciones alérgicas.
Cistitis La humedad de la ropa hace que proliferen las bacterias y pueden desencadenar una cistitis. Es muy común en mujeres.
Hongos Son producidos por el Virus del Papiloma Humano, se contagian de forma directa o indirecta en superficies que se han tocado.
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