Secciones
Servicios
Destacamos
La cinta de correr de los gimnasios gana adeptos en cuanto llega el frío, la lluvia y aumentan las horas de oscuridad. Pero si elegimos esta forma de 'running' a cubierto, al igual que ocurre con cualquier otra modalidad deportiva y aunque nos parezca especialmente ... sencilla, necesitamos una preparación previa, una técnica y adaptar intensidad y ritmo a las necesidades de cada persona. Entrenadores personales nos dan consejos para sacarle chispas a esta máquina tan popular... y evitar lesiones.
«Puede ser una opción sostenible para hacer actividad física en zonas muy frías o para personas que tengan poco tiempo», señala Sara Tabares, entrenadora y autora del libro 'Ellas entrenan'. Una de sus grandes ventajas, dice, es que permite diseñar el entrenamiento con una precisión milimétrica. «Facilita un control muy preciso de los tiempos y el rendimiento de cada sesión, ya que tiene contadores de pasos, registros de velocidad y monitores de frecuencia cardíaca». Es útil también para personas que no pueden hacer un ejercicio intenso por salud o por edad, ya que les ofrece la opción de caminar en la cinta por una superficie llana, sin tener que subir y bajar aceras o pisar en terrenos irregulares, con el riesgo de caídas que eso implica.
Aunque los usuarios de la cinta de correr pueden hacer otras cosas mientras se ejercitan –como ver una serie o leer–, puede llegar a resultar un deporte «monótono y aburrido», advierte la directora deportiva de Performa. Ypor ello, provocar que lo abandonemos en un plazo corto. «No hay que correr en la cinta sin tener un entrenamiento pautado. Correr con un objetivo te hace acabar satisfecho», aconseja Eduard Barceló, licenciado en Ciencias de la Actividad Física y Deporte y entrenador de atletismo. Y aconseja no fijar la atención fuera en otras tareas. «El efecto es menor si te evades de lo que estás haciendo», asegura. En todo caso, considera que no es una buena idea basar todos los entrenamientos en la cinta, sino que debe ser un complemento. «El esfuerzo de motivación que representa seguir un plan de entrenamiento en la cinta pasa factura», advierte.
Otro inconveniente tiene que ver con que se trata de un deporte en un espacio cerrado. «Cuando corremos, nuestro desplazamiento genera una velocidad del viento de magnitud igual a nuestra velocidad, pero en dirección contraria. Ello nos permite refrescarnos y ser más eficientes en la termorregulación corporal. En la cinta, sin embargo, estamos en el mismo sitio y nuestro cuerpo no recibe el aire que generamos, por lo que el organismo debe incrementar la acción termorreguladora para disipar el calor que se va acumulando y el rendimiento se ve menguado», precisa Barceló. Por eso, es importante equiparse «como si corrieras en pleno agosto» y dejar cerca una toalla y una botella con agua o bebida isotónica. Tampoco está de más utilizar una banda para controlar el ritmo del latido, ya que a medida que nos vayamos acalorando, «el esfuerzo para disipar el calor también nos elevará la frecuencia cardíaca».
Un error frecuente es subirnos a la cinta sin una preparación previa. «Hay que estar en forma para poder correr. Para las personas que no lo han hecho nunca, la mejor opción es entrenar ejercicios de fuerza, obtener un buen acondicionamiento neuromuscular (calentamiento). Es necesario empezar por caminar y después hacer series alternando minutos de trote con carrera», resalta Tabares.
Un ejemplo de sesión consistiría en iniciarnos con diez minutos de trote o incluso hacer bicicleta o elíptica como calentamiento. Luego, un segundo bloque de más intensidad, en el que podríamos realizar cambios de ritmo y elevar la inclinación. Y una fase final de vuelta a la calma, con 5 o 10 minutos de trote y otros 2 de caminata. «Los cambios de ritmo y de pendiente deben ser de corta duración, de 30 segundos hasta los 3 minutos como máximo», señala Barceló. Para que el ejercicio sea más efectivo, podemos mantener en tensión el abdomen. La postura correcta: la que nos permita despejar el pecho, sin encorvarnos, y balancear los brazos a cada lado –no agarrarnos a las barras laterales, ni a la parte delantera y colocarnos en el centro de la cinta–.
La cinta se ha puesto especialmente de moda al hacerse viral en redes sociales el método '12-3-30' –caminar rápido durante 30 minutos a un ritmo de 3 millas por hora (4,8 km) con un 12% de inclinación para recorrer en total unos 2,4 kilómetros–. La 'influencer' Lauren Giraldo lo popularizó al contar que había adelgazado 13 kilos con ese entrenamiento –12 millones de visitas–.
Pero los expertos no lo avalan. Para adelgazar, advierten, hay que huir de esa relación entre cualquier ejercicio concreto y la pérdida de peso que, en todo caso, depende de nuestro estilo de vida y la alimentación o la restricción calórica. «Hay que desconfiar de los métodos que nos prometen resultados rápidos y sin esfuerzo», apunta la entrenadora.
Las superficies por las que corremos afectan al rendimiento deportivo y al riesgo de lesiones. Y la cinta de correr tiene una absorción de los impactos de la pisada más alta que el resto, apunta Tabares. Tanto en comparación con suelos de hormigón y asfalto como con césped artificial y otras superficies de atletismo. A mayor absorción, menos castigamos las articulaciones. Pero también tienen pegas. La cinta tiene un rebote que amortigua la pisada y el impulso. Por ello, «en cada paso estás perdiendo fuerza y, por tanto, capacidad de impulso para lanzar tu cuerpo hacia delante. Se reduce, de ese modo, la longitud de la zancada y, por tanto, con el mismo gasto energético, disminuye el rendimiento», apunta Eduard Barceló. Esta mecánica puede provocar esa sensación de que «vamos mucho más rápido de la velocidad que marca la pantalla de la máquina», comenta.
.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.