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Las alergias ambientales son un clásico de cada primavera, pero no por ello dejan de ser un incordio para los millones de personas que durante las próximas semanas vivirán pegadas a un pañuelo por culpa del polen de las gramíneas, el olivo o el plátano ... de sombra, entre otras especies que florecerán entre los meses de mayo y junio. Pese a que las previsiones para este año no son tan demoledoras como en otras ocasiones, son cada vez más las personas que tienen que recurrir a inhaladores y otros tratamientos para sobrellevar lo mejor posible este estallido primaveral.
Y parece que esta tendencia va a ir a más. Los últimos estudios calculan que para dentro de aproximadamente tres décadas, la mitad de los ciudadanos europeos sufrirá algún tipo de alergia, ya sea al polen de los árboles, a los ácaros del polvo, al pelo de los gatos, al veneno de las avispas, al melocotón, a los frutos secos, al huevo... Aunque es verdad que de un tiempo a esta parte las alergias han pasado a formar parte de nuestro entorno más próximo (es raro quien no tiene a uno o varios compañeros de clase o del trabajo asmáticos o hipersensibles a determinados alimentos) todavía son muchos los pacientes que están sin diagnosticar por un especialista.
Uno de los ejemplos que más llama la atención es, precisamente, el de la rinitis alérgica, una enfermedad que afecta a más de diez millones de personas en nuestro país, aunque más de la mitad ni siquiera lo sabe. «Es frecuente que los pacientes confundan los síntomas (picor de nariz y ojos, estornudos, congestión nasal...) con los de un catarro y no le den más importancia», lamenta el doctor Santiago Quirce, jefe de Servicio de Alergia del Hospital Universitario La Paz (Madrid).
Pero, ¿qué es la rinitis alérgica y por qué tantos pacientes la sufrirán con mayor o menor intensidad en las próximas semanas? «Se trata de un proceso inflamatorio de la mucosa de la nariz y de la vía aérea superior desencadenado por la exposición a una serie de alérgenos, que generalmente son ambientales y pueden presentarse en cualquier época del año. Ahora bien, los hay estacionales, como es el caso del polen de las gramíneas en primavera y del ciprés en invierno, por ejemplo, y otros que están presentes todo el año, como ocurre con los ácaros del polvo doméstico», aclara la doctora Carmen D'Amelio, especialista en Alergología de la Clínica Universidad de Navarra (CUN).
¿Cómo se puede diferenciar una rinitis alérgica de un resfriado? «Los síntomas son similares (congestión nasal, estornudos, lagrimeo...), pero lo que realmente caracteriza a esta enfermedad es el picor. Los alérgicos suelen restregarse mucho los ojos y la nariz porque les escuecen y un catarro no pica. Además, estos síntomas suelen repetirse siempre en una determinada época del año o en unas circunstancias similares», matiza el jefe de Alergología de La Paz. Otra particularidad: a diferencia de lo que ocurre en los procesos infecciosos, «la rinitis alérgica no se suele acompañar de fiebre o dolor muscular», añade la doctora D'Amelio.
También es muy típico de esta enfermedad un comienzo súbito de los síntomas, que ceden completamente si se toman antihistamínicos o se evita el contacto con el alérgeno. «Un ejemplo claro sería el de una persona alérgica a los ácaros del polvo que al abrir un libro antiguo o sacudir un colchón comienza a estornudar y estos síntomas se le pasan casi por completo al salir a la calle», explican en la CUN.
¿Cómo se diagnostica? «Mediante una prueba cutánea muy sencilla. Se aplican sobre la piel del brazo gotas que contienen una cantidad conocida del alérgeno al que podemos ser sensibles y se observa la reacción al cabo de un cuarto de hora. También se puede realizar un análisis de sangre para cuantificar y demostrar de manera más precisa la presencia de anticuerpos específicos frente a ese alérgeno», coinciden los expertos.
En cuanto a los tratamientos, «los lavados nasales por irrigación con los dispositivos adecuados son muy útiles para disminuir la mucosidad de la nariz. Respecto a los fármacos, son especialmente eficaces los sprays de corticoide y los antihistamínicos vía oral», recuerda Carmen D'Amelio. «Los alérgicos a los ácaros, pólenes, epitelios de animales, látex y al veneno de avispas y abejas también tienen la opción de recurrir a la inmunoterapia (vacunas) cuando la medicación tradicional les resulta insuficiente para controlar los síntomas», añade el doctor Quirce.
Las enfermedades alérgicas por pólenes afectan en nuestro país a más de 8 millones de personas, 7 de ellas lo son a las gramíneas, seguidos de los alérgicos al olivo, arizónicas, plátano de sombra, salsola y parietaria, según los datos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), que acaba de publicar las previsiones para esta primavera.
En Madrid, Castilla León, Castilla La Mancha y Aragón se espera una primavera variable. En esta zona, los pólenes más frecuentes son los de gramíneas, olivos y crupesáceas.
En las provincias andaluzas, la intensidad será moderada en general (muy leve en Almería y algo más intensa en Sevilla), mientras que, como suele ser habitual, la peor parte se la llevarán Cáceres y Badajoz, con concentraciones de pólenes muy elevadas.
Esta será una primavera llevadera para los alérgicos de Galicia, Asturias, Cantabria, País Vasco, Navarra y La Rioja, con una mayor concentración de gramíneas en las ciudades de Oviedo y Vitoria.
En Baleares, Cataluña, Valencia y Murcia la primavera también será leve para los alérgicos.
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