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La menopausia no es una enfermedad, y menos aún mental; pero curiosa y desgraciadamente muchas mujeres acaban con ella en la consulta del psiquiatra. Si usted lo es, seguro que lo sabe. Si es médico, también. No hay especialidad que las acompañe en un proceso ... vital cargado de incomodidades y que, además, da la lata nada menos que durante un tercio de la vida... el tercio final, para mayor escarnio. La falta de consultas y profesionales especializados convierte para ellas el final de la edad fértil en un trastorno mayor del que podría ser... Y paradójicamente ocurre en una sociedad que no deja de hablar de la necesidad de atender el envejecimiento.
No son solo sofocos los que acompañan a la menopausia. Son síntomas físicos y psicológicos que no se cuidan, que están abandonados por los servicios públicos de salud. Los médicos de atención primaria no dan abasto; los ginecólogos tampoco tienen tiempo para hablar de prevención. Buscan la enfermedad, intentan combatirla y con eso ya tienen bastante... Al final, la ansiedad provocada por la revolución hormonal propia del final de la fertilidad las lleva a la consulta del psiquiatra, que acaba teniendo que dar respuesta a algo para lo que nunca se preparó. La mitad de la población, algo más en realidad, se encuentra desasistida en un momento crucial para su bienestar físico y emocional. ¿Cómo es posible que ocurra algo así?
«La menopausia está olvidada; y no porque no se haya reclamado una y otra vez al Ministerio de Sanidad la apertura de consultas multidisciplinares para su atención. Ni el Gobierno central ni las autonomías parecen interesados en resolver este asunto», argumenta la sexóloga Ana Rosa Jurado López, miembro de los Grupos de Atención a la Mujer y Sexología de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria, Semergen. Según explica, los estudios de Medicina siguen sin formar a los futuros facultativos en la atención de la mujer durante el climaterio. Salen de la Facultad sin ni siquiera haber oído hablar del tema.
No se aborda ni siquiera de refilón en la especialidad de Ginecología, más centrada en preparar a los médicos para la lucha contra el cáncer y la reproducción humana. Sólo los profesionales que eligen formarse por su cuenta y riesgo tienen cierto conocimiento sobre la cuestión. «Por eso hay una corriente cada vez más fuerte que reclama la apertura de unidades de menopausia, porque el final del ciclo reproductivo no es algo circunstancial que le pasa solo a unas pocas personas», defiende la especialista, miembro también de la Junta Directiva de la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM).
Hay mujeres para las que ese tiempo de cambio resulta prácticamente imperceptible. Son las menos. Para la mayoría, en torno al 80% nada menos, la retirada paulatina de la regla y los años que le siguen se traduce en latidos cardíacos fuertes o acelerados, palpitaciones, sofocos repentinos y asfixiantes, sudores nocturnos, enrojecimiento de la piel y también, por si fuera poco, serias dificultades para dormir.
Ana Rosa Jurado López
Médico de familia y sexóloga de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen)
Juan Antonio Mieza Arana
Ginecólogo de la red IMQ y de la Sociedad Británica de la Menopausia
Gemma Parramón Puig
Psiquiatra Vall d'Hebron, Sociedad Española de Psiquiatría y Sociedad Catalana de la Menopausia
Al insomnio se suman ganancia de peso, pérdidas de orina, también del interés sexual, infecciones vaginales, sequedad y relaciones sexuales dolorosas, además de olvidos, dolores de cabeza y cambios en el estado de ánimo que incluyen irritabilidad, depresión y ansiedad. Ocurre sobre todo entre los 45 y 55 años, pero tampoco resultan excepcionales las que llegan con todos o parte de esos síntomas hasta los 70 u 80, cuando comienza la ancianidad. Determinados problemas de salud también pueden adelantar la aparición del proceso, como la extirpación del útero, el tratamiento con quimioterapia o radioterapia contra el cáncer y algunos trastornos metabólicos o autoinmunes.
«Desde luego, no se le presta la atención adecuada, porque hay muchísimos aspectos, desde la prevención al tratamiento, que requieren un abordaje multidisciplinar del climaterio», detalla el ginecólogo de la red de salud IMQ Juan Antonio Mieza Arana, miembro, entre otras, de la Sociedad Británica de Menopausia, pionera en la defensa de unidades específicas. Los servicios de atención a la mujer madura deberían, según explica, formar parte de la red de Atención Primaria y estar integrados por un equipo multidisciplinar formado, al menos, por médicos de familia, ginecólogos, endocrinólogos, psicólogos, psiquiatras y enfermería.
«La consulta puede ser atendida por un único profesional, pero las decisiones han de tomarse de manera conjunta, aunque haya momentos –que los habrá– que requieran la atención de uno u otro especialista. ¿Sabe qué le pasa a la Sanidad pública?»se pregunta el experto. «Es muy sencillo», se responde. «Que no tiene... que sólo trata la menopausia sintomática», zanja el asunto.
Más allá del abordaje de los síntomas clásicos, una de las cuestiones clave que deberían tratarse en las consultas de la menopausia es, a su juicio, el abordaje del sobrepeso y la obesidad, «la epidemia silente del tercer milenio». La pérdida de la función ovárica, detalla, va acompañada de una menor generación de hormonas, fundamentalmente estrógenos y progesterona, que son las propias de la mujer, pero también de testosterona.La caída de los niveles hormonales favorece la inflamación de los tejidos; y, a su vez, esta inflamación conduce a alteraciones metabólicas que ayudan a ganar peso.
Pueden ser hasta 20 o 30 kilos, que contribuyen encendidamente a la aparición de las enfermedades que más matan: fallos cardiacos, infartos y derrames cerebrales, hipertensión, diabetes... «Lo mismo que se habla de cánceres deberíamos comenzar a hablar de obesidades, porque las hay de muchos tipos con consecuencias muy serias para la salud», advierte el ginecólogo. «Habría que diagnosticar el tipo de obesidad de cada mujer para darle el soporte terapéutico más adecuado a su situación».
«Las mujeres que llegan a la menopausia no tienen un problema de salud mental. ¿Qué pintan en las consultas de psiquiatría?», protesta la especialista Gemma Parramón Puig, jefa de sección de Psiquiatría del hospital Vall d'Hebron y presidenta de la Sociedad Catalana de Psiquiatría y Salud Mental. Especialmente, según detalla, cuando los síntomas de salud mental asociados a este proceso suelen ser por lo general leves, resolubles en la consulta de psicología.
«Hay algunos graves, invalidantes, que sí requieren ayuda psiquiátrica, pero la mayoría de las veces no es así», resume Parramón Puig. «Lo que pasa es que cuando no sabemos dar explicación a algo lo mandamos a Psiquiatría». «Tarde o temprano la menopausia va a llegar», concluye la sexóloga de Semergen Ana Rosa Jurado López. «Resistirnos a que la Sanidad pública cuide de ella tiene los días contados».
A la terapia hormonal de la menopausia le pasó algo parecido a lo de la vacuna triple vírica. Un estudio «mal hecho» la malignizó y lo que era «un tratamiento competitivo» para afrontar los envites que provoca el final de la menstruación quedó puesto en entredicho sin ningún sentido. Después de más de veinte años de la publicación de aquel controvertido trabajo sobre el climaterio una nueva investigación, firmada esta vez por un grupo de la Universidad de Uppsala (Suecia) y publicado en la reconocida 'British Medical Journal', insiste en el diferente riesgo de coágulos sanguíneos, ictus e infarto de miocardio de los siete tratamientos hormonales más utilizados. Los médicos consultados por este periódico quitan valor al trabajo.
«El estudio original generó mucha controversia, sobre todo por su insistencia en el riesgo de que la terapia de reemplazo podría generar cáncer de mama», detalla el ginecólogo Juan Antonio Mieza Arana. El tiempo demostró que el trabajo contenía tantos «sesgos que hasta sus propios autores reconocieron que se habían equivocado», detalla el experto. «No había ni hay razones para dudar de un tratamiento que da a las mujeres muchísima calidad de vida», subraya.
La médico de familia y sexóloga Ana Rosa Jurado López comparte su criterio y lo extiende a los resultados del nuevo estudio sueco. Hay «infinidad de trabajos» que demuestran justo lo contrario, explica: «el riesgo de todas esas enfermedades en las mujeres en terapia es menor que en las que no lo están». No sólo no provoca enfermedad, sino que protege. «Este es un debate superado, no hay controversia».
El médico Andrew Wakefiled publicó en 1998 nada menos que en 'Lancet' un estudio que vinculaba la vacuna triple vírica (sarampión, paperas y rubeola) con el autismo. Era falso. Fue un completo montaje con fines económicos, según acabó reconociendo el propio Wakefield, hoy multimillonario y líder mundial del movimiento antivacunas.
El envejecimiento no entiende de sexos, llega tanto a hombres como a mujeres, aunque con matices. La caída hormonal que conlleva el proceso de la vejez suele producirse en ellas prácticamente de golpe, mientras que para ellos ocurre de forma paulatina y, en consecuencia de manera menos drástica.
El ginecólogo Juan Antonio Mieza Arana considera que quizás deberían abrirse consultas centradas en el abordaje del climaterio, que también cuiden de la andropausia. La sexóloga Ana Rosa Jurado López no comparte este criterio. «Los hombres ya cuentan con especialidades como Urología, que abordan esas cuestiones», argumenta.
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