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Quizá a usted también le haya ocurrido: pegarse una paliza de ejercicio y que su reloj inteligente, le mande un mensaje para decirle que tiene que moverse más. A mí me ha ocurrido varias veces que, después de correr 20 kilómetros y hacer una hora ... de gimnasio, recurro al ascensor para subir a casa y, en ese momento, el reloj deportivo vibra en la muñeca... El aviso es de la aplicación del móvil: 'Las escaleras se suben y se bajan'. Lo sé, pero creo que hoy me merezco un pequeño respiro, pienso para mis adentros, sorprendido por la insistencia del dispositivo en que siga ejercitándome.
La pregunta es: ¿podemos fiarnos de ellos? Los relojes inteligentes se han convertido en un indispensable para los aficionados al deporte. Se calcula que el año pasado se vendieron 184 millones de 'smartwatches' en todo el mundo, cinco veces más que en 2016. Las perspectivas apuntan a que la cifra se disparará a 350 millones en 2027. Casi cualquiera de estos 'gadgets' ofrece infinidad de datos para tener un seguimiento al detalle de todo tipo de deporte.
Están los más habituales, como correr, nadar, andar en bici, remar, subir al monte, patinar o una sesión en el 'gym', pero también otros como esquiar, saltar a la comba, andar a caballo, pescar, cazar, un partido de fútbol americano, hacer yoga o pilates y hasta jugar al 'frisbee'. Gracias a sus sensores, podemos saber las pulsaciones, el nivel de oxígeno en sangre, el tiempo que necesitaremos para recuperarnos… Si no se lo quitan por la noche, sabrán también si su sueño ha sido lo suficientemente reparador para volver a entrenar al día siguiente y si pueden 'apretar' o no. Pero, ¿realmente son un buen entrenador?
«Son útiles, pero con matices», explica Ander Romarate, director técnico de Emen4sport. «Para deportistas avanzados o entrenadores, resultan herramientas muy valiosas para personalizar y optimizar el entrenamiento. Para usuarios medios, entender y aplicar estos datos puede ser complicado sin conocimientos previos o asesoramiento», añade.
La cantidad de datos que estos relojes extraen de una simple sesión de running es directamente abrumadora. No es solo la distancia que hemos corrido, el ritmo, las pulsaciones o las calorías consumidas. Miden también la longitud de la zancada, la cadencia, la potencia media, la potencia máxima –durante un minuto y durante 5 minutos– y toda una ensalada de siglas como el VO2 máximo (cantidad máxima de oxígeno empleada), el NGP (el ritmo que habríamos llevado si hubiéramos corrido sobre terreno llano y sin cambios de velocidad), el Epoc (un valor que mide la intensidad), el TSS (una puntuación que tiene en cuenta la intensidad y la duración del entrenamiento)...
Son varios los factores a tener en cuenta a la hora de confiar o no en estos dispositivos. En primer lugar, la precisión de la medición. Aunque ha mejorado mucho, «puede variar según el modelo, el sensor utilizado, la actividad física y las características del usuario (color de piel, tipo de movimiento, sudoración). Por ejemplo, los sensores ópticos de frecuencia cardíaca, los más comunes, tienden a ser menos precisos durante ejercicios de alta intensidad o cuando el dispositivo no está bien ajustado. Es importante entender que, por norma general, utilizan fórmulas estimativas para estos cálculos y como todas las fórmulas, estas tienen errores».
También tienen limitaciones técnicas. «En actividades al aire libre como correr o ciclismo, los relojes con GPS suelen ser bastante fiables, pero pueden tener errores en áreas urbanas densas o terrenos montañosos donde las señales satelitales son débiles». En el agua es peor todavía, ya que la señal del satélite no se transmite. Respecto al seguimiento del sueño, «aunque los relojes pueden identificar patrones generales, no son tan precisos como los estudios en laboratorio. Aun así, estos datos pueden ser interesantes para ver la tendencia». ¿Y las calorías quemadas? «Las estimaciones de gasto energético suelen ser aproximadas y varían entre dispositivos».
En resumen, toda esta catarata de información es útil «si ayuda a ajustar el entrenamiento y promover hábitos saludables. Debemos usarlos como una referencia, no como una verdad absoluta», insiste el especialista. «Para principiantes, fijarse en datos básicos como la distancia, el tiempo y el ritmo suele ser suficiente». El reloj vuelve a vibrar. 'Has pasado dos horas sin moverte'...
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