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fermin apezteguia
Lunes, 21 de noviembre 2022, 00:10
Las caídas representan uno de los mayores peligros para la salud de las personas mayores. Para muchos abuelos, una pérdida repentina del equilibrio puede suponer el final de su independencia. Algunos trabajos realizados en España hablan de que el 40%de los ancianos que se ... rompe la cadera por un mal paso no vuelve a andar. Y es algo que ocurre con muchísima frecuencia. Los japoneses se propusieron buscar una solución a este problema, que nunca ha sido lo suficientemente reconocido. Y un trabajo realizado en la Universidad de Osaka ha demostrado la alta eficacia de algo tan sencillo como la formación: enseñar a los pacientes de mayor edad a evitar las caídas en su entorno cotidiano reduce los accidentes de una manera drástica.
La japonesa es una experiencia pionera, pero tampoco única en el mundo. En varias ciudades de España se han llevado a cabo algunos proyectos similares. Pocos, en todo caso, dadas las necesidades actuales de la población geriátrica, según explica el especialista José Luis Pérez Castrillón, internista del hospital Río Hortega de Valladolid y miembro de la Sociedad Española de Medicina Interna. «Tendemos a la medicina curativa y la resolución a corto plazo y los resultados de la gestión de las caídas requieren su tiempo», protesta. Un dato revela el alcance del problema: un 30%de los mayores que se caen muere en el plazo de un año.
El programa nipón se puso en marcha después de comprobar el alto índice de caídas que se producía entre los pacientes de mayor edad en los meses siguientes a haber recibido un alta hospitalaria. Este tipo de situaciones, cuentan los autores del trabajo, se da sobre todo en pacientes tratados en hospitales de agudos, que tratan enfermedades de corta duración. Los accidentes ocurren en el ámbito doméstico más que en la calle: en la sala de estar, el dormitorio, la cocina y los baños.
El estudio japonés se realizó en la facultad de Ciencias de la Rehabilitación de Osaka, con 60 pacientes con distintas enfermedades ortopédicas, Todos ellos habían tenido antecedentes por caída y eran mayores de 65 años. Los participantes fueron divididos en dos grupos.
En uno y otro fueron entrenados para la realización de determinados ejercicios para la prevención de caídas, que suelen encaminarse a mejorar el equilibrio, hacer que los músculos sean más fuertes y flexibles y en ir aumentando paulatinamente el tiempo de actividad. La mitad de ellos recibió, además, una formación adicional, más práctica. Utilizando como base de trabajo la vivienda de cada uno, fueron adiestrados de forma individualizada para sortear los peligros potenciales de su hogar y valerse del mobiliario para evitar golpes y encontrar posibles apoyos que amortigüen el golpe. Terminado el cursillo, los pacientes fueron dados de alta y, una vez en sus casas, seguidos durante seis meses, anotándose todo lo sucedido.
Casi uno de cada diez pacientes del grupo que no recibió la formación personalizada acabó cayéndose en los dos meses posteriores al alta hospitalaria.En concreto, el 7,7%. En el grupo de intervención no hubo ninguna. Al mes siguiente, los mayores más preparados tampoco tuvieron accidentes relevantes, mientras que en el último trimestre las diferencias apenas fueron significativas.
«Ante una sociedad que envejece con rapidez, se necesitan medidas de prevención de caídas que puedan adoptarse ampliamente en los hospitales con alta rotación de pacientes», valoró el profesor Tetsuya Ueda, que dirigió la investigación. «El uso de planos de las casas para instruir a las personas mayores en el momento del alta demuestra la utilidad de la prevención», subrayó.
La edad crítica para un accidente así comienza a los 70 años. Existen tres medidas simples que, según Pérez Castrillón, resultan definitivas para la prevención. Además de suprimir obstáculos en las casas, evitar medicamentos que produzcan somnolencia y operar a los mayores de cataratas. «Son cosas sencillas, que resolverían muchos problemas», advierte el catedrático de Medicina la universidad vallisoletana.
La rotura de cadera es el mayor accidente que puede ocurrir cuando alguien se cae, especialmente si es mayor, ya que los huesos están más desgastados y son, por tanto, más frágiles. Cuando ocurre, lo que se fractura en realidad es la articulación que permite caminar, la que une la pierna con el tronco del cuerpo. La caídas son un factor determinante para este problema de salud, pero no el único. Una vida sedentaria, carente de ejercicio y con una alimentación insana, alejada del patrón de la dieta mediterránea, también influye. Lo mismo que la genética y el hecho de ser mujer. En ellas se da el triple de casos que en los varones.
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