Pros y contras de la ortodoncia invisible
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Pros y contras de la ortodoncia invisible
Cuidado con intentar conseguir la sonrisa perfecta en casa: los peligros de la ortodoncia invisible onlineQuién no va a querer tener una sonrisa perfecta. Nos la han metido tanto por los ojos que es imposible no desearla. ¿Ha visto algún presentador famoso con los dientes torcidos? ¿O algún actor con ellos oscuros? Seguro que no, salvo exigencias del guion. Hasta ... tiene que ver con el éxito profesional: eso creen ocho de cada diez jóvenes. La sonrisa profidén, como se le dio en llamar en los noventa gracias a un anuncio de pasta de dientes, otorga belleza, salud y cierto estatus. Así que nuestro anhelo tiene cierta lógica.
Sin embargo, hay que tener cuidado con los cantos de sirena. Una sonrisa perfecta debe ser ante todo saludable. Y los métodos con que nos bombardean en internet y redes sociales no siempre lo son. La ortodoncia invisible, que hace unos años era lo más, se ha popularizado y muchas empresas han decidido comercializar sus productos a través del mercado online para que sea el propio cliente quien lo consiga... sin pasar por la consulta de un odontólogo. Es el 'hágaselo usted mismo'.
Muchos de estos negocios no ven a sus 'pacientes' en persona jamás. A partir de un cuestionario, una foto y una radiografía de la boca les dicen cuánto tiempo van a tardar en corregir sus 'defectos' y el precio total. Si la persona acepta, le envían a su casa el material para hacerse un molde de la boca que ha de enviar hecho para que a partir de ahí se 'impriman' sus alineadores invisibles. Al cabo de unas semanas, los tiene todos en casa y deberá seguir las instrucciones que le adjuntan: que suele ser cambiarlos cada cierto tiempo.
60 %
de quienes van al dentista y necesitan ortodoncia prefieren la invisible, siempre que su odontólogo les dé el visto bueno
Parece fácil y efectivo. Sin embargo, el Consejo General de Odontólogos ha denunciado esta práctica ante la Agencia Española del Medicamento y el Producto Sanitario. Concretamente menciona seis marcas que dispensan el producto directamente al público cuando su prescripción «debería estar reservada exclusivamente a los dentistas», señala el presidente de este órgano, Óscar Castro. Y no es solo una cuestión de orgullo profesional, sino de «salud».
«Cada año veo al menos cuatro casos en consulta de personas que se han sometido a este tipo de tratamientos y presentan afecciones graves«, describe Castro. Se refiere a pacientes que llegan con problemas como pérdida de piezas, dolores severos, recesión de encías, dolores mandibulares y hasta pérdida de hueso. El último es un chico de solo 19 años al que se le movían todas las piezas. A estos hay que sumar todos aquellos que acuden a él para mejorar su sonrisa después de haber probado los métodos 'online' con escaso o ningún éxito. «Al final, se gastan el doble de dinero y también lo pagan con salud», admite el experto.
Óscar Castro
Presidente del Consejo General de Odontólogos
¿Dónde está el problema? «En la falta de supervisión profesional», responde tajante. «Este tipo de tratamientos tienen que estar bajo control de un dentista y es él el que debe supervisar cada paso, desde el primero hasta dar el alta final», ahonda. Por ejemplo, lo normal es que el primer molde que se haga de la boca sea ya a través de un escáner digital, un medio que permite ser mucho más preciso y llegar a zonas recónditas para ajustar las férulas al milímetro.
Lo que hacen los alineadores es empujar los dientes para que vayan moviéndose hasta lograr la sonrisa perfecta. «Nosotros, los dentistas, marcamos una serie de citas para controlar esos movimientos y cómo va el proceso, de tal forma que si hay una desviación de lo que hemos planificado, podamos rectificar», señala Castro. También son los encargados de colocar los 'ataches', es decir, pequeños relieves de 'composite' (material con el que se realizan los empastes dentales) que se adhieren a determinados dientes para facilitar su movimiento. Esto no ocurre en los tratamientos online: «A veces te dicen que te atienden especialistas y no lo son».
Por otro lado, no todos los problemas se pueden solucionar con la ortodoncia invisible. «Es una alternativa para movimientos pequeños, pero a veces es necesario una cirugía, la extracción de piezas, el agrandamiento del paladar...». Por eso, es el odontólogo al que acudamos el que tiene que valorar nuestras afecciones y el mejor abordaje para ellas. Por supuesto, debemos también saber quién nos está atendiendo y acudir a profesionales formados y colegiados.
El Colegio de Odontólogos y Estomatólogos de Madrid ya denunció en 2020 estos métodos online. En concreto, interpuso una denuncia penal ante los Juzgados de Instrucción de Madrid contra una empresa que se publicitaba en Internet. El tratamiento, sostiene el COEM, «se podían adquirir sin que mediara la supervisión/revisión de un dentista». El método era el siguiente: «La empresa enviaba al interesado las cubetas y el alginato para que fuera él mismo el que se tomara las impresiones. Posteriormente, el paciente, sin supervisión ni intervención de un profesional, recibía el kit de alineadores en su domicilio. En caso de ser necesario hacer un stripping (una operación para reducir el ancho de determinadas piezas) al paciente, la empresa le remitía una segueta para que se lo pudiera realizar él mismo, con el consiguiente y elevado riesgo que esto supone para su salud». No era la primera vez que esta empresa tenía problemas con la Justicia: de hecho «en 2018 las autoridades ya ordenaron su cese».
El boom de la ortodoncia invisible no llegó a nuestro país hasta finales de la década de los noventa. Ahora, seis de cada diez pacientes optan por ella con el beneplácito de su dentista. La primera en llegar fue la archiconocida Invisalign, pero con el tiempo otras empresas se han hecho hueco: Suresmile, Spark, Quicksmile, Secret Aligner, Alineadent, Clear Correct, Orthocaps, Impress... Los profesionales lo tienen claro: todas son buenas siempre y cuando haya un odontólogo detrás que vigile todo el proceso.
Las férulas invisibles están hechas con diferentes polímeros. Es decir, son de un plástico especial llamado TPU. Y su objetivo es empujar los dientes para que estos vayan colocándose. Sin embargo, no son imbatibles. «Los primeros días ejercen más fuerza, por lo que pueden ser molestas. Pero después, el problema está en que se deforman rápidamente», explica José Ignacio Delgado, investigador de Imdea Materiales. De hecho, no se pueden beber bebidas calientes con ellos puestos por esta razón. De ahí también que se cambien cada poco tiempo.
Por este motivo, muchas empresas y centros de investigación tratan de encontrar un material todavía más perfecto. El objetivo es conseguir que los alineadores «realicen fuerzas constantes y suficientes sobre las piezas dentales, y no pierdan eficacia.» ¿Existen? Delgado admite que sí, pero no todos se pueden usar aún en Europa. Él, por ejemplo, trabaja en un nuevo material compuesto por un derivado del polietileno tereftalato (PET) y un poliuretano termoplástico (TPU), aunque, a diferencia del TPU tradicionalmente utilizado en materiales rígidos de ortodoncia, este es blando».
Actualmente este producto solo se fabrica en Estados Unidos, China e India. Y Delgado espera que dentro de poco se aborde el tema en la Unión Europea. Si se consiguiera hacer aquí, «se reducirían los costes y se ofrecería una experiencia más personalizada para pacientes y profesionales».
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