Cuidados infantiles
El peligro de zarandear a los bebésCuidados infantiles
El peligro de zarandear a los bebésHace unos días se hizo público el caso de un padre de Zaragoza que se enfrenta a una posible condena de entre 6 y 12 años de cárcel por las lesiones causadas a su bebé de cuatro meses al que supuestamente zarandeó y propinó algún ... golpe para que dejase de llorar. El niño, que en ese momento estaba al cuidado del acusado mientras la madre trabajaba, se ha quedado ciego y tiene reconocida una discapacidad del 81%, además de un grado de dependencia severo. En el hospital confirmaron que el pequeño presentaba lesiones compatibles con el llamado síndrome del niño zarandeado o sacudido, «que es el conjunto de lesiones cerebrales que se producen al sacudir vigorosamente a un bebé», explican en la Asociación Española de Pediatría (AEP).
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Este tipo de traumatismo craneal abusivo es «relativamente frecuente». Se estima que solo en nuestro país se registran unos cien casos al año y uno de cada diez niños que sufren una sacudida grave fallece. De los supervivientes, la mitad tiene secuelas graves e irreversibles como parálisis cerebral, retraso mental, ceguera o epilepsia. «Zarandear a los bebés no es la violencia física más frecuente que se ejerce contra los niños, pero sí la que causa más muertes y secuelas. Es un maltrato muy grave y hace falta que la población sea consciente del daño que puede causar a sus hijos si los sacude violentamente», alerta la pediatra Anna Fàbregas, coordinadora de la Unidad de Atención a las Violencias hacia la Infancia y la Adolescencia del hospital Vall d'Hebron (Barcelona).
«Menos de cinco segundos de zarandeo son suficientes para causar lesiones de gravedad en un bebé, que serán todavía mayores si la sacudida termina con un golpe contra el colchón de la cuna o el sofá. Se debe tener en cuenta que la cabeza de un lactante es mucho más grande respecto a su cuerpo que la de un niño mayor o un adulto. De hecho, supone el 25% de su peso. ¿Qué ocurre si lo zarandeamos con fuerza? Pues que el cerebro del bebé se golpea repetidamente contra las paredes del cráneo y es entonces cuando se producen las lesiones», aclaran en la AEP. Los síntomas que suele presentar un bebé víctima de un traumatismo craneal abusivo van desde convulsiones a vómitos, irritabilidad excesiva o todo lo contrario: adormilamiento, está poco reactivo... Los niños que han sido sacudidos con menos intensidad pero de manera repetida también pueden desarrollar dificultades para aprender a hablar, tener falta de coordinación motora o problemas de aprendizaje.
El desencadenante principal de este síndrome es una reacción desproporcionada del cuidador, sobrepasado ante el «llanto inconsolable y prolongado» del bebé. Aunque también influyen otros factores como «las expectativas no realistas sobre el desarrollo del niño, el estrés, las situaciones familiares de vulnerabilidad, el hecho de que los progenitores sean jóvenes o de familias monoparentales sin apoyo de su red social... Habitualmente, los hombres ejercen más este tipo de violencia que las mujeres y los picos de incidencia se registran en niños de dos a ocho meses», precisan los especialistas del hospital Vall d'Hebron.
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«Los primeros meses de crianza pueden ser duros porque si un bebé llora mucho o está intranquilo es posible que los padres, madres o cuidadores no puedan descansar suficiente y las dificultades a la hora de consolar al bebé les generen frustración. Es importante encontrar alternativas al manejo de la rabia, el cansancio... Y, si hace falta, pedir ayuda», aconseja el doctor César Ruiz, jefe de Sección de Neonatología del hospital catalán. «Es importante que, como adultos, ajustemos nuestras expectativas y sepamos que los llantos forman parte de una etapa normal en el desarrollo del niño y que hay una gran variabilidad entre bebés en el temperamento, el patrón de llanto y los niveles de actividad», añade la doctora Fàbregas.
Una opinión con la que también coincide el doctor Antonio Gancedo, miembro del grupo de trabajo de maltrato de la Sociedad Española de Urgencias Pediátricas (SEUP). «Falta formación a la hora de aprender a manejar el llanto de un bebé. El cuidador muchas veces se siente desbordado, pierde el control de la situación y reacciona con un comportamiento agresivo. Debemos trabajar y fomentar el buen trato», propone.
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Otro de los motivos que lleva a los padres a zarandear a un bebé con violencia es cuando el lactante se atraganta. «Como no saben cómo actuar, se ponen nerviosos y empiezan a sacudir al niño, por eso es tan importante conocer las maniobras de desobstrucción de la vía aérea ante un atragantamiento», explican los pediatras.
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