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Esa frase tan manida de que los ojos son el espejo del alma no va tan desencaminada. Ni metafórica ni literalmente. A través de ellos (de su brillo, su expresión...) no solo se refleja nuestro estado de ánimo, sino que un pequeño examen oftalmológico permite ... ver mucho más allá de una miopía o un astigmatismo. «No es la primera vez que un paciente viene a la consulta a hacerse una revisión rutinaria y termina diagnosticado de diabetes. Los ojos son un poco como las ventanas del cuerpo. Podemos observar el mundo a través de ellos, pero también reflejan enfermedades de otras partes del organismo: hipertensión, hepatitis, colesterol, tuberculosis, artritis reumatoide, alzhéimer o un tumor cerebral», enumera el doctor Javier Araiz, especialista en retina y director científico del Instituto Clínico Quirúrgico de Oftalmología (ICQO).
Algunas patologías se pueden detectar a simple vista (ojos rojos, amarillentos, manchitas, un bulto de grasa...), mientras que otras precisan de un examen oftalmológico más concienzudo (esclerósis múltiple, enfermedades de transmisión sexual...). «A medida que la tecnología evoluciona, los ojos serán cada vez más útiles para diagnosticar todo tipo de enfermedades porque, al ser transparentes, requieren de métodos de exámen mucho menos invasivos que otras partes del cuerpo. Pero incluso sin tecnología es posible detectar una serie de problemas de salud simplemente mirándolos», señala Barbara Pierscionek, vicedecana del Centro de Investigación de Tecnología Médica de la universidad británica Anglia Ruskin. Estas son algunas señalas de alarma que se deben tener en cuenta.
Explica la experta que «las respuestas lentas o retardadas en el tamaño de la pupila pueden estar detrás de patologías importantes como el alzhéimer, además de evidenciar el consumo de determinados medicamentos y drogas como es el caso de cocaína y anfetaminas (pupilas dilatadas) y heroína (más pequeñas)».
Un cambio de color en la esclerótica, conocida popularmente como el blanco de los ojos, «sugiere que algo no va bien», coinciden los especialistas. «Si, por ejemplo, se nos pone amarillenta puede ser síntoma de una enfermedad hepática y está relacionada con un aumento de la bilirrubina (ictericia), aunque hay personas que la tienen de un color vainilla de nacimiento y no pasa nada», aclara el doctor Javier Araiz.
Detrás de un ojo rojo e inyectado en sangre «se puede esconder un exceso de alcohol y drogas, pero también alergias, conjuntivitis e irritación o infecciones que suelen desaparecer en unos días en la mayoría de los casos. Si el cambio de color es persistente puede ser señal de una infección más grave, una inflamación o una reacción a las lentes de contacto y sus líquidos. En casos extremos, el enrojecimiento indica glaucoma, una enfermedad ocular que puede conducir a la ceguera», añade Barbara Pierscionek, especialista en tecnología óptica.
Llama mucho la atención, pero la mayoría de veces esta hemorragia subconjuntival (rotura de un pequeño vaso sanguíneo localizado) desaparece en unos días. «Sin embargo, también puede ser indicador de hipertensión arterial, diabetes y trastornos de coagulación. De hecho, medicamentos anticoagulantes como la aspirina pueden causar un pequeño sangrado en el ojo».
Es relativamente frecuente en personas mayores, de ahí que su nombre científico sea 'arcus senilis'. Un anillo blanco o grisáceo alrededor de la córnea «también puede indicar colesterol alto, sobre todo en menores de 40 años, y un mayor riesgo de enfermedad cardiaca», alertan en la Sociedad Americana de Oftalmología (AAO). También puede revelar alcoholismo.
Tener los ojos saltones no es más que un rasgo facial. Ni mejor, ni peor. El problema surge cuando empiezan a sobresalir hacia delante y antes no lo hacían. Según explica la experta en tecnología médica, «la causa más evidente es un problema con la glándula tiroidea y necesita atención médica especializada. Cuando es solo un ojo el que está abultado puede deberse a una lesión, una infección o, más raramente, a un tumor detrás del ojo».
Científicos de la Universidad de California han desarrollado una aplicación que puede detectar los primeros signos de la enfermedad «siguiendo los cambios que se producen en el tamaño de las pupilas a nivel submilimétrico. Estas mediciones pueden usarse para evaluar el estado cognitivo del paciente», precisa Pierscionek.
«La inflamación del nervio óptico también puede ser un precursor de la esclerosis múltiple. Esta inflamación va unida, con frecuencia, a una severa visión borrosa, movimiento doloroso de los ojos e incluso visión doble», precisan en la AAO.
Los tumores pueden producir un aumento de presión en el cerebro que se transmite al ojo. De hecho, esa inflamación produce cambios en el nervio óptico que un oftalmólogo puede detectar. Otros síntomas: pérdida de visión lateral, visión doble y cambios en el tamaño de la pupila».
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