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Solange Vázquez
Domingo, 26 de noviembre 2023, 19:34
Empieza el otoño y hay dos signos inequívocos de que es así: caen las hojas de los árboles y nuestros peques se llenan de mocos (tras la tregua de los meses de verano con el pecho y la nariz despejados). Y lo peor es que ... todos los adultos sabemos que esta situación se va a prolongar casi hasta que finalice el curso. «Los mocos son debidos a las infecciones respiratorias de las vías altas. Es decir, a catarros, casi siempre causados por virus (hay unos 200 que pueden provocarlos, pero el rinovirus es el más frecuente)», explica Alba Gómez Garrido, responsable de la Unidad de Rehabilitación Cardiorrespiratoria y Críticos del Hospital Universitario Vall d'Hebron de Barcelona y médica de la Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física (SERMEF)
«A lo largo de un curso escolar es habitual que un niño tenga entre seis y ocho procesos catarrales y los síntomas principales son los estornudos, la tos, a veces dolor de garganta y fiebre y los mocos», repasa. Y, de todos estos síntomas, los dichosos mocos son los más difíciles de gestionar y eliminar. En ocasiones, si se hacen fuertes en el organismo del crío, «pueden acabar provocando otitis o progresar e inflamar vías respiratorias bajas y causar una bronquitis o una neumonía».
Hay que hay que intentar 'sacarlos', sí, porque, aunque están ahí por algo –«son los protectores del sistema respiratorio: su función es atrapar a los gérmenes que quieren entrar en el organismo», recuerda la experta–, tampoco deben instalarse en el cuerpo más allá de lo necesario. Lo que poca gente sabe es que los médicos rehabilitadores saben cómo ayudar al cuerpo a deshacerse de ellos. Ahí va una pequeña guía.
1. Agua: Es importante que beban agua regularmente para hidratar las mucosidades y que el propio cuerpo las elimine.
2. Humedad: Hay que intentar mantener una humedad en las habitaciones entre el 40-60%. «Si es inferior al 40%, debemos usar humidificadores o trucos caseros como colocar un bol de agua cerca de una fuente de calor para evitar la sequedad del ambiente. Humidificar la habitación está indicado, sobre todo, en casos de laringitis. Sin embargo, no se recomienda cuando el niño es alérgico, tiene rinitis o infección en vías respiratorias inferiores», recalca la experta. Y lo hace porque una vez que los adultos se hacen con un humidificador lo ponen siempre, sin discriminar. «Solo hay que usarlo cuando es necesario, cambiar el agua cada día y limpiarlo cada 72 horas», añade.
3. Lavados nasales: Se hacen con suero fisiológico o agua de mar «para favorecer la eliminación de las secreciones y del moco espeso». Al mejorar la congestión nasal, los niños duermen mejor y, si toman pecho o biberón, comen sin problemas. También reduce el riesgo desarrollar una infección de oído. «Recomendamos realizarlos con una jeringa de 5 mililitros o con dispositivos unidosis de suero –apunta Gómez Garrido–. Y en bebes recién nacidos es recomendable realizar un lavado nasal con gotas de suero fisiológico como parte de la higiene diaria».
Hay que enseñar a los niños ejercicios respiratorios mediante el juego. La fisioterapia respiratoria es mano de santo para muchos peques con problemas serios, pero también resulta útil para un problema tan común como los mocos. Así, a partir del año se les puede enseñar a oler cosas (frutas, flores...) y a soplar las velas. A partir de los 2 ya suelen colaborar más y es el momento de realizar algunos ejercicios respiratorios pidiéndoles que jueguen a imitarnos. Estos son los más útiles:
1. La ola: Debemos decirles que cojan el aire de forma profunda por la boca hinchando la barriga y levantando las manos como una ola. Luego, que soplen sacando el aire por la boca como si quisieran apagar un fuego y que bajen los brazos», detalla. Esto mejora su respiración cuando están congestionados.
2. El gato: Es para que empiecen a familiarizarse con la respiración diafragmática, útil en casos de dificultades respiratorias: «Deben ponerse a cuatro patas y coger aire por la nariz. Al hacerlo, la zona lumbar de la espalda descenderá arqueándose y al sacar el aire sacará la zona dorsal y ascenderá como la chepa de un gato. Es importante que hagamos divertida la realización de estos ejercicios, ya que estamos delante de niños, que aprenden jugando».
3. Soplar: «Para despegar las secreciones se les puede enseñar a que hagan burbujas con una pajita en un vaso o en la bañera, que soplen con un matasuegras o que soplen un silbato», recomienda.
4. Vaho y pompas: «Hay que enseñar a los peques ejercicios que suban la mucosidad.Por ejemplo, a hacer vaho y empañar un espejo, a hacer pompas de jabón, a soplar molinillos o incluso a soplar bolitas de papel como si quisieran hacer una carrera con nosotros.
La doctora Gómez Garrido indica que no se recomienda el uso de jarabes o compuestos mucolíticos, antitusígenos (para la tos), descongestivos, anticarrales o antihistamínicos para atajar los mocos y las flemas, «ya que no han demostrado eficacia frente a los catarros en menores de 6 años e incluso pueden llegar a ocasionar efectos adversos (como broncoespamo, mareo, vértigos o disminución del nivel de consciencia). Tampoco se recomienda el uso de codeína en menores de 12 años». Asimismo, recuerda que, ante los virus, los antibióticos no funcionan.
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