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Según un estudio realizado por la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), casi cinco millones de españoles padecen una alteración más o menos grave en el funcionamiento de la glándula tiroides, lo que se traduce en problemas de hiper o hipotiroidismo. Sin embargo, prácticamente ... la mitad de los afectados lo desconoce y no se trata. Ambos trastornos, que se pueden detectar con un simple análisis de sangre, no solo afectan a la calidad de vida de los pacientes en general, sino que su seguimiento resulta de «vital importancia» en mujeres embarazadas, porque «aumenta las posibilidades de aborto, nacimiento con bajo peso y prematuridad», advierte el doctor José Antonio Piniés, endocrinólogo del IMQ. De hecho, «en las mujeres en edad fértil es muy recomendable iniciar el tratamiento del hipotiroidismo antes de planificar un embarazo si ya se conoce el diagnóstico», añade la endocrinóloga Silvia Wengrowicz Soiffer, secretaria del Área de Conocimiento de Tiroides de la SEEN.
La tiroides es una glándula en forma de mariposa que está ubicada justo delante de la tráquea y su trabajo consiste, básicamente, en «fabricar las hormonas que van a marcar el ritmo al que funciona cada órgano de nuestro cuerpo, desde los latidos del corazón hasta el funcionamiento de los intestinos o la información que intercambian nuestras neuronas. Es como el director de una orquesta, hace que todo funcione de forma armoniosa. Pues bien, cuando la tiroides fabrica demasiadas hormonas se produce una alteración denominada hipertiroidismo y cuando se queda corta hablamos de hipotiroidismo», resume Piniés.
En el primer caso, lo que ocurre es que la tiroides trabaja de más, llena el torrente sanguíneo de hormonas y el cuerpo se acelera. Este chute hormonal se traduce en «nerviosismo, irritabilidad, ansiedad, hiperactividad, insomnio, intolerancia al calor, sudoración excesiva, palpitaciones, temblores, párpados más abiertos, mirada fija y brillante, piel más delgada, caliente y húmeda, cabello fino y quebradizo, debilidad muscular, aumento del ritmo intestinal, llamativa pérdida de peso... », enumera la doctora Wengrowicz.
Con el hipotiroidismo, sin embargo, ocurre todo lo contrario. «La fábrica produce menos hormonas de las necesarias y el cuerpo se ralentiza. Los síntomas más frecuentes son cansancio, somnolencia, un ligero aumento de peso por la retención de líquidos, problemas de memoria, piel seca y descamada, caída del cabello, uñas quebradizas, incluso cierta tendencia a la depresión», añade el endocrinólogo.
Tanto el hiper como el hipotiroidismo, ambas más frecuentes en mujeres que en hombres, se detectan de la misma manera: con un análisis de sangre en el que se estudian los niveles de las hormonas TSH, T4 y T3. «Como buena fábrica que es, la tiroides también tiene una dirección y la directora está en el cerebro (hipófisis). De hecho, una de las cosas que medimos los especialistas en el análisis es, precisamente, los niveles de la hormona que dirige todo el cotarro (TSH) y le preguntamos 'oye, ¿qué tal va todo por la fábrica?'. Porque, ojo, si los trabajadores se emplean a fondo y producen muchas hormonas (T4 y T3), la directora se relaja porque no necesita mandar y el nivel de TSH baja o directamente desaparece (hipertiroidismo). Pero también puede pasar que los empleados de la fábrica no cumplan con la producción mínima y la dirección necesita elevar el tono de mando. Entonces, suben los niveles de TSH y bajan los de T4 y T3 (hipotiroidismo)», ejemplifica Piniés.
En cuanto a las causas del hipertiroidismo, la enfermedad de Graves-Basedow es la más frecuente entre la población de mediana edad, sobre todo en mujeres. Se trata de una patología autoinmune. Es decir, «nuestras propias defensas llevan agazapadas divisiones golpistas que en un momento determinado atacan a un órgano del cuerpo y la tiroides no se libra. Cuando ocurre esto, la glándula secreta más hormonas de las normales y se produce el hipertiroidismo», explican los endocrinólogos.
En personas mayores, es muy frecuente que la tiroides se haga grande (bocio) y desarrolle nódulos en su interior (bocio multinodular). «Esos bultos son como pequeños talleres autónomos que funcionan al margen de la dirección de la fábrica y en ese interés por hacer ellos mismos las cosas por su cuenta trabajan de más y cabrean a la directora (bocio multinodular hiperfuncionante)».
Otras de las causas más habituales son las tiroiditis. «Estos 'malos' que atacan la fábrica pueden hacer que trabaje de más, pero también pueden romperla y que todo su contenido (las hormonas) caigan directamente al torrente sanguíneo. Este hipertiroidismo suele ser transitorio porque en cuanto se arregla la fábrica, todo vuelve a funcionar con normalidad». En el hipotiroidismo, el 97% de las causas tienen un origen autoinmune: un ataque directo y frontal a la glándula tiroidea, que deja de producir hormonas. Su extirpación, determinados medicamentos, malformaciones o una deficiencia severa de yodo son otras de las causas que derivan en hipotiroidismo.
La buena noticia es que las patologías endocrinas son casi siempre «muy tratables». En el hipotiroidismo basta con administrar la hormona que falta, mientras que los casos de hipertiroidismo se solucionan con tratamientos médicos, radioyodo 131 si los fármacos antitiroideos no funcionan o cirugía en en el caso de los grandes bocios.
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