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El herpes zóster, además de una infección viral que causa una erupción muy dolorosa, deja una secuela inquietante en el organismo: aumenta el riesgo de sufrir un ictus. Investigadores de la Universidad de Colorado (Estados Unidos) han descubierto la relación entre la enfermedad vírica y ... los accidentes cerebrovasculares y alertan de que este peligro permanece latente durante meses después de que la persona sufra este tipo de herpes. Los expertos recomiendan aumentar la vacunación de esta patología vírica entre la población –ahora se limita a grupos de riesgo, y con diferentes directrices entre comunidades– y aconsejan un tratamiento más prolongado cuando se sufre la enfermedad, con antivirales y antiinflamatorios para reducir el riesgo.
La infección, también conocida como culebrilla, está causada por el virus responsable de la varicela, que permanece en el cuerpo de por vida y puede reactivarse muchos años después –por tener el sistema inmunitario deprimido, por estrés...–. Una persona que pasa esta enfermedad tiene un 30% más de posibilidades de sufrir un ictus, tanto isquémico como hemorrágico, sobre todo entre los menores de 40 años, a los que no se suele recomendar la vacuna contra esta patología. El riesgo es mayor en las personas que desarrollan el herpes en la cara, debido a la proximidad al cerebro.
«No solo el herpes, sino cualquier infección, desde la de orina hasta una respiratoria, aumenta el riesgo de ictus», puntualiza el neurólogo Tomás Segura. «Tiene una explicación. Cuando una persona sufre una infección, el organismo trata de limitar la exposición a ese microorganismo, que llegue a otras zonas más alejadas, por medio de una mayor coagulación de la sangre», detalla Segura, miembro de la Sociedad Española de Neurología. La consecuencia es que se pueden producir trombos y se multiplica por dos el riesgo de sufrir un ictus, una trombosis cerebral o un infarto», subraya el especialista. Esta 'secuela' del zóster es una gran desconocida. «La mayoría de la gente conoce la dolorosa erupción asociada al herpes zóster, pero quizá no sepa que el riesgo de sufrir un ictus es elevado durante el año siguiente a la infección, aunque la persona esté totalmente curada», destaca el autor principal del estudio, el doctor Andrew Bubak.
La investigación de la Universidad de Colorado ha descubierto cómo funciona ese mecanismo que relaciona el herpes zóster con el ictus. La respuesta se encuentra en «unas vesículas lipídicas» llamadas exosomas. «Tras pasar la enfermedad, esos exosomas transportan carga viral y pueden provocar un trombo o una inflamación lejos del sitio donde se ha producido la infección». Los autores del trabajo consideran que hay que extremar las precauciones, sobre todo cuando el herpes aparece en la cara, especialmente en la zona de los ojos.
La vacuna contra esta enfermedad de origen vírico se suele recomendar a la población mayor de 60 años –la de mayor riesgo–, pero no está incluida en los calendarios oficiales de vacunación de todas las comunidades autónomas. En la actualidad, la OMS aconseja la inoculación de dos dosis del suero recombinante contra el herpes zóster para prevenir esta patología y sus posibles complicaciones en los mayores de 50 años.
Sin embargo, los investigadores han comprobado que existe un mayor riesgo de ictus en los menores de 40 años ya infectados y plantean extender la vacuna a otros grupos de edad, en especial a personas «con riesgo previo cardiovascular». El 'problema' al que se enfrentan las autoridades sanitarias para ampliar la población vacunable es económico. Sale muy caro: comprar 130.000 dosis, por ejemplo, cuesta casi 18 millones de euros.
En cualquier caso, este descubrimiento abre la vía a posibles tratamientos para contrarrestar ese mayor riesgo de accidentes cerebrovasculares tras sufrir herpes zóster. El uso más prolongado de medicamentos antivirales, acompañados de antiinflamatorios y fármacos antiplaquetarios también puede ayudar.
Es una infección a la que prácticamente está expuesta toda la población. Basta con que pases la varicela: se calcula que el 30% de las personas que han sufrido esta enfermedad tendrán un zóster de adulto. El síntoma más habitual es un sarpullido rojo, como una franja de ampollas que envuelve el lado izquierdo o derecho del torso. En ocasiones, esta erupción se produce alrededor de un ojo, en el cuello o en la cara. Las ampollas llenas de líquido se abren y forman costras, que causan picor, hormigueo, escozor.... El herpes zóster también puede provocar dolor durante mucho tiempo –meses e incluso años– después de que las ampollas desaparezcan.
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