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En los últimos años se ha dado mucha visibilidad al cáncer de mama, afortunadamente. «Sin embargo, se sigue hablando poco del cáncer de próstata, que es el tumor no cutáneo más frecuente en el varón», lamenta Laura Morales Ruiz, médica rehabilitadora de la Sociedad Española ... de Rehabilitación y Medicina Física (SERMEF). Y eso que todos los 17 de noviembre se celebra el día mundial de la lucha contra esta enfermedad, con el lazo azul como emblema, lo mismo que los bigotes, toda una operación para dar a conocer una enfermedad que en muchos casos se confina, pese a su alta prevalencia (se estima que 1 de cada 8 hombres -un 12,5%- lo sufrirá en el transcurso de su vida), en la discreción más absoluta. «Aunque su pronóstico en términos de supervivencia es excelente, cercano al 100%, las secuelas que deja son importantes», indica la experta. Y muchas (incontinencia, disfunción eréctil, bajas laborales, limitación de la vida social) no resultan fáciles de gestionar, ni de asumir, ni de contar en público. La consecuencia de llevarlas en silencio es que no se suele hacer todo lo posible por paliarlas.
«Un aspecto menor (o no tanto) que diferencia habitualmente a hombres y mujeres es la manera de afrontar su enfermedad en cuanto a verbalizar sus problemas y, sobre todo, sus miedos. Las mujeres, en general, comparten con sus iguales todos estos pensamientos, mientras que los hombres suelen ser más reservados con estos aspectos íntimos. Y no podemos olvidar que, como seres sociales que somos, sentir el apoyo de nuestro entorno (nuestra tribu) es terapéutico en sí mismo», apunta.
«Porque las más habituales son, por orden de frecuencia, la disfunción eréctil y la incontinencia urinaria», indica Morales. Ambas son consecuencia de la operación para atajar el cáncer y generan en muchas ocasiones una pérdida de autoestima. ¿Cuál de las dos secuelas llevan peor los pacientes?
«La incontinencia urinaria es la que más afecta a la calidad de vida de quienes la sufren, ya que supone la necesidad de utilizar absorbentes durante el día y la noche y, habitualmente, también la necesidad de tener cerca un aseo para reducir la probabilidad de tener pérdidas o para cambiar la compresa o el pañal. Es importante recalcar que en la mujer la incontinencia está mucho más normalizada, pero el varón acepta peor esta condición», explica. La incontinencia, subraya, implica frustración y vergüenza.
¿Y es para siempre? Muchos hombres creen que sí, que esta situación la tendrán que acarrear de por vida, lo que incrementa su bajón emocional. Lo que deben saber es que, en algunos casos, subraya la experta, «hay una recuperación progresiva y espontánea de la continencia durante el primer año tras la intervención». «Pero con ayuda de la rehabilitación es posible recuperarla de forma más precoz», añade. Esto favorece la reincorporación laboral en pacientes laboralmente activos y, más importante aún, les permite recuperar la calidad de vida perdida, porque es habitual que a los pacientes con incontinencia les cueste mantener las actividades sociales y de ocio.
Es importante hacer un diagnóstico adecuado de la incontinencia urinaria, porque puede deberse a distintas causas. Una vez clasificado el tipo de incontinencia, se procede a una reeducación vesical y al aprendizaje de ejercicios de suelo pélvico y globales. También se puede recurrir a tratamiento farmacológico cuando está indicado, neuromodulación y otras técnicas específicas según el caso. Es decir, hay esperanza.
En este caso, la recuperación está condicionada a la función previa a la intervención, la edad y el tipo de cirugía (más o menos conservadora) que se haya realizado. «Es curioso, pero un porcentaje de los pacientes afectados por esta secuela renuncia a los tratamientos propuestos, porque suelen ser reticentes a tomar fármacos», apunta. Sin embargo, hay otro grupo más abierto a las distintas modalidades terapéuticas, que recurren a tratamientos farmacológicos, al uso de bombas de vacío, al aprendizaje de los ejercicios de rehabilitación y a la neuromodulación. Todo ello influye positivamente en la consecución de erecciones.
La experta destaca la importancia del ejercicio terapéutico: no es puramente rehabilitación, pero ayuda muchísimo a que recuperen la calidad de vida. «El ejercicio antes, durante y después del tratamiento mejora la calidad de vida, evita recaídas y disminuye la mortalidad. Por este motivo, a todos los pacientes que consultan por incontinencia o por disfunción eréctil les 'regalo' esta información tan valiosa». Ella propone a los hombres que han pasado por un cáncer de próstata una combinación de ejercicio aeróbico (caminar, correr, nadar, andar en bici) con ejercicio de fuerza (pesas, ejercicios con theraband o con el propio peso corporal) y ejercicios de flexibilidad o estiramientos.
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