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Berta tiene un «pésimo» sentido de la orientación. Se pierde continuamente, le cuesta la vida recordar por dónde se va al dentista aunque sea la cuarta vez que lo visita y no es la primera vez «ni será la última» que le tiene que pedir ... a una compañera de trabajo que la acompañe porque se siente incapaz de llegar a la tienda en la que ha quedado con su marido... ¡a dos manzanas de su oficina! «No te puedes hacer una idea de la cantidad de tiempo que he perdido a lo largo de mi vida dando vueltas hasta encontrar el sitio al que quería llegar o caminando más de lo necesario porque me he aprendido una ruta de memoria aunque fuera más larga». Berta se lo toma con humor, pero hace cosas que a ojos de sus familiares y amigos resultan casi surrealistas. «¡Y las que no cuento por vergüenza!», admite entre risas.
Como cuando se pasaba parte de sus vacaciones en Dublín para aprender inglés 'perdida' entre las calles de la ciudad. «Estuve siete veranos seguidos alojándome en el mismo hostel y pidiendo la misma litera para no confundirme. Un año me dieron otra porque no tenían la 'mía' disponible y terminé durmiendo en la de otro compañero», confiesa. Pero hay más. Siempre asistió a la misma academia no porque le pareciese la mejor, sino porque ya se había aprendido de memoria el camino «y me facilitaba mucho las cosas». «Un verano vino mi hermano a visitarme y no daba crédito. '¿Pero por qué vas por esta calle si tardas mucho más en llegar que por esta otra, que vas directa?', me preguntó. 'Porque es el camino que me sé. Punto'».
Lo que más llama la atención de Berta es que se trata de una profesional que gestiona con solvencia un equipo de seis personas en la oficina y, sin embargo, no puede llegar al supermercado de la esquina sin preguntar. Trasladamos su caso, que es el de otras muchas personas en mayor o menor grado, al doctor José Manuel Moltó, portavoz de la Sociedad Española de Neurología (SEN)
– ¿Por qué hay gente que siempre se pierde o le cuesta orientarse en su propia ciudad?
– Todos podemos tener un despiste en un momento dado o nos pasamos de calle porque vamos distraídos, pero el caso de Berta es más consistente. Lo que probablemente le ocurre es que, por algún motivo, esa parte de su cerebro se ha desarrollado menos y por eso tiene esa dificultad para orientarse en el espacio, sobre todo en lo que se refiere a la dirección. Todos tenemos diferentes capacidades y el sentido de la orientación es una de ellas. De la misma manera que decimos que hay gente de letras y otra de números, también hay personas con un gran sentido de la orientación y otras que son un desastre.
La orientación es una función cognitiva muy compleja porque implica muchos sistemas neuronales «y esto es muy importante tenerlo en cuenta. Tradicionalmente siempre se ha dicho que estaba en el hemisferio derecho, pero ahora sabemos que también comparte con el izquierdo. En cualquier caso, tanto la atención como el sistema visual son dos procesos clave en este sentido. Por ejemplo, es frecuente que personas sin ningún problema para encontrar una calle o interpretar un mapa sean incapaces de reproducir el recorrido que acaban de hacer cuando van de copilotos en el coche. ¿Por qué? Porque se han desentendido», argumenta el portavoz de la SEN.
– ¿En qué situaciones deberíamos preocuparnos?
– Como en casi todo lo relacionado con la neurología, tendríamos que sospechar cuando algo que hacíamos habitualmente y además lo hacíamos bien, de repente tenemos dificultades para hacerlo. Es decir, si nunca hemos tenido problemas para llegar a los sitios y de un día para otro notamos que cada vez nos resulta más complicado, malo. Otra señal de que puede estar pasando algo es que esas dificultades de orientación vayan acompañadas de otros 'defectos' como, por ejemplo, fallos de memoria, pérdida de la capacidad de hacer cosas...
– ¿Lo que le ocurre a Berta se podría calificar de enfermedad?
– No, simplemente tiene un mal sentido de la orientación. A veces nos cuesta asumir que cada uno tenemos nuestras propias capacidades y podemos ser fantásticos en varias de ellas y un desastre en otras y no pasa nada. Todos, absolutamente todos, incluso los muy inteligentes, tenemos alguna discapacidad.
Memoriza y planifica la ruta El doctor Luis María Labath, experto en esta cuestión, recomiendaprogramar la ruta con antelación y memorizar el recorrido con la ayuda de un mapa.
Concéntrate Es importante que las personas con problemas de orientación presten atención al recorrido aunque vayan acompañados. De esta manera, cuando tengan que volver a hacer la misma ruta les será más fácil no perderse.
Fija puntos de referencia Durante el recorrido fíjate en lugares concretos y fáciles de recordar (una tienda, un monumento, una señal...) porque te servirán de referencia.
Mirar hacia atrás Este consejo es especialmente útil cuando vas a un sitio por primera vez y después tienes que volver. Advierte el médico que la memoria visual suele engañar y la misma ruta puede verse de manera distinta en un sentido u otro. Por eso, aconseja parar cada pocos metros y mirar hacia atrás con atención.
Haz fotos Hazle fotos a los puntos de referencia para recordar el camino más fácilmente. También es muy útil en aparcamientos para encontrar el coche, por ejemplo.
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