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Cuenta la dermatóloga Ana Molina que «el deporte tiene un efecto positivo y global en todo el organismo. Nos hace más felices, nos da energía, nos relaja, fortalece nuestro sistema inmune, nos ayuda a pensar mejor y a tomar decisiones. Incluso consigue que nuestra piel ... luzca más bonita... y sana». ¿El motivo? El ejercicio físico estimula la circulación sanguínea y eso hace que la piel pueda recibir más oxígeno y nutrientes, de manera que mejora su color y luminosidad. «Practicar deporte de tres a cinco veces a la semana con una intensidad moderada es uno de los mejores tonificantes que existen. Además, nos ayuda a dormir mejor, de manera que tendremos menos ojeras», argumenta la especialista, una las divulgadoras más conocidas en nuestro país en el ámbito de la dermatología.
Pero hay más. Como el ejercicio rebaja los niveles de estrés, enfermedades cutáneas como la psoriasis, la dermatitis atópica o el acné también mejoran. «Si a esto le sumamos una dieta equilibrada, rica en antioxidantes y una buena gestión emocional ya tenemos la base de cualquier rutina de cuidado de la piel», desvela. Ahora bien, el deporte también tiene sus inconvenientes desde el punto de vista dermatológico, sobre todo si se tiene la piel sensible. Estos son algunos de ellos.
«Se me ha puesto la uña del pie negra»
Cuenta la doctora Molina que este es un clásico entre los peregrinos del camino de Santiago, los corredores y los futbolistas. «Y se produce por traumatismos de repetición. En este caso, lo que ocurre es que el dedo del pie choca una y otra vez con la punta de la zapatilla y esto acaba provocando un hematoma subungueal. En otras palabras, se acumula sangre debajo de la uña». No es grave, pero tarda un mínimo de entre cuatro y seis meses en resolverse. «También es relativamente frecuente que se acompañe de una pérdida temporal de la uña y a veces se llega a confundir con un melanoma o una infección por hongos», añaden en el departamento de dermatología clínica del Grupo Pedro Jaén.
¿Cuál es el mejor tratamiento? «La prevención. La combinación de buenas zapatillas, calcetines de calidad y uñas cortas es clave. Al comprar el calzado deportivo no debemos fijarnos únicamente en la estética y la pisada. Elegir bien la talla es fundamental», recuerda la autora de 'Piel bonita, piel sana' (Ed. Paidós).
Pezón del corredor
Otra de las lesiones más frecuentes por una rozadura es el llamado pezón del 'runner'. «Se ve sobre todo en corredores de larga distancia por la fricción de la camiseta o el sujetador sobre los pezones. La irritación puede llegar a ser importante, de manera que lo más práctico en estos casos es usar vaselina o cubrir los pezones con un apósito para evitar la lesión», aconsejan en el Grupo Pedro Jaén.
«Tengo la ingle en carne viva»
Las rozaduras en esta zona tan delicada suelen deberse a «palizas con la bici. Cuando pasamos mucho tiempo pedaleando en un ambiente caluroso terminamos con la ingle en carne viva aunque tengamos un buen sillín y la bicicleta perfectamente ajustada. La tríada pantalones cortos ajustados, los cristales de sal del sudor seco y el asiento pueden actuar como un auténtico papel de lija en la piel inguinal. Esta irritación se llama intertrigo», explica la doctora Molina.
La mejor forma de evitar este tipo de rozaduras es llevar pantalones de tejidos técnicos adecuados, evitar la ropa interior por debajo del culotte y aplicar cremas protectoras o vaselina en la zona. También es importante no pasar mucho tiempo con el pantalón sudado, pero no siempre es fácil. «Si ya no hay vuelta atrás, lo mejor es dejar reposar la entrepierna y aplicar cremas restauradoras hasta que mejore. A veces es necesario añadir corticoides, antibióticos o antifúngicos en su composición».
El picor del nadador
«Mucha gente se piensa que es alérgica al cloro de las piscinas porque cuando va a nadar después le pica la piel. Pero esto no suele ser más que la consecuencia de estar expuestos a muchos irritantes leves: la humedad mantenida, sustancias que se usan en la desinfección del agua, las duchas con jabones poco respetuosos, el sudor del verano o el frío del invierno. Es decir, la piel se puede irritar por exponerla a un irritante mayor o a muchos menores, que al sumarse actúan como uno más potente», precisa la dermatóloga de la Fundación Jiménez Díaz (Madrid).
También existe el llamado 'prurito del nadador' –reacción alérgica a microparásitos presentes en lagos o estanques– y la dermatitis alérgica al cloro o a determinadas sustancias desinfectantes del agua, pero es mucho menos frecuente. Explica la doctora Ana Molina que «si a una persona le pica la piel después de nadar, lo más normal es que se deba a una dermatitis irritativa por la suma de todos estos pequeños factores (humedad, desinfectantes, jabón...), sobre todo si se tiene la piel atópica o sensible».
Para rebajar el picor al máximo, lo más recomendable es acudir a piscinas de sal, realizar duchas cortas con jabones suaves o «usar cremas hidratantes de barrera especiales para la natación. Se aplican antes de entrar al agua y crean una película protectora sobre nuestra piel que evita su irritación».
«Algunos estudios confirman que si corremos más de una hora y media a más del 70% de la frecuencia cardiaca máxima se produce un aumento de los radicales libres que estimulan la destrucción de colágeno y elastina de la dermis causando una pérdida de soporte y elasticidad, que se traduce en mayor flacidez, con un envejecimiento prematuro característico del corredor o de quienes practican otros deportes aeróbicos de alta intensidad. Dicho esto, conviene aclarar que es un fenómeno que afecta casi exclusivamente a deportistas profesionales y muy improbable en el resto de los mortales», explica la dermatóloga Ana Molina.
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