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Largo, corto, rizado, rubio platino, moreno, de colores, liso, recogido, suelto, grueso, abundante, escaso, frágil... Además de ser una de nuestras señas de identidad, uno de esos rasgos que nos definen estéticamente, el cabello también habla de nuestra salud. «Y lo dice todo», confiesa Dan ... Baumgardt, investigador de la facultad de Fisiología, Farmacia y Neurociencia de la Universidad de Bristol.
Además de funciones tan importantes como evitar la pérdida del calor corporal o impedir que el sudor nos entre en los ojos, el pelo también puede ser un reflejo de lo que ocurre en nuestro cuerpo, puesto que muchas enfermedades alteran su calidad y aspecto. «De hecho, prestarle atención puede darnos pistas sobre nuestro estado de salud», insiste Baumgardt. La genética, los procesos hormonales o la edad son algunos de los factores que más afectan al aspecto y crecimiento del cabello, tanto por exceso como por defecto.
La hipertricosis, por ejemplo, es una afección que se caracteriza por un sobrecrecimiento de vello por todo el cuerpo. «En la mayoría de los casos, se trata de una reacción al empezar a tomar un nuevo medicamento como la fenitoína, que se utiliza para tratar la epilepsia, pero también puede deberse a enfermedades como la anorexia o el sida», revela el investigador.
Otras dolencias hacen que el pelo crezca en partes del cuerpo donde no debería. «La aparición de mechones cerca de la base de la columna vertebral en los recién nacidos puede indicar espina bífida oculta. Esto ocurre cuando las vértebras inferiores de la columna no se han formado correctamente y dejan la delicada médula espinal cubierta únicamente de piel».
El hirsutismo también es un crecimiento excesivo de vello en la mujer, pero en este caso siguiendo un patrón típicamente masculino. Es decir, el pelo aparece en la cara, pecho, labio superior, brazos... «Esto se debe a que el organismo de algunas mujeres produce un exceso de hormonas masculinas de forma natural. Y una de las causas que favorecen este crecimiento de los valores de testosterona es el síndrome del ovario poliquístico», confirman en la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).
Otras veces, la mayoría, lo que llama la atención y nos pone sobre la pista de que algo va mal es la falta de cabello. «Generalmente, el pelo se nos cae porque hay algo que no deja que la raíz funcione bien y su forma de protegerse es frenando su crecimiento. Cuando estas caídas son mayores de lo normal, reciben el nombre de efluvio telógeno y pueden llegar a ser muy agobiantes para la persona que los padece aunque no suelen ser graves. Para tener una referencia, digamos que lo normal es perder entre 100 y 150 pelos cuando nos lavamos la cabeza, pero tenemos que tener en cuenta que esta caída es acumulativa. Es decir, si estamos dos días sin lavarnos el pelo, el tercero se nos caerán 450», explica la doctora Claudia Bernárdez, experta en tricología y autora del libro 'La biblia del cuidado del cabello' (Ed. Zenith).
Las causas que pueden desencadenar una alopecia «son múltiples e incluyen desde infecciones a anemia ferropénica, niveles bajos de la hormona tiroidea o el uso de determinados medicamentos, incluida la quimioterapia», añade Dan Baumgardt.
De un tirón
HAZ ESTA PRUEBA EN CASA PARA SABER SI TE VAS A QUEDAR CALVO «Para tener una idea aproximada de la salud de tu cabello, puedes hacer esta prueba en casa. Selecciona un grupo de entre 30 y 50 pelos y pasa los dedos desde la base (cuero cabelludo) hasta las puntas. No es necesario tirar con fuerza. basta una pequeña tracción suave para desprender un cabello que se está cayendo. Fíjate en cuántos has arrancado. Normalmente, de un tirón se desprenden uno o dos pelos. Si son más de diez, esto podría ser indicativo de alopecia. En este caso, se debería acudir a un dermatólogo para que analice el cabello de manera más detallada y pueda ayudarte si esa pérdida indica un problema más grave», aconseja Dan Baumgardt, investigador de la Universidad de Bristol.
La calvicie típicamente masculina se produce en el nacimiento del pelo y en la coronilla.Lo que suele ocurrir en estos casos es que la testosterona «acorta la fase de crecimiento del cabello y lo hace más fino. La mayoría de los hombres que padecen este tipo de alopecia empiezan a perder pelo a los 20-25 años», explican los especialistas. Por el contrario, la calvicie de patrón femenino «suele afectar primero a la línea frontal del cabello. Y más que una pérdida completa del cabello, lo que provoca es un adelgazamiento capilar. Es frecuente que ocurra antes y después de la menopausia».
A veces, «ayudar a que vuelva a crecer el pelo puede ser tan sencillo como tratar la enfermedad que causa esa pérdida de cabello». Pero no siempre es así de fácil. Uno de los fármacos más recomendados por los dermatólogos para estimular su crecimiento y evitar la temida pérdida de volumen es el minoxidil. Aunque también se puede recurrir a la nutricosmética (ampollas, fórmulas bebibles...) o a tratamientos médico-estéticos como la mesoterapia o el láser.
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