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La alarma saltó en Reino Unido hace unas semanas después de que la Asociación Dental Británica (BDA, por sus siglas en inglés) diese a conocer los resultados de una encuesta en la que seis de cada diez profesionales consultados reconocían haber tenido que atender a ... pacientes con «serios problemas odontológicos» tras ser tratados en clínicas de Turquía. Habían acudido al país otomano para 'arreglarse' la boca atraídos por las recomendaciones de numerosos 'influencers' patrios que lucen en sus redes sociales sonrisas en apariencia perfectas después de pasar por las manos de los dentistas turcos a los que publicitan, con precios mucho más económicos que los de sus colegas británicos.
Esta nueva y polémica moda viral acumula millones de visualizaciones del antes y el después en redes sociales bajo el hashtag #TurkeyTeeth, dientes turcos en inglés. Pero la realidad no es tan glamurosa como los perfiles de Instagram. De hecho, la aventura sanitaria emprendida por cientos de jóvenes anglosajones para someterse a tratamientos dentales en clínicas turcas –implantes, coronas, carillas, blanqueamiento...– se ha transformado en muchos casos en una auténtica ruina a su llegada a Reino Unido. Infecciones, abcesos (acumulación de pus), dificultades para masticar, piezas que se despegan, dolor intenso... y un rosario de «barbaridades» a las que han tenido que poner remedio los odontólogos locales, según refleja la encuesta publicada en la BBC.
«Van para ponerse los dientes más bonitos y muchos vuelven directamente sin ellos. Y encima tienen que pagar dos veces; primero, allí, y después, en su país para solucionar el desaguisado», resume gráficamente el doctor Óscar Castro, presidente del Consejo General de Dentistas de España. Aunque de momento en nuestro país «solo se han detectado seis casos graves», los profesionales del sector advierten sobre «los peligros» de esta polémica tendencia para la salud bucodental. «No es ninguna broma. El paciente puede llegar a sufrir un dolor tan intenso que a veces es necesario hacerle una endodoncia en los dientes afectados, lo que popularmente se conoce como matar el nervio», advierte el doctor Castro.
Primero fueron los viajes para someterse a implantes capilares en clínicas turcas con resultados desiguales y ahora se suman los tratamientos dentales, con ofertas a precios sin competencia. El procedimiento en ambos casos es muy similar. Las empresas dedicadas al turismo sanitario que operan en nuestro país suelen ofertar paquetes completos con una tarifa cerrada en la que, además de la propia intervención, se incluyen los vuelos, el alojamiento, los desplazamientos al aeropuerto, manutención, servicio de traducción... y, en algunos casos, hasta un pequeño botiquín «con todo lo que pueda necesitar», se puede leer en una las numerosas páginas web que gestionan este tipo de viajes.
Las diferencias de precio en algunos tratamientos odontológicos llaman realmente la atención. Por ejemplo, en el caso de los implantes, allí pueden costar hasta 800 euros menos por pieza; las coronas o fundas cuestan una tercera parte; y la ortodoncia invisible, algo menos de la mitad de lo que se suele cobrar en las clínicas españolas. «La mayor parte de los pacientes que contratan estos servicios son jóvenes muy preocupados por su estética, pero sin demasiados recursos económicos. Las compañías de turismo sanitario les ofrecen el paquete completo: unos días de vacaciones y el tratamiento odontológico a un precio sin competencia. Les llegan a prometer que en tres o cuatro días les pueden poner todos los implantes», denuncia el presidente del Consejo General de Dentistas de España.
¿Cuál es el problema? «No hacen ni un estudio previo al paciente ni un seguimiento del caso para comprobar que todo evoluciona correctamente. Hemos detectado que les realizan los diagnósticos y el plan de tratamiento basándose únicamente en una radiografía o una fotografía de frente, por lo que es normal que el 99% de los casos termine en fracaso. No se puede decidir un tratamiento odontológico (implantes, fundas, carillas, blanqueamiento...) sin explorar antes al paciente, saber cómo muerde, cómo tiene los dientes, el hueso... En algunas páginas web incluso les dicen que cuando lleguen a su país acudan a su dentista local a quitarse los puntos. Es todo un despropósito. ¿Quién hace el seguimiento de esa intervención? ¿Qué materiales se usan? ¿Tienen garantía?... Y, ojo, porque en Turquía hay grandes odontólogos, pero no suelen ser los que tratan a estos pacientes», explica Óscar Castro.
Otro de los problemas a los que se enfrentan las personas que contratan estos servicios es que «si surge cualquier contratiempo por la financiación o una mala praxis por parte del profesional tendrán que iniciar un procedimiento legal en un país extranjero, donde la normativa sanitaria, aseguradora y de responsabilidad civil es diferente a la española», precisan en el Consejo General de Dentistas.
Uno de los motivos que empujan a miles de jóvenes a las clínicas turcas es su obsesión por lucir una dentadura blanquísima, de esas que ven en los programas de televisión y que, «en realidad, no existen», coinciden los odontólogos consultados, que alertan de un aumento de los casos de 'blancorexia'. Los dientes, por muy bien cuidados que estén, nunca son absolutamente blancos. De hecho, las personas que lucen esas sonrisas deslumbrantes suelen llevar fundas o carillas. «Muchas veces nos piden tonos que no van en absoluto con su tono de su piel y quedan muy artificiales, pero por más que les digas no hacen caso».
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